Aterrada, Miley se alejó de Nick cuando esas palabras la atravesaron. Estaba loco… y estaba en una habitación insonorizada con un lunático.
¡Oh dios querido!
—Ok —dijo lentamente, estirando la palabra hasta que pudo pensar en alguna forma de conseguir llegar a la puerta tras él y salir indemne de la habitación antes de que la matara—. Calmémonos. ¿Puedo conseguir que el Nick normal y amigable regrese?
Parecía como si sus palabras lo lastimaran.
—No me tengas miedo, Miley. Quería decirte que era un dios, pero no sabía cómo —cerrando los ojos, se deslizó contra la puerta para sentarse en el suelo con las piernas recogidas contra el pecho.
Ese gesto le recordó a un niño pequeño que estaba enfadado porque había sido enviado a su habitación por algo que no había querido hacer.
—Sabía que no te gustaría si descubrías la verdad. A nadie le gusto cuando lo descubren —levantó la mirada hacia ella y sus ojos volvieron a ese remolineante color plateado—. Le llamaron Nicholas por el río del infortunio y la pena. Al igual que el río del Inframundo, su viaje será oscuro, largo y sin fin. Será capaz de dar vida y quitarla. Caminará a través de su vida solo y abandonado… buscando incluso amabilidad y encontrando siempre crueldad. Que los dioses se apiaden de ti, pequeño. Nadie más lo hará.
Miley frunció el ceño cuando recitó algo que obviamente le causaba un gran dolor.
—¿De dónde salió eso?
Un tic pulsó en su mandíbula mientras sus mejillas se teñían con color. ¿Cómo podía un lunático ser tan guapo?
—Eso fue lo que dijo la sacerdotisa sobre mí cuando nací en el mundo de los mortales como un dios maldito porque mi padre quería que mi madre me matara para evitar que nuestro panteón se viniera abajo —apartó la mirada—. Desearía que lo hubiese hecho… No sabes lo que es caminar solo por el mundo siempre en medio de una muchedumbre. Todo el mundo me ve, pero nadie me conoce —dejó caer la cabeza en las manos—. Nunca debería haberte tocado. ¿Qué he hecho? Pagaré por esta noche durante el resto de la eternidad —la angustia en su tono la atravesó.
Miley se acercó lentamente.
—Si eres realmente un dios antiguo, pruébamelo. Haz que vea claramente sin mis gafas.
Él mantuvo la cara enterrada sobre sus brazos.
—De acuerdo.
La palabra apenas había dejado sus labios antes de que su visión se nublara. Jadeó con fuerza por el dolor. Quitándose las gafas, parpadeó y entonces jadeó cuando todo empezó a enfocarse. Todo.
Entonces su enmarañado babydoll se convirtió en un vestido de seda flotante que colgaba sobre su cuerpo y la cubría completamente. Incapaz de creerlo, deslizó las manos sobre la fría nube de material y miró alrededor de la habitación a las cosas que siempre habían sido sombras. Ahora era todo fuerte y nítido.
Todo.
Lo cual quería decir que tenía que tomar una decisión. Le estaba diciendo la verdad, era un ardiente sanador o ambos estaban locos.
Optó por la verdad, que explicaba mucho más que sólo su habilidad para ver claramente. Explicaba sus extraños ojos y la habilidad para leer un lenguaje que nadie había podido identificar siquiera.
Arrodillándose en el suelo a su lado, se aproximó cuidadosamente, lista para saltar si era necesario.
—Evitaste que muriera, ¿no es cierto?
Levantó la cabeza y se estiró para poner una mano sobre la pequeña cicatriz en el antebrazo que tenía desde un accidente infantil con una botella rota. Cuando la tocó, ésta brilló y se desvaneció.
—Sé que es mejor no interferir en el orden natural, pero no podía dejarte morir. No quería verte sufrir.
—¿Por qué lo hiciste?
Él dirigió la mano de ella a su cara, de modo que tocara su mejilla mientras la miraba. Sus ojos, y el dolor que había en ellos, quemaron profundamente su alma.
—Porqué no me siento hecho pedazos cuando me miras.
Esas palabras trajeron lágrimas a sus ojos.
—¿Por qué te sientes hecho pedazos?
Frotó la cara contra su palma y cuando habló, su respiración le chamuscó la piel. Pero eran sus palabras las que marcaron a hierro su corazón.
—Fui destrozado como niño y hecho a un lado, igual que un trozo de basura que nadie quiere. Pero tú no me tratas de esa manera. Ves en mí únicamente al humano y tocas cada parte de mí. Me haces sentir completo y querido.
Miley lo atrajo hacia ella y lo sostuvo cerca mientras las lágrimas caían finalmente.
—Amo cuando me sostienes —susurró contra su hombro.
Miley inclinó la mejilla contra la coronilla de su cabeza.
—¿Por qué viniste a Nashville?
Se puso rígido en sus brazos, entonces habló en un lenguaje que no podía entender.
—No sé lo que estás diciendo, Nick.
Se echó hacia atrás y le acunó la cara de modo que ella pudiera ver la furia que teñía el exterior de sus ojos con una línea roja.
—Nadie puede saber dela Atlántida. Nopueden saber de mi, Soteria. Nadie puede saber siquiera que estuve allí o lo que soy ahora. No pretendo lastimarte, pero no puedo dejar que me expongas. Jamás —gruñó la última palabra entre dientes.
Un temblor de miedo pasó a través de ella junto con una sacudida de furia.
—¿Fuiste el que mató a mis padres cuando se acercaron demasiado?
Él sacudió la cabeza en negación.
—No me gusta tomar vidas humanas. Son demasiado cortas. Daimons, demonios, inmortales y dioses… ellos son suficiente entretenimiento. Pero no me entrometo con humanos si puedo evitarlo. No les haría lo que me hicieron a mí.
—¿Qué te hicieron?
Hizo una mueca y se alejó. Intentó ponerse en pie, entonces se tambaleó y cayó de nuevo al suelo. Su expresión era de desconcierto, le recordaba a un niño no a un poderoso dios.
—¿Qué me pasa?
—Creo que estás borracho —parecía extremadamente embriagado.
—Estoy borracho, pero no sé por qué –empezó a tenderse en el suelo.
Miley lo detuvo.
—Tenemos que conseguir que vuelvas a la cama. Vamos, dulzura, ayúdame a llevarte allí. (kdsahfldsljgsd ella es un amor)
Mientras se dirigían hacia la cama, su pelo se volvió negro, después de un verde muy oscuro entrelazado con líneas negras. Incluso habiendo sido perforado, el piercing de su nariz se desvaneció junto con las cicatrices. Lo ayudó a tenderse y lo cubrió con una sábana. Cuando cerró los ojos, se dio cuenta de algo.
Por primera vez, estaba viendo a su persona real. Estaba completamente desnudo y expuesto. Y no estaba hablando de su cuerpo. No tenía defensas contra ella. Ni gafas de sol o piercings tras los que ocultarse. Estaba completamente vulnerable y algo le decía que nunca había estado de esa manera con nadie.
Le pasó la mano sobre el pecho cuando otro pensamiento atravesó su mente. Nicholas era Atlante.
Atlante… Conocía los secretos que había tratado de aprender durante toda su vida. Diosquerido, estaba tocando a alguien que había vivido miles y miles de años. Apenas podía concebirlo. Él había visto las culturas que siempre la habían fascinado.
—¿Nick?
—¿Mmmm?
—¿Cómo erala Atlántida?
Dejó escapar un cansado suspiro.
—Era horrible y hermosa.
—¿Puedes enseñármela?
Nick se despertó con el peor dolor, imaginable, atravesándole la cabeza. Por un mero instante, pensó que era humano nuevamente, despertándose después de una noche de beber en exceso y drogarse.
Pero esa vida había sido hacía miles de vidas.
Parpadeando para abrir los ojos, se encontró desnudo en la cama con Miley sentada en el suelo, mirándole como si estuviese en shock mientras un extraño ruido de fondo mantenía un ritmo apagado y repetitivo.
—¿Ocurre algo malo? —Preguntó, con la voz espesa y rasgada.
Ella levantó la cara mientras fruncía el ceño.
—Define “algo malo”.
Nick se pasó una mano por la cara.
—¿Me golpeaste con un martillo mientras dormía?
—No.
—¿Entonces por qué me siento de esa manera?
Ella no se movió de su posición en el suelo.
—Aparentemente no puedes aguantar un Sprite, tío.
—¿Qué…?
Señaló las dos botellas verdes de plástico vacías sobre la mesilla de noche.
—Sabías que cuando te emborrachas, ella se emborracha también.
—¿Ella?
Miley señaló hacia el extraño sonido que Nick había estado oyendo, pero ignorando. Se volvió a mirar para ver a Simi roncando, tendida en el suelo bajo la televisión, con las piernas apoyadas contra la pared mientras dormía sobre la espalda. Eso no habría sido tan malo, pero el hecho de que estuviera en su forma de demonio, con cuernos, cola y alas hizo que se le encogiera el estómago.
—No te mereces estar tendida en una habitación en un bar para tu primera vez.
—Y eso es justo aquí, porque yo quiero estar contigo. Tú eres el único hombre al que he conocido que pensaría en eso.
Porque él sabía lo que era ser despiadadamente violado y estar angustiado por ello. Por alguna razón, la primera vez se quedaba en la memoria de todo el mundo. Eso fue por lo que siempre se aseguró de tener especial cuidado con vírgenes y por que había sido tan bueno en lo que hacía. Nadie se merecía ser humillado de la manera en que él lo había sido. Llorar por el dolor de esto y que se burlaran mientras él rogaba piedad.
Deja tu maldito lloriqueo, pu/ta. Esto terminará cuando yo acabe contigo. Él le había abofeteado con tanta fuerza con el dorso de la mano, que le había roto la nariz. Ahí tienes. Ese dolor apartará el otro de tu mente.
¿Por qué con todos los poderes que tenía no podía purgar sus propios recuerdos? ¿Por qué once mil años no eran suficientes para hacer que el dolor se desvaneciera?
Todo lo que quería era un momento libre de esos recuerdos. Un lugar a salvo donde nadie le recordara lo que le habían hecho. De lo que se había hecho a si mismo.
Miley frunció el ceño ante las sombras que vio en los ojos de Nick como si algún doloroso recuerdo lo torturase. Ella quería aliviar ese dolor más que nada. ¿Por qué no la dejaba?
—¿Nick?
Él alcanzó a bajar la mano sobre la cicatriz donde la habían operado.
—No deberías salir de la cama.
—No me duele. No lo entiendo, pero no me duele. Y no quiero volver a la cama sola. ¿Vas a hacer que te suplique?
Nick curvó los labios.
—Tú no suplicas por nada.
Ella le bajó la cabeza de modo que pudiera besarle.
Nick gruñó cuando ella removió en su interior un parte animal que le asustaba. Pero se negaba a admitirlo.
—No voy a tomarte igual que a una pu/ta en el cuarto de atrás, Soteria. Deja que acabe de tocar con los Howlers.
Ella lo miró con sospecha.
—¿Entonces volverás?
La vacilación en sus ojos hizo que se doliera por él. Él dejó escapar un profundo suspiro antes de hablar.
—Volveré.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Ella le besó la punta de la nariz, esperando que él estuviese siendo honesto con ella.
—Voy a retenerte con eso.
Nick tragó. No tenía que hacerlo. Una vez hacía una promesa, estaba enlazado por las leyes del universo a verla cumplida o morir.
—Descansa hasta que yo vuelva. —la besó en profundidad.
Miley se derritió ante la sensación de su brazo alrededor de ella mientras le ahuecaba la mejilla con su otra mano y hacía estragos en su boca.
Él se echó atrás y dejó escapar otro profundo suspiro como si luchase por la fuerza para dejarla ir.
Ella le sonrió.
—No me hagas esperar demasiado.
Él asintió mientras la dejaba vestirse.
Miley se puso la ropa antes de salir otra vez para encontrar a Justina y Katherine de vuelta en las escaleras. El calor incendió sus mejillas hasta que recordó que esa habitación estaba completamente insonorizada.
—¿Me puedes dejar el teléfono móvil?
Justina lo sacó y se lo tendió.
Ella llamó a Pam.
—Hey, dulzura… no, estoy bien. Estoy en el Bar Santuario a la altura de Ursulines. ¿Alguna posibilidad de que os tenga a las dos aquí?
—Claro. Estaremos allí enseguida.
Miley colgó el teléfono y se lo devolvió a Justina.
—Sólo para vuestra información, voy a salir fuera unos minutos, volveré pronto.
La expresión de Katherine se volvió severa e inamovible.
—No vas a air a ningún lado sin nosotras. Tenemos órdenes estrictas de mantenerte a salvo a toda costa.
Nick… casi podría golpearle por esto, pero entonces otra vez esa parte protectora que adoraba de él era lo mejor. Al menos algunas veces.
Incapaz de lucha, Miley alzó las manos.
—Bien. Solo no se lo digáis a Nick. Saldremos a dar una vuelta y regresaremos antes de que él termine el próximo bloque.
Katherine no parecía convencida.
—No estoy tan segura de eso.
—Oh, vamos. Será a la vuelta de la esquina. Estaremos bien. Además la avanzadilla va por delante. Sabremos estar atentas.
Katherine todavía se resistía.
—Yo confío en ella —dijo Justina— Es testaruda, pero no est/úpida. Miley no lo haría si pensase realmente que hay un problema.
Katherine finalmente cedió.
—De acuerdo. Así que, ¿A dónde vamos?
Miley sonrió abiertamente.
—Es una sorpresa.
Miley vaciló en el umbral de la sobre iluminada tienda. Quizás no fuera tan buena idea después de todo… echó una mirada por encima del hombro de Pam quien estaba orgullosa mostrando su más preciada posesión, su clásica camiseta de la gira de Duran Duran de 1984.
Pam la empujó hacia delante, entrando en la tienda.
—Oh cállate y entra. Este es uno de mis lugares favoritos y es perfecto para lo que quieres.
Lo cual realmente no consolaba a Miley ya que el sentido de la moda de Pam era el polo opuesto al suyo propio. Mientras ella era conservadora, Pam era escandalosa.
