jueves, 13 de junio de 2013

Acheron - Cap: 52


Nick acababa de entrar en la habitación de Miley cuando su móvil volvió a sonar. Suspiró mirando el identificador de llamada. 
—Discúlpenme. Tengo que contestar otra ronda de llamadas  del tipo “Ayúdame, señor Mago”.
Miley movió la cabeza ante el pobre hombre, cuyo móvil parecía ser una fuente de irritación constante.
Pam se sentó en la silla donde Nick había estado sentado. 
—¿Cuántos amigos tiene?
 —Creo que son llamadas de trabajo.
 —Ah. ¿A qué se dedica?
 —Es domador.
 —Uh, uh… —la voz de Pam estaba llena de duda.
 —Ya lo sé. La verdad es que no me ha dicho a qué se dedica exactamente, pero parece que siempre le están llamando para lo que sea.
Los ojos de Pam brillaron de interés. 
—A lo mejor es un asesino internacional. Oooooh, sería guay.
 —Tenemos que hacer que dejes de ver pelis.

Nick se quedó callado en medio de una frase cuando una única fisura de poder le corrió por la columna vertebral. La sensación era inequívoca… había demonios en el hospital. Y se apostaba la vida a tras de quien iban.
Colgó la llamada y volvió a la habitación de Miley. 
—Tenemos que marcharnos.
 —Eh, hola.  —dijo Miley con sarcasmo—. Estoy enganchada a una sonda. No voy a ningún sitio en un futuro próximo.
Se acercó a la cama y le quitó la sonda  antes de que pudiera parpadear.
Miley estaba horrorizada por sus acciones y se quedó asombrada cuando el brazo le dejó de sangrar. 
—¿Qué pasa?
 —La gente que nos quiere muertos se está acercando. Y si no nos movemos, esto se va a poner feo.

Le martilleaba el corazón al pensar que alguien venía por ellos. 
—Sólo hay otro problema. Ropa. No tengo ropa.
Pam avanzó hacia ella. 
—Sí que tienes. Nick, vigila la puerta y danos un minuto.
 —Tienes veinte segundos. —Se acercó a la puerta y la cerró.
 —¿Puedes moverte? —preguntó Pam.
 —Sorprendentemente, sí.
 —Vale. Cambiémonos la ropa y hagámoslo rápido.
Miley se quitó la bata de hospital en un instante. Estaba un poco dolorida por el accidente pero no tanto como para alguien a quien acaban de operar. No tenía ni pizca de sentido.
Antes de pudiera pensarlo más, Nick estaba de nuevo en la puerta.
 —Nos estamos quedando sin tiempo. —le tendió la mano.
 —No tengo zapatos.
 —Ya nos apañaremos. Vamos.
Ella cogió su mano.

Sin más palabras, la arrastró por el pasillo hacia los ascensores. Cuando las puertas empezaron a abrirse, la empujó a un cuarto haciendo señas para que se estuviese quieta. Todo esto la horrorizaba. ¿Quién estaba ahí fuera?
 —Espera aquí. —le dijo articulando con los labios, abrió la puerta y se desvaneció en el pasillo.
Miley no estaba segura de qué estaba pasando. Sólo esperaba que Nick supiera lo que hacía.

Segundos más tarde, volvió y le hizo señas para que se moviera rápido. Prácticamente la empujó dentro del ascensor que había abierto. Pero al cerrarse las puertas, se volvió para mirar su habitación hacia donde se dirigían dos hombres muy altos. Vestidos de negro, parecían siniestros.
 —¿Qué pasa con Pam?
Nick la empujó hacia atrás para que las puertas pudieran cerrarse.
—Estará bien. Saben detrás de quien van.
 —¿Quiénes son?
Nick se encogió ante la pregunta que realmente no podía contestar. Demonios que venían a torturarla sonaba un poco inverosímil, especialmente cuando no estaba seguro de cómo Stryker había sabido dónde mandarles.
—No sé sus nombres. Aunque la verdad es que no me apetece nada presentarme en estos momentos.
 —¿Seguro que no le harán daño a Pam?
Le tendió su móvil. —Cuando estemos en el coche, puedes llamarla.
 —¿Qué coche?

No contestó puesto que estaba enfocando todo su poder en enmascarar su presencia a los demonios y en localizar al resto del equipo. Había por lo menos diez merodeando por el hospital. Podía escudarlos con su poder y alterar la apariencia de Miley.
Por lo menos de todos menos de un archidemonio. Nacidos de la unión de demonio y un dios, eran una raza única y altamente impredecible. Y uno de ellos estaba en el hospital liderando a los demás.
Nick la condujo por el aparcamiento hasta su Porsche 911 GT2 plata metalizada. Abrió la puerta del copiloto mientras reconocía el aparcamiento.
Ella se paró ante la puerta abierta.
—Por favor, dime no lo has robado.
 —Es mío. —balanceó las llaves del Porsche ante su cara.

Miley todavía sospechaba. Había dado clases de conducir para Porsches en la autoescuela, sólo por diversión y conocía los modelos y los precios. Este era la creme de la creme de los Porsche y se llevaba como un sueño. Había estado encaprichada de mala manera con tener uno que casi podía saborearlo pero el precio estaba fuera de su alcance.
—¿Tienes un coche de un cuarto de millón de dólares?
 —Diez mil dólares arriba o abajo, pero sí. Ahora entra.
Miley no estaba convencida del todo. ¿Cómo demonios podía permitirse un coche como éste? Aunque cuando vio el asiento del conductor se dio cuenta que, definitivamente, estaba diseñado para una persona muy alta, no podía negar lo obvio. Tenía que ser suyo. Entró en el coche y él se deslizó en el asiento del conductor.

Sí, el coche se le adaptaba como un guante y el hecho de que supiera que el encendido estaba a la izquierda le confirmó que había usado el coche lo bastante como para no dudar.
 —¡Nicholas!
Cuando Nick cerraba la puerta, Miley vio al hombre que había gritado, grande y de pelo castaño, que corría hacia ellos.
 —Ponte el cinturón. —Nick metió la marcha atrás.
El hombre se encaramó en la trasera del coche de Nick.
 —Tú cab/rón,  —dijo Nick cabreado— con que dejando huellas de zarpas en mi coche. Te juro que si le haces un arañazo, te mato. —Frenó de golpe y el tipo salió volando para aterrizar sobre un sedan azul.
Nick giró el volante bruscamente y enfiló derecho al hombre, que había rodado al suelo.
Miley se encogió esperando que le pasaran por encima. Pero cuando le alcanzaron, saltó hacia un lado con sorprendente agilidad.
 —Estás loco, ¿verdad?
Nick no contestó. Tomó una curva tan rápido que ella habría jurado que sintió un tirón de gravedad de 2G. En la calle un BMW blanco se colocó detrás de ellos.
 —Nos están siguiendo.
Nick soltó una maldición cuando los vio por el retrovisor. Más demonios. Pero estaba agradecido de que por lo menos intentaban pasar desapercibidos. Stryker debía haberles avisado  para que mantuvieran el anonimato en el mundo de los humanos. Su inhibición les igualaba en el terreno de juego puesto que tampoco él podía utilizar sus poderes abiertamente.

Reduciendo marchas, se metió por entre el tráfico, dirigiéndose a la interestatal. Tenía que alejarles de las zonas pobladas antes de que algún inocente resultara herido. Algo más fácil decir que hacer, puesto que aparecieron dos coches más y abrieron fuego sobre ellos.
Nick levantó un escudo para proteger el coche. Intentó usar sus poderes para que los coches que les perseguían volcaran o por lo menos pararles los motores. Pero puesto que los que iban dentro eran demonios y no humanos, contrarrestaron sus habilidades con las suyas propias.
¡Maldita sea!
 —Dios mío. —jadeó Miley—. ¿Son unos inútiles disparando o qué les pasa?

No hizo comentario alguno cuando captó 4 lustrosas Honda Blackbird negras cerrándoles el paso. Dos de las motos llevaban dos pasajeros y los de atrás iban cargados con KAC de 6x35 mm PDW que sacaron de debajo de las chaquetas.
Nick maldijo. 
—Parece que están dispuestos para unirse al baile.
Al menos eso era lo que pensaba hasta que una de las motos abrió fuego sobre los coches que los perseguían.
Miley arrugó el ceño ante la ayuda de los de las motos. 
—¿Amigos tuyos?
 —No que yo sepa. —Si no fuera porque estaban usando armas de fuego, hubiera sospechado que eran Were-Hunters puesto que muchos de ellos usaban motos para desplazarse cuando estaban en forma humana. Pero los Were-Hunters lucharían con magia.

Las motos se pusieron en formación forzando al BMW a estrellarse contra el muro de contención. Luego fueron por el otro Beamer y también dieron cuenta de él.
Nick mantuvo la marcha mientras se les aproximaban. Al menos hasta que comprendió  que estaban definitivamente de su lado. Se desvió bruscamente hasta el arcén y pisó los frenos.
 —Espera aquí. —le dijo saliendo para enfrentar a los de las motos.
Se pararon unos metros detrás del coche. Los dos que iban armados desmontaron primero y se pusieron de espaldas a él para vigilar por si aparecían más demonios. Pero lo que más le llamó la atención fue el símbolo del sol grabado en la espalda de sus trajes de cuero.
El símbolo de su madre.

Los conductores desmontaron al unísono y se acercaron a él como una unidad entrenada. Se pararon ante él con las piernas separadas, se llevaron el puño derecho al hombro izquierdo e inclinaron la cabeza. Después se dejaron caer sobre una rodilla allí mismo, en medio de la calle.
¿Qué co/ño era todo esto?
El líder del grupo se puso en pie y se quitó el casco. Era una belleza que quitaba el aliento, de pelo largo y rubio que caía en ondas sobre los hombros. Con el cuero, sus anchos hombros podrían hacer fácilmente que se la tomara por un hombre, pero no había nada masculino en ella. 
—Siento no haber podido arreglar una presentación mejor. Soy Katherine Zanakis, sacerdotisa principal de la Apollymachi.
Nick las miró y cayó en la cuenta de que todas eran mujeres humanas al servicio de su madre. 
—¿Qué hacéis aquí?
Katherine se hizo a un lado mientras las demás se levantaban y una de ellas avanzó y se quitó el casco. Muy mona y probablemente diez años mayor que Katherine, tenía el pelo negro corto y unos ojos cálidos.
 —¿Justina?

Se volvió al oír el tono confundido de Miley frunciendo el ceño cuando la muy diablillo echó a correr hacia ellas. 
—Te dije que te quedaras en el coche.
 —No te he oído. —dijo desdeñosa cuando se acercó a ellas.
Justina se adelantó y se quitó del hombro la bolsa de mensajero. 
—Me han dicho que te entregue esto. —le tendió la bolsa a Miley.

Miley parecía tan confusa como él ante el regalo. 
—¿Qué es?
 —Esto es por lo que murió Dimitri. —explicó Justina—. Yo estaba allí cuandola
Los ojos de Kim se abrieron como platos ante las duras palabras de Nick.
—Un poquito sanguinario ¿no?
No para él, y por supuesto que, no cuando se lo merecía sobradamente. Le lanzó una sonrisa burlona.
—Con lo que le hicieron a Miley, creo que una muerte rápida es demasiado misericordiosa. Sin mencionar que han arruinado por completo una de mis cazadoras favoritas y han dejado mi moto para el desguace.
Pam resopló.
—Vale, atormentémosles y después bombardeamos a los *****. ¿Cómo se han atrevido?
Nick ignoró el sarcasmo y cruzó los brazos sobre el pecho.
—Ahora piensas como yo. Les sacamos los ojos un poquito, les abrimos las fosas nasales... Podría co/gerle el gusto seriamente a todo eso.
Kim se estremeció mientras hablaba con Miley
—Creo que tu nuevo amiguito es un poco sanguinario.
Reprimió una sonrisa ante las palabras. Si supiera cuál era su alimento principal… Sí, definitivamente podría manejarse con un poco sangre dado que hacía más de una semana desde que se había alimentado por última vez.
El teléfono de Kim comenzó a sonar.
—Llamada del trabajo. Volveré enseguida.
Nick retrocedió hasta la cama para ver cómo se encontraba Miley.
—¿Cómo te sientes?
Le sonrió.
—Asombrosamente entera. ¿Y tú? Creí que el coche te había pasado por encima.
—Se desvió.
Entornó los ojos con suspicacia.
—No lo pareció desde mi perspectiva. Juraría que te pasó por encima de ambas piernas.
Se lo pensó antes de contestar.
—Obviamente no.

La expresión de Miley se tornó dulce y adorable y lo golpeó como un puñetazo en el estómago. Le puso la mano suavemente en el brazo con lo que probablemente era la más cariñosa caricia que había recibido nunca.
—Gracias por traerme aquí. Kim dice que le indicaron que estabas sangrando de mala manera cuando me dejaste en urgencias.
Sintió que se ruborizaba ante su gratitud.
—No te preocupes. La próxima vez que me haga daño, me traes tú.
Rió de su buen humor.
—Creo que me haría falta un equipo entero de gente para llevarte.
—Volvemos a los insultos, ¿no?
Negó con la cabeza.
—No es un insulto. Eres un tío grande.
Nick abrió la boca como para decir algo, pero antes de que pudiera articular palabra, el médico entró para examinarla. Salió mientras el doctor charlaba con Miley.
—Eres una mujer con mucha suerte. Si tu amigo no te hubiera traído tan rápido, no hubiéramos podido hacer nada. Te dañaste seriamente el bazo en el accidente.
Todavía le asombraba lo que Nick había hecho por ella. Kim le había contado que tampoco él estaba en muy buena forma y que se alteró mucho cuando se le murió en los brazos. La sobrecogió la ternura que sintió.

Cuando la moto cayó, recordó que la había protegido. Había intentado mantenerla cerca de él, pero la fuerza del choque los había separado.
Hizo un gesto de dolor cuando el médico la tocó en un punto blando del abdomen.
Se apartó con una mirada incrédula.
—Te estás curando increíblemente rápido.
—Buenos genes y muchas vitaminas.
Se rió ella.
—Sigue con ese ánimo y te daremos de alta en unos tres días.
Nick se aclaró la garganta.
—¿Hay alguna posibilidad de que pueda marcharse antes?
Miley captó el significado de la pregunta de Nick.
—Sí, la verdad es que no puedo permitirme estar fuera de servicio tanto tiempo.
—Cariño —dijo el médico en tono tenso—. Moriste. Deberías pensarlo un poco y digerirlo. Tienes muchísima suerte de estar todavía con nosotros, así que déjanos cuidarte unos días antes de dejarte ir, ¿vale?
Resultaba difícil discutir cuando lo ponían así.
—Vale. Gracias, doctor.
Hizo una inclinación de cabeza y los dejó solos.
Miró a Nick, que estaba de pie contra la pared con ese estoicismo que utilizaba como un campo de fuerza para mantener al resto del mundo apartado. Sabía cuán fuerte se había golpeado contra el asfalto y la caída no había sido más suave para él. Y aún así se había arrastrado hasta ponerse en pie y la había levantado en brazos. Su fortaleza la desconcertaba.
—¿Cómo pudiste traerme hasta aquí?
—Tengo mis truquitos sucios de Jedi. —Dijo con tono indiferente. —La fuerza es fuerte en mí.
Rió otra vez. Podía ser tan encantador cuando quería… Y tan dulce.
—Bueno, si el médico dice que no me puedo ir, ¿qué vamos a hacer?
Se encogió de hombros con los brazos todavía cruzados sobre el pecho.
—Les echaremos un vistazo a nuestros nuevos amigos para asegurarnos que no deciden terminar lo que empezaron.
Asintió.
—Creen que tengo el diario, ¿verdad?
—Creo que sí. Eso o se aburren mucho y piensan que atropellarnos les calmará el hastío.
—Hablando de aburrimiento… ¿Qué voy a hacer mientras estoy aquí encerrada?
—¿Quieres leer algún manga?
Le miró con gesto adusto.
—¿Hablas en serio?
Asintió.
—Es como el crack. Una vez que empiezas, no puedes dejar de leer. Tengo algunos de Priest, Hellsing y Trinity Blood a mano. ¿Te interesa?
—La verdad es que quisiera leer el diario que encontramos. Una persona muy alta y varonil no ha terminado de enseñarme atlante.
—No es atlante. Es griego.
—Si tú lo dices…
Se descolgó la mochila del hombro gruñendo e hizo aparecer en su interior el diario. Una de las razones por las que siempre llevaba mochila era que podía teletransportar cantidad de cosas sin levantar sospechas en los mortales. Puesto que nadie sabía lo que llevaba en la mochila, no podían saber cuándo utilizaba sus poderes para conseguir lo que quería o necesitaba.

También llevaba las cosas que más significaban para él y que quería mantener a salvo. Los tres diarios de Demi que encontró después de la destrucción de Didymos, su peineta y el mordedor de Simi que Savitar le había regalado cuando era un bebé. Tenía las marcas de los colmillos de leche grabadas para siempre en la madera. También llevaba el medallón de su madre envuelto en una de las bufandas de seda que Simi había traído de una de sus muchas visitas a Kalosis.

Y el alma de Joe, por la que había negociado con Artemisa y ésta se la había entregado.
Sacó el diario de Demi y se lo tendió a Miley.
—¿Puedes leer sin gafas?
Suspiró irritada.
—Ni una palabra. Odio ser casi ciega. ¿Alguna posibilidad de que te pases por mi casa y me traigas las de repuesto?
—No puedo dejarte desprotegida. Ya lo sabes.
—Entonces, ¿me leerás?
Nick bajó los ojos y miró el cuero cuando un agudo dolor le llenó el pecho. Era difícil leer las palabras de Demi, porque que con cada una, la veía claramente en su mente y oía la dulce y calmada voz hablándole.

