—Amaba a mi padre más que nada. Pero por mucho que me duela admitirlo, sé que él está muerto. Nick no lo está. Mejor que todos se rían de mí a que se rían de él.
Artemisa la miró sin poder creer que dijera tal cosa.
—Tú realmente lo amas, ¿no es así?
—Más que a mi vida.
—Y más que a tu dignidad. —Había una nota de respeto en su voz. Artemisa se giró para mirar a Nick. Cuando ella miró de nuevo a Miley, tenía lágrimas en los ojos—. Cuida de él, Soteria. Dale lo que yo no pude darle. —Le apretó suavemente la mano antes de retirarse.
Nick se puso de pie mientras Artemisa se le acercaba. Vio anhelo en sus ojos cuando ella comenzó a tocarlo, pero incluso ahora, no se atrevía a hacerlo en público.
—Quiero que tú y tu humana tengan una buena vida. Pero también quiero recordarte una cosa.
—¿Y es?
—Nunca habrá otro Dark-Hunter que se libere. Tu felicidad viene a expensas de su libertad porque no hay nadie más con quien quiera negociar. Nadie más que pague la tasa que tú pusiste hace siglos. Sabiendo esto, Espero que duermas bien por la noche.
Nick apretó los dientes de rabia por su frialdad mientras ella se alejaba. Empezó a ir tras ella, pero Miley lo detuvo.
—Déjala ir, Nick. Tenemos el diario. Sus Atlantikoinonia han sido neutralizados y mi equipo no sabe nada acerca de nuestra búsqueda. Simplemente creen que hemos cambiado de dirección. En conjunto, hemos hecho un buen trabajo.
—Pero ¿Qué hay acerca de los Dark-Hunters?
Ella sonrió con un nuevo optimismo.
—La única cosa que he aprendido en de todo esto es que no está terminado hasta que todas las cartas se juegan. Ella enseñó su as, pensando que no podemos ganarle. Pero hay cincuenta y una cartas más en la baraja y el juego no ha terminado aún. Pensaremos en algo. Su pequeña escena aquí sólo demuestra que ha jugado su mejor mano. Eso era todo lo que podía hacer para herirte, lo que es exactamente el por qué lo hizo. No la dejes arruinar tu día, bebé, y no dejes que nos quite lo que tenemos. Hemos llegado hasta aquí juntos. ¿Qué es otra diosa amargada para nosotros? Como mi papou siempre decía, a lo largo, bajo, alrededor o a través de. Siempre hay un camino y nosotros nos encargaremos de encontrarlo.
Por su expresión ella podría decir que el quedó impresionado.
—¿Cómo puede una mujer tan joven ser tan sabia?
—Soy un alma vieja.
—Y yo soy un hombre afortunado de tenerte.
Ella sonrió mientras le entregó el diario de Ryssa.
—Sí, lo eres. Pero eso está bien. Soy una mujer afortunada de tenerte.
—Todavía pienso que uno de vosotros debería dejar quela Simise coma a la diosa-vaca. Ella sería buena comida.La Simi incluso la compartiría con su hermana.
Riendo, Miley tomó la mano de Nick y una vez que la sala estaba vacía, él la transportó a Katoteros. Simi fue a ver televisión.
Sin decir ni una palabra, él tiró de Miley a través dela Salade Trono hacia el salón de baile que no se había utilizado desde su madre destruyó el panteón Atlante.
Miley frunció el ceño mientras Nick giró y empezó a caminar hacia atrás sonriéndole. Las puertas se abrieron cuando él se acercó y en el minuto en el que estuvo dentro de la enorme habitación oscura cambio su ropa a vintage punk de 1978, con botas de combate negro, jeans rotos, una desgarrada camiseta de Union Jack negra y una chaqueta motociclista con cadenas y un símbolo anarquista en la espalda.
—¿Qué estás haciendo? —Las palabras apenas habían dejado sus labios antes de que su propia ropa cambiase al mismo vestido que su madre había usado la noche que conoció a su padre.
Las puertas se cerraron, sellando la oscuridad. Un instante después, una luz apareció para mostrar una bola plateada de espejos, al mismo tiempo que la canción "Last Dance" de Donna Summer comenzó a sonar. El suelo bajo sus pies se iluminó como una disco de la época de los 70 mientras Nick la giraba bajo el brazo.
Sonriéndole, empezó a cantar,
—Te necesito. Conmigo. A mi lado... Para guiarme. Para sostenerme. Para regañarme...
Ella se rió, incluso mientras lágrimas de felicidad llenaban sus ojos. Mientras el ritmo se incrementó, bailó con ella cuando estaba llorando y riendo tan exageradamente que llegaba al punto de parecer que había perdido la razón.
El hecho de que había recreado este recuerdo para ella, pese a que odiaba su música con pasión...
Él era el mejor.
Ella se rió mientras él se trasladó sin problemas alrededor de la pista de baile con ella.
—Tú harías a John Travolta preocuparse por su dinero.
—Síp, siento lo de mi ropa. Lo he intentado, pero no puedo hacer que aparezca sobre mi ese tipo de ropa. Demonios, no pude vestir el look disco incluso cