sábado, 22 de junio de 2013

Asleep - Cap: 1

Seis años antes

Nicholas observó a Miley  mientras ella metía su mano en la ranura de su escasamente poblada caja de San Valentín con sus nervios zumbando… era una sensación extraña para él, ésta inseguridad. 

Él no daba su vida como garantizada exactamente, pero no había muchos conflictos arrojados en su camino, tampoco en los de sus compañeros o de su familia. Era demasiado joven para apreciar plenamente la bendición de tener una vida tranquila, pero tenía la edad suficiente para entender que no todos lo tenían tan bien como él.

Había amado a Miley  desde que la había conocido. Ella había sido su primera amiga desde su primer día en el jardín de Infantes. No había querido que su madre lo dejara en ese grande, nuevo, espantoso lugar lleno de extraños. Miley había llegado mientras él luchaba con las lágrimas y puesto su mano en la suya. Con una sonrisa, le había llevado a la mesa para colorear y él había estado enamorado desde ese día en adelante. Nunca había olvidado eso; ella había sido su consuelo, su rayo de luz en la tormenta oscura de emociones.

Debido a su sensibilidad por ella, él fue uno de los pocos que había notado el cambio en ella durante los últimos años. Había pasado de ser una niña dulce, divertida, que siempre sonreía, y siempre podía hacer a los otros reír, a alguien que estaba en silencio y raramente sonreía.

Lo hizo sentirse triste, principalmente porque no sabía el por qué, y por lo tanto no podría arreglarlo. Nunca se dio por vencido. Pensaba que si sólo seguía tratando, podría encontrar a esa chica otra vez. Incluso más que eso, él quería que supiera lo que sentía, lo que realmente sentía por ella. No pensaba que pudiera saber cuánto quería estar con ella, lo mucho que la amaba. 

Esperaba que su tarjeta de san Valentín especial aclarara esto. Miley  metió su mano en su caja, sacando con indiferencia las pequeñas tarjetas genéricas compradas en tiendas, que en su mayoría lucían personajes de dibujos animados en ellas, junto con un cursi, falso sentimiento. Apenas les echó un vistazo mientras las hacía a un lado. Él podría haber creído que le eran totalmente indiferentes, que estaba lejos de sentir algo por ellas, excepto por la pequeña curva en la esquina de su boca

Finalmente llegó a la de él. Podía darse cuenta porque la sonrisa cayó de su rostro y su frente se arrugó en consternación, mientras su mano estaba detenida, recuperando el avance. Tiró un poco, luego giró su mano en un ángulo para maniobrar la grande, plegada pieza de papel de construcción, desenvolviendo la abertura.

Miley  miraba fijamente hacia el frente. Nicholas se sintió avergonzado de repente, inseguro sobre su regalo hacia ella. Tal vez era estúpido… era estúpido. Era ****a e infantil. Aficionado, los diferentes colores de los corazones en capas encima de otro papel rojo. Debería simplemente haber comprado uno en la tienda, habría sido mejor. Cerró los puños a sus
costados mientras un rubor se acercaba a sus mejillas. Entonces ella lo abrió, leyó las palabras que había escrito ahí, y su estómago se cerró.

Algo asombroso sucedió entonces. Como el sol naciente en el horizonte, su sonrisa apareció, cambiando su semblante, iluminando su rostro de una manera en que él no había visto durante mucho tiempo. Sus ojos se encontraron con los de él, y en ellos él pudo ver su respuesta. Ella se puso de pie, y caminó inseguramente hacia él, su sonrisa vacilando
ligeramente. Luego se volvió hacia el armario de los abrigos, dándole una mirada que lo atrajo hacia ella. 

Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie estaba mirando, esperó un minuto o algo, entonces la siguió adentro. Estaba de pie en la esquina trasera, esperando, con la preocupación frunciendo su ceño, retorciendo sus manos, hasta que vio a Nicholas. Su rostro se despejó y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

Nicholas se acercó, deteniéndose justo frente a ella. Ella miró hacia abajo, sus ojos volviéndose lentamente hacia él mientras se acercaba. Levantó su boca a la de él y lo besó. La sorpresa lo mantuvo congelado durante un largo momento antes de derretirse, inocentemente, besándola de regreso.

Ella era la chica de sus sueños, y con su beso le dijo que era finalmente suya.





TIEMPO ACTUAL 

¡Wham!

Él golpe con el dorso de la mano me tira al suelo. Levanto la vista hacia ella, determinando en un nanosegundo si debo permanecer abajo o ponerme de pie. Peleo con mis pies, encogiéndome ligeramente en anticipación al siguiente ataque, garantizado a venir si la interpreto equivocadamente.

No lo hago. Ella se aleja de mí con un disgusto familiar.
—Limpia el desastre que hiciste, Miley  —refunfuña, pateando el plato con los restos de su almuerzo que se había caído al suelo desde su lado de la mesa cuando caí.
—Está bien, mamá.
Ella se da la vuelta, con amenaza en su pose.
—¿Me estás respondiendo?
—No mamá, lo siento. —Odio el tono adulador de mi voz, pero soy impotente en contra de eso, como lo soy en el cambio de la marea de mi vida.

Recojo los restos de comida con mis manos, acumulándola de nuevo en el plato y lo hago a un lado. Limpio un par de botellas de prescripción, que se habían caído en el lío, con la parte delantera de mi camisa. ******** las botellas caídas sobre la mesa en su lugar preciso, dentro del grupo de pequeñas botellas marrones. Ella sabe exactamente lo que está en cada una de ellas por su ubicación.

Espontáneamente, la foto que he estado ocultando debajo de mi colchón se desliza en mi mente. En ella, mi madre se encuentra en el patio con mi padre y yo, riendo y amando, luciendo joven y bella, y muy embarazada.

Yo tenía nueve años de edad en ese momento, a punto de comenzar el cuarto grado, lo que era emocionante, porque significaba que estaba por deslizarme a ser lo que yo pensaba era lo más genial de lo genial, un alumno de sexto grado, la clase mayor de la escuela.

El día en que la foto fue tomada, mi padre había traído a casa una sorpresa de cumpleaños adelantada para mí. Mi cumpleaños no es hasta Febrero, pero papá no podía esperar. Quería que la tuviera antes, así podría disfrutar de ella antes de que la nieve cayera.

Mientras llevo el plato sucio de mi madre hacia la cocina, miro por la ventana hacia la sorpresa de cumpleaños de hace tanto tiempo. Es un columpio, uno de los de acero resistente, en forma de A, de los que no se encuentran normalmente en los patios traseros, sino más bien en un parque público. Fue hecho para durar un largo tiempo, incluso ahora parece casi el mismo, sólo el brillo embotado delata su edad. Tres cambios cuelgan de densas largas cadenas. Los corpulentos hombres que lo entregaron aseguraron los postes de cemento profundamente en la tierra para que no se volcara. Me dijeron que tenía que esperar tres días para columpiarme en él, para darle al cemento la oportunidad de endurecerse. Tres días es una eternidad para una niña de nueve años de edad. En tres días, aprendí, que una eternidad de cambios pueden ocurrir. 

Rápida y tan silenciosamente como es posible lavo el plato, el lavavajillas hace mucho tiempo dejó de funcionar y la idea de pagar a un técnico o comprar uno nuevo, era tan extraña como un viaje al Taj Mahal. Tan pronto como termino, me deslizo en silencio por la puerta trasera.
Soy muy consciente de cuán patético es que tu única vía de escape, tu mejor amigo, sea un objeto inanimado, y el juguete de un juego de niños, para alguien que tiene diecisiete años y se prepara para empezar su último año de la escuela preparatoria. Pero es todo lo que tengo, así que camino más deprisa, ignorando la lluvia leve que comienza a disminuir mientras planto mis pies en la bien gastada tierra, y me trepo tan rápido como puedo con un ligero salto. El viento sopla a mi lado tanto por la velocidad, como por la tormenta levantándose. Enfría en carne al rojo vivo un lugar en mi mandíbula, que me dejará una magulladura para iniciar el año escolar mañana.

No es que importe. Un pre-molido saco de boxeo no hace una diferencia para la mayoría de mis torturadores. Mientras vuelo más alto, siento la tensión liberarse, el mundo desapareciendo. Estoy aliviada por la corriente que viene mientras me esfuerzo a elevarme más y más. Mi mente se vacía mientras me entrego a la sensación. La única interrupción llega cuando escucho a mi padre tropezar en la casa, temprano ésta noche, y empieza a gritar. Incluso eso puedo apartarlo lejos con un poco de esfuerzo, he tenido años de práctica.

Por suerte, no hay un sonido revelador de un puño contra piel cuando los gritos se detienen. Mi mente registra esto en alivio porque también significa que hay una buena oportunidad de que no tenga que estar en el lado receptor de su rabia ésta noche.

Algún tiempo después, me doy cuenta de que las luces han sido apagadas en la casa. No se les ocurre a cualquiera de los dos preguntarse dónde estoy, o siquiera comprobar mi habitación y ver si estoy ahí. No tengo problema con eso, su falta de interés y atención dejó de ser dolorosa hace tiempo y se convirtió en algo positivo si eso significa ser invisible.

Continúo balanceándome en el aire fresco de la noche, con el cabello húmedo por la ligera lluvia. Espero a que la paz se establezca completamente antes de dejar de balancearme más lento y después detenerme. Una respiración profunda, recopilo valor, entonces me deslizo dentro de la casa tan silenciosamente como me es posible, para no llamar la atención sobre mi existencia.

Abro el armario de mi dormitorio, y doy un exasperado respiro por la falta de opciones ante mí. Mañana voy a ser una estudiante de último año, parece que para eso debería calificar tal vez sólo un traje nuevo, algo que no sea de una tienda de segunda, que no esté gastado y enfermamente ajustado. Me permito una fiesta de lástimas de dos minutos, entonces saco los objetos menos gastados para ponerme en la mañana.

Último año.

Ugh.

Odio el primer día de escuela.

En realidad, odio todos los días de escuela, pero como éste es el primer día de mi último año de preparatoria, de alguna manera parece peor que todos los demás. Hay un entusiasmo palpable en el aire de los otros de último año, sabiendo que después de éste año pueden empezar su vida real. Yo no tengo una vida real por lo que éste año es más temible que todos los demás, y eso es decir mucho, considerando cómo cada anterior año escolar ha sido para mí.

—Cuidado, fenómeno.

Me tropiezo, pero no caigo mientras soy empujada a un lado por uno de los de primer año. Veo un par de estudiantes de segundo año mirando con interés. El tiempo dirá si éstos novatos se unirán al juego, o si van a tener lástima y dejarme en paz.

Me aparto de ellos y veo a Demi Bolen viniendo por el pasillo, rodeada por sus seguidores. Ésa es realmente una buena razón para darme la vuelta e ir en la dirección opuesta. No se ha dado cuenta de mí aún, así que hago una rápida retirada por las escaleras cercanas, a pesar de que significa que tendré que darme prisa para llegar a mi primera clase. Los retardos son algo que evito con pasión, no quiero llamar la atención a menos que sea absolutamente necesario.

Demi es mi principal... enemiga, supongo, aunque hubo un tiempo en que fuimos amigas. El verano antes de la escuela secundaria, en el que de repente florecí. Mis pechos comenzaron a surgir, crecí varios centímetros y de pronto nada me quedó. Las camisas eran demasiado ajustadas y los pantalones muy cortos. Mi madre no podría molestarse por algo tan trivial como una hija creciendo en su mundo loco, así que me convertí en una ladrona.

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