Hay mil razones de por qué no debo hacerlo, pero él me
aprieta el brazo en señal de súplica, tanto como es posible
hacerlo con alguien que realmente es un amigo. Los
argumentos mueren en mis labios.
—Es tu funeral —murmuro con insolencia.
Se ríe, y luego tiende su mano hacia mí. —¿Amigos?
Me quedo mirando su mano tendida, antes de finalmente
colocar mi mano en la suya. Él aprieta suavemente, con
cuidado la herida, luego se levanta, llevándome con él.
—Vamos, amiga, te llevaré a casa.
—¡No! —Me mira, sorprendido por mi exaltado rechazo,
pero no puedo dejar que me lleve a casa —Quiero decir,
está bien, me gusta caminar. Camino a casa cada día.
—De acuerdo. —Acepta esto sin argumento. Cuando
empiezo a subir la colina, mis rodillas lastimadas han
estado en una posición un tiempo suficientemente largo
para endurecerse, me traicionan y me lamento
involuntariamente.
—¿Qué? —Su preocupación es inmediata, mientras me
mira.
—Nada, estoy bien. Creo que me lesioné la rodilla un poco.
—Trato de estabilizarme, con la intención de mirar la tierra
de abajo y caminar como si no fuese nada malo. Mi cuerpo,
nunca mi aliado, tiene otras ideas y dos pasos cojeados me
delatan.
—Correcto, basta con el martirio —dice, tomándome en sus
brazos como si fuera una niña pequeña. Sorprendida,
envuelvo mis brazos alrededor de su cuello para sujetarme,
giro mi cabeza, avergonzada. Camina con facilidad por la
colina, y no me baja hasta llegar a su coche. Me pone en el
piso, abre la puerta, moviendo un montón de libros para
que yo pueda subirme.
—Estos son los tuyos— dice, y me entrega la pila ―Los
dejaste fuera de la escuela hoy.
No se hace referencia al hecho de que la razón por la que
tenía herida la piel de mis manos y mis rodillas, fuera
porque había estado huyendo de él.
—Gracias —murmuro. Él cierra la puerta, caminando
alrededor del coche para subirse en el lado del conductor.
Esto se siente surrealista, yo viajando en un coche junto a
un chico, casi como si fuera normal. Lo dirijo hasta cerca de
una cuadra de mi casa.
—Detente aquí, voy a caminar ahora.
Se vuelve a mirarme, con un argumento listo, pero algo que
ve en mi cara lo detiene. Él asiente con la cabeza, se
detiene.
—¿Estás segura de que estarás bien? —pregunta.
—Sí, voy a estar bien.
—Muy bien. Un momento —dice, cuando giro la manija de
la puerta. Él salta hacia fuera, corriendo alrededor del
coche para abrir la puerta.
Pretendo que mis rodillas no están temblando, y él finge no
darse cuenta de cómo me apresuro en salir.
—Sabes, eres un poco alto, también —le digo, sorprendida
por mi atrevimiento.
Se ríe cuando vuelve a entrar, me da un saludo, da media
vuelta y se va. Veo cómo se va.
Cuando cojeo por la puerta principal, veo en seguida que
mi madre está dormida, roncando en un sueño, inducido
por fármacos. Por primera vez me quedo en silencio junto a
ella, no es que ella no esté durmiendo pero olvido mis
tareas por el momento, subiendo las escaleras. Entro en el
cuarto de baño, cerrando la puerta detrás de mí. Con un
poco de miedo, me acerco al espejo.
El espejo se ha convertido en mi enemigo durante los
últimos años, sólo lo requiero cuando tengo que tratar de
cubrir un cardenal o un ojo negro. Ahora me miro en él, tiro
mi largo cabello rubio claro frente a mi cara, y trato de ver
lo que Nick puede ver cuando me mira.
Nada demasiado especial, pienso. Con un dedo, trazo mi
suave piel benditamente libre de acné, cutis sin manchas,
nariz recta, cejas ni demasiado espesas ni finas, una boca
normal, mentón marcado. Supongo que mis ojos son mi
mejor característica, amplios y con un contorno de oscuras
pestañas. Son de color azul claro, con anillos de oro.
Sacudo la cabeza y dejo que mi pelo caiga en su lugar.
Nada atractiva, extraordinariamente simple, pero él todavía
quiere ser mi amigo. Muy bien, entonces. Por primera vez
en mi vida, el día de escuela de mañana es algo que
espero con interés. En realidad, creo que no puedo esperar
a que llegue.
Sin embargo, mientras amanece, me encuentro hecha nudos. ¿La tarde anterior realmente sucedió, o sólo lo he soñado? Porque no puedo imaginar a alguien que pudiera salirse de su camino para ser mi amigo, menos aún a Nick. Me despierto temprano con entusiasmo, pero poco a poco mis dudas lo desaparecen y me encuentro arrastrando los pies, para no irme hasta el último minuto posible.
Una vez en la escuela caigo de nuevo en mi viejo patrón de evitar los lugares donde podría estar. No estoy segura de qué voy a hacer si lo veo y él me ignora, o peor, se ríe de mí. Pero la hora del almuerzo llega, estoy tirante con tensión. Camino en el comedor, con la cabeza hacia abajo, hago fila para conseguir mi almuerzo, y luego camino en dirección a mi rincón de siempre.
Y me detengo en seco cuando lo veo sentado en la misma mesa, mirándome, con una sonrisa. Al menos, creo que me está sonriendo, porque un vistazo detrás de mí no revela a nadie más mirando en su dirección. Mientras me acerco, aun dudando, se levanta de su silla. Me detengo de nuevo, congelada, tensa, esperando por... ¿qué? ¿Para qué haga volar la bandeja de mis manos? ¿Por la broma a costa mía? ¿Por su risa burlona?
Camina hacia mí, con una mirada interrogante en sus ojos, la sonrisa en sus labios titubeando un poco. Se pasa los dedos por su cabello, y se detiene cuando está en frente de mí.
—Hola —dice. El sonido causa que me crispe nerviosamente, y rápidamente doy un vistazo alrededor para ver si alguien ha escuchado. Él todavía tiene la oportunidad de retroceder. Da un paso más y levanta su mano hacia mí.
Doy un paso hacia atrás, lista para esquivar si empuja mi bandeja hacia arriba. Detiene el movimiento, con el color drenándose de su rostro. Me mira fijamente, y siento mis mejillas sonrojándose con disgusto.
—Déjame llevar esto por ti —dice, en voz baja, tomando mi bandeja. Estoy reacia a liberar mi agarre, habiendo perdido más de una comida en el pasado con ésta simple táctica. Sin querer en entrar en un tira y afloja, la dejo ir.
Para mi sorpresa, él simplemente se da la vuelta y la coloca en la mesa al lado de la suya, entonces tira de una silla. Miro a la silla, y luego a él de nuevo. Otra táctica de la que he sido víctima antes, con la silla siendo retirada debajo mientras me siento. Nick simplemente espera.
Con algunas reservas, me ******** delante, sujetando el borde de la silla mientras me siento para evitar que la retire, pero no siento un tirón hacia atrás. Es un poco incómodo estar sentado en una mesa, y miro con añoranza a mi usual lugar en el suelo. Me siento muy expuesta.
Nick se sienta a mi lado, su tamaño y presencia me dan refugio, ofreciéndome cierto sentido de seguridad, falso o no, lo encuentro reconfortante.
—¿Cómo estás hoy? —pregunta inesperadamente, y bajo la rebanada de pizza que estaba a punto de morder.
Me encojo de hombros.—Bien, supongo.
—Me refiero a tus manos y rodillas —dice sonriendo.
—¡Oh! —Miro hacia abajo a mis manos, y de pronto sus grandes manos están ahí, sosteniendo mis manos con las suyas. Su tacto quema a través desde el punto de contacto, dirigiéndose hacia mi estómago. He tenido más contacto humano en las últimas 24 horas de lo que he tenido durante tanto tiempo como puedo recordar, excluyendo el del tipo violento, por supuesto, y ha sido todo de parte de él.
Examina mis manos cuidadosamente, como si estuviera a punto de darme un diagnóstico. Frota la yema de sus pulgares suavemente sobre las costras de los arañazos, y me estremezco involuntariamente.
—Lucen mejor, limpias, no infectadas. —Me mira y sonríe de nuevo. Mi corazón golpea y retiro mis manos. No parece ofendido y su sonrisa nunca vacila —No estás cojeando tanto, tampoco. —Esto me sorprende, pensaba que no estaba cojeando en absoluto —¿Llegaste hoy caminando a la escuela?
Asiento con la cabeza, con mi lengua aún atada. Sacude su cabeza.
—¿Perdiste el autobús?
—No, nunca viajo en el autobús. Siempre camino.
—Es más saludable, ¿eh?
Casi me rio de sus palabras.
—Sí — ¡Más saludable con la menor posibilidad de recibir una paliza!
—Entonces lo recuperas todo comiendo esa basura grasosa. —Bromea, indicando mi pizza. Para él, es basura grasienta, para mí, probablemente la única comida que conseguiré hoy, por lo tanto, es deliciosa. No puedo decirle eso, por supuesto, así que me encojo de hombros y la recojo de nuevo, tomando una gran mordida.
Entonces me doy cuenta de los otros en la mesa. Son los “perdedores” y están mirándome, con las bocas abiertas, más impactados de lo que estarían si a Nick le hubiera brotado una segunda cabeza y empezara a hablar en lenguas. Rápidamente miro hacia abajo, tratando de ignorarlos mientras como, pero estoy súper consciente de las miradas de todos modos.
Como si no fuera lo suficientemente malo, pronto los dos amigos de Nick llegan, dejando caer sus bandejas y chocando los cinco ruidosamente. Miran en mi dirección, pero creo que tal vez parecen menos sorprendidos de verme aquí que los otros “perdedores”.
—¿Conoces a Joe y a Kevin? —me pregunta, y sólo los miro mientras ambos levantan su mentón hacia mí, en señal de saludo.
Pronto otros tres chicos llegan y se sientan, Nick de nuevo haciendo las presentaciones, como si no hubiese estado asistiendo a la escuela con estos chicos desde hace varios años.
Con ellos, viene un montón de ruido y conversaciones, y me alegro de hundirme en la oscuridad, y como rápidamente. Nick sigue mirando hacia mí, como asegurándose que sepa que estoy incluida en la conversación, pero sin tratar de atraerme, por lo cual estoy agradecida.
La hora del almuerzo pasa demasiado lento, y a la vez, demasiado rápida. Después del almuerzo, tengo dos clases más antes de fotografía. Me muevo entre clases, pero estoy contando los minutos hasta que llegue fotografía. Llego más temprano de lo habitual, trato de no quedarme viendo la puerta, buscando por el familiar, cabello rizado al llegar.
Cuando veo su silueta en la puerta. Mi pulso se acelera. Mientras se sienta a mi lado con su saludo habitual, puedo decir que lo sorprendo cuando lo miro con una sonrisa tímida y le contesto un “hola” de regreso.
La clase comienza y ya no hay oportunidades para conversar, pero siento una especie de satisfacción reconfortante al estar sentada aquí junto a él. Hoy es el último día de tomar apuntes, y el lunes empezaremos el laboratorio. Espero con ansias a que llegue el momento, así tendré una excusa para interactuar con él, y temer al mismo tiempo.
Tan pronto como suenan las campanas, comienzo a apilar mis libros, no tengo tanta prisa como he tenido antes, pero todavía necesito salir de la escuela antes de que la mayoría de los estudiantes lo hagan, e incremente mi oportunidad de ser dejada en paz.
—¿Necesitas que te lleve a casa? —Sus palabras detienen mis movimientos. Pienso en cómo me había sentido estar sentada junto a él en su coche. Luego pienso en las miradas y el qué dirán que causará, sin mencionar cuán temprano llegaré a casa.
—No gracias, voy a caminar.
—¿Con tus rodillas? — dice escéptico —Vamos, está en mi camino.
Sigo dudando, preocupada por la idea de caminar por el pasillo al lado de Nick, con todos observando, preguntándome si debería sugerir reunirme con él en su coche, sabiendo que en realidad nunca aparecería.
Toma mis dudas como rendición, y toma mis libros, apilándolos con los de él mientras se pone de pie.
—Prometo no morder —bromea con esa sonrisa encantadora. Sin eso, podría haber dicho que no, pero estoy tristemente impotente en contra a lo que le hace a mi corazón. Con la cabeza hacia abajo, salgo del salón de clases junto a él.