Y le destrozaba el corazón.
Miley le tocó el brazo otra vez.
—¿Por favor, Achimou?
Se le encogió el múscu/lo de la mandíbula cuando la tierna voz hizo añicos su resolución.
—Eres la única que me ha llamado así.
—Bueno, podría llamarte galletita, pero creo que te ofendería todavía más.
Sonrió.
—Vale, deja de torturarme. Te leeré.
Vio a Nick como una mancha borrosa cuando tomó asiento junto a la cama y abrió el libro. Cuando empezó a leer, cerró los ojos y escuchó el tono resonante y profundo de su voz. Por la facilidad con que traducía mientras leía, se podría pensar que el diario estaba escrito en castellano. Ni siquiera dudaba con las palabras.
—Hoy he hablado con mi padre para visitarla Atlántida.
Se incorporó en la cama.
—¿La Atlántida?
Nick se encogió al darse cuenta de lo que había dicho. La verdad es que se había olvidado de que estaba leyendo para alguien más. Había llegado a ser tan parte suya que realmente quería confiar en ella…
—Sí, es lo que dice.
—¡Lo ves! Te dije que era real.
Tenía que tranquilizarla.
—No significa nada. A lo mejor, todo esto no es más que el Diario de Bridget Jones a la antigua.
Ella se mofó.
—Por aquel entonces no tenían novelas.
—La historia nos dice que no tenían libros pero ¿qué tengo en la mano? Cuadrado, papel encuadernado con escritura. A mí me parece un libro.
—Gracias, Capitán Sarcasmo. Qué amable por venir. ¿Podemos volver a la historia?
—Pero no me tires otro martillo —murmuró por lo bajo antes de volver al libro—. Hoy he hablado con mi padre para visitar la Atlántiday, como siempre, se ha enfadado. Las negociaciones no van bien. Tío dice que la guerra podría declararse en cualquier momento. Pero no entiendo por qué es tan peligroso para mí ir de visita mientras mi hermano y mi tío viven allí. Si no es seguro para…—Se detuvo cuando vio que ponía su nombre—. Mi hermano… No puedo soportar no verlo. Las cartas que manda no son suficientes. Quiero… —Se atragantó con las palabras de la página cuando el dolor le golpeó fuertemente en el pecho— …a mi hermano en casa conmigo. Alguien tiene que asegurarse de que Nicholas está a salvo y, aunque tío jura que está bien, me gustaría asegurarme por mí misma.
—¿Ella quiere qué? —Le urgió Miley.
—Me duelen los ojos. —Mintió—. Creo que es la luz. ¿Podemos dejarlo para más tarde?
Frunció el ceño ante el tono extraño de su voz. Sonaba como si se estuviera ahogando en lágrimas, pero no tenía sentido.
—Como quieras.
—Genial. Lo volveré a meter en la mochila. —Se levantó y lo guardó haciendo crujir el papel.
—¿Nick? —Preguntó al cabo de unos segundos.
—¿Qué?
—¿Ha llamado alguien a mi familia?
—No lo sé. ¿Quieres que pregunte?
—Por favor. No quiero que mi familia nos invada estando bien, como estoy. Especialmente no con esos locos persiguiéndonos. Me muero si alguien cae en el fuego cruzado.
—Vale. Voy por Kim y me entero. Si necesitas algo… —Le puso en la mano el pulsador—. Sé que no ves bien así que si te asustas, llama a la enfermera y estaré aquí en un momento.
Su preocupación la conmovió.
—Vale.
Se sentó en silencio, procesando todo lo que le había pasado en un día. Lo que sabía y lo que aún sospechaba sobre Nick. Sin mencionar el hecho de que ahora sabía que había gente que quería terminar con su vida a cualquier precio para hacerse con algo que ni siquiera tenía.
¿Qué iba a hacer?
Nick volvió al cabo de unos minutos.


5 comentarios:

  1. Bitch, si no subes pronto de mato, ok no, hahhaha pero siguela, me encanta

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  2. amo esta nove siguela que me encanto el capis!!!!!

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  3. Fantástico que pensara nick enla cena Omg pobre Miley siguelaaaaaaaaaaaaaa pronto Por favor

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  4. Perdón por el siguiente comentario ese no era para esta bueno ahora si genial me encanta,empezamos con los insultos "Eres un tío grande" oh me encanta como lo dice siguela pronto por favor

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