Kim la empujó desde atrás mientras Justina y Katherine optaban por permanecer fuera en Bourbon Street.
—Vamos, chicas, estamos bloqueando la salida. Aquí hay peligro de incendio.
Los ojos de Miley se ensancharon cuando profundizó más en la Cajade Pandora, la cual estaba llena con corsés de clavos y cuero negro y osos de peluche. Todo tipo de juguetes sexuales y ungüentos. ¡Oh mi mundo! Puede que fuera aventurera, pero la verdad, algunas de aquellas cosas eran demasiado para ella… al igual que los diminutos bikinis de hombre que tenían una trompa de elefante donde debería estar cierta parte de la anatomía masculina.
—Creo que iremos a la pequeña tienda de lencería de la esquina.
—Esto es mucho mejor —Pam la empujó a un mostrador de bragas comestibles.
Miley se encogió ante el pensamiento de ponerse algo como eso… ¿Le gustaría a Nick?
—No estoy lista para todo esto. ¿No podemos introducirme lentamente?
Pam bufó.
—¡Eres una mojigata! ¿Cómo puede una mujer que vive a para tirarse en caída libre enco/gerse por unas bragas comestibles?
—Porque nadie me ve las bragas cuando salto y ciertamente no se las comen para sacármelas.
Pam le dedicó una malvada risa.
—Créeme, las braguitas son mucho más divertidas que saltar en paracaídas. Y dada la altura de Nick, lo veo más como una pértiga de salto —ella alzó las cejas juguetonamente.
Miley puso los ojos en blanco.
—¿Qué hay de esto? —Kim sostuvo un par de llamativas esposas rosas—. Estas podrían ser divertidas… ooo y mira el dicho sexual. Consigue girarte para posiciones y actos.
—Hola, ¿Puedo ayudaros, chicas?
Miley se volvió para encontrar una mujer no mucho más baja que ella con el largo pelo castaño y un muy redondo y embarazado cuerpo. Vestida toda de negro, tenía un collar de púas que estaba decorado con cadenas y amatistas. Ella sonrió cuando Pam se volvió a saldarla.
—Hey, chica, ¿Cómo te ha ido con esos látigos?
Pam sonrió con orgullo.
—Igual que un encantamiento, hasta que los rompimos. Los hombres apestan.
La mujer le hizo un diabólico guiño.
—Sí, pero es entonces cuando más los amamos.
Pam se rió.
—Tabitha Magnus, te presento a mi amiga Miley Kafieri.
Tabitha tomó aire con fuerza mientras levantaba la cara y llevaba su mano en un gesto de cortarse la garganta.
—Ex-nay on the Greek ame-nay. Mi marido está en la trastienda haciendo la contabilidad y tiene un problema mental con todo lo Griego.
Kim la miró sorprendida.
—¿De veras? Pensé que era Italiano.
—Lo es. Es todo ese rol de Roma contra Grecia que nunca ha superado realmente. Es un cabeza hueca, pero le amo.
Pam indicó el vientre de Tabitha.
—Obviamente, y considerando tu condición y la tienda de tu propiedad, diría que al menos lo amas.
Tabitha se rió insidiosamente mientras colocaba una protectora mano sobre su distendido vientre.
—Cariño, si vieras a ese hombre desnudo, también lo harías tú. —se rió— Así que, ¿Qué puedo hacer por vosotras, chicas?
—Miley está planeando tener sexo.
—¡Pam! —Miley se habría escondido bajo el perchero más cercano de no ser por que contenía alas sexuales y otras cosas en las que no quería pensar.
Pam le dedicó un inocente guiño.
—Bueno lo estás, ¿no? No es como si Tabby no fuera a adivinarlo por el hecho de que estemos aquí. Por no mencionar que puedes ver que ella tiene a algo suyo. —ella indicó otra vez el estómago de Tabitha.
Miley gruñó mientras sacudía la cabeza, entonces habló a Tabitha.
—Me disculpo por Pam. Le golpeé accidentalmente la cabeza con un bate de beisbol cuando estábamos en quinto grado y le saqué la seriedad. Nunca ha sido la misma desde entonces.
Tabitha se rió.
—No puedes avergonzarme. Créeme. Pam y yo estamos cortadas por el mismo patrón. Así que háblame un poco de ese tío y te encontraré la cosa perfecta para él.
Miley sonrió ante el mero pensamiento de Nick. Ella no sabía porque pero esto la hacía sentirse mareada y caliente.
—Bueno, él es alto y de pelo negro.
—Alto, por favor —bufó Pam mientras Kim se reía— El hombre es un gigante. Ella encontró al único tío de dos metros siete que he visto jamás. Ooh y Tab debes conocerlo. El es gótico y maravilloso.
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