Una vez que estamos en el pasillo, reduzco la velocidad de mis pasos un poco, caminando sólo ligeramente detrás de él. Parece demasiado descarado el caminar a su lado. Él retrasa sus pasos también para coincidir con los míos, manteniéndome a su lado. Trato de reducir la velocidad un poco más, pero él también lo hace. Finalmente, cuando apenas y nos estamos moviendo, me doy cuenda de lo ridículo de eso y comienzo a caminar a un ritmo normal. Intento, sin éxito, ignorar las miradas y los susurros que se nos presentan, ya que es obvio que estamos caminando juntos desde que Nick me sostiene del codo de vez en cuando para guiarme a través de la multitud.
Me siento agradecida cuando llegamos al coche. Él abre la puerta para mí, entregándome mis libros antes de cerrarla. A medida que salimos del estacionamiento, soy consciente de nuevo de las miradas incrédulas y los estudiantes apuntando hacia nosotros. Nick es ajeno a todo esto.
—Así que, ¿no tienes grandes planes para éste fin de semana? —me pregunta, poniendo atención al camino mientras navega entre el laberinto de conductores adolescentes que siguen saliendo del estacionamiento para unirse al tráfico.
Veamos, limpiar la casa, hacer lavandería, cocinar alimentos que no me serán permitidos comer, y tal vez una paliza o dos. Y oh si, balancearme en columpio de niños como un medio de escape.
—No, no realmente, ¿y tú?
—Nada del otro mundo. Estoy seguro que mi mamá tiene una lista de tareas para mí —dice con rencor alegre en su voz y una sonrisa en sus labios. Me pregunto por esas tareas, ciertamente no son nada comparadas con las mías —Pensaba en poder ir al partido de futbol esta noche, ¿Vas a ir?
¿Al partido de futbol? Tengo que pensarlo por un minuto. Ah, sí, debe referirse al partido de futbol de la preparatoria. Apenas estoy al tanto de las actividades extracurriculares, desde que no son para mí. No importa a qué juego se esté refiriendo, no voy a ir.
—No.
—¿Quieres ir... conmigo, quiero decir?
Lo miro, asombrada. ¿Está pidiéndome una cita? No, me río silenciosamente de mi misma, por supuesto que no. Sólo está tratando de ser amable, de ser un amigo. Mi silencio lo impulsa a hablar de nuevo.
—Podría venir a recogerte. Sabes que no quiero que camines con esas rodillas adoloridas por unos días —bromea, sonriéndome.
—No, no puedo. —No hay sonrisa de respuesta en mi rostro, incluso escucho la silenciosa desesperación en mi voz.
—Oh, vamos, podría ser divertido y...
—¡No! He dicho que no. Sólo... sólo no puedo ¿está bien? —Él se queda en silencio después de mi arrebato.
—¿Está todo bien? —Su voz está llena de preocupación.
Permanezco con mi cabeza de lado, sin responderle, no confiando en mi voz porque lo puedo imaginar, imaginarme sentada junto a él en las gradas, bebiendo un refresco, casi siendo una adolescente normal. Siento su mirada en mí, aunque no me presiona.
Se detiene en el lugar en que me había dejado el día anterior y estoy a punto de saltar del coche, sin esperar a que abriera mi puerta, cerrándola de golpe detrás de mí, corriendo a casa, e ignorando a mis rodillas gritando.
Me encanta que Miley le este hablando mas a Nick, y espero que el se de cuenta de los problemas que tiene Miley y la ayude, asdfghjk me encanto como la defendió de ese estúpido, hahaha por que Miley no quiso ir con el al parido?? debio haber aceptado, siguela bitch =D
ResponderEliminarJamas habia leido una novela en la que miley fuera tan pobre! Me encantaron estos capitulos, las novelas así me fascinan, ya quiero ver que pasa con miley y nick, No demores tantooo♡
ResponderEliminarQue hermosa noveee miley me da mucha pena ojala nick le ayude siguela porfa esta buena c:
ResponderEliminarojala nick haga que miley ya sea tan maltratada c: siguelaa
ResponderEliminarooh pobre miley me siento mal por ella nick es un tierno
ResponderEliminardeberia dejar que la haga feliz
sube pronto plis
amo la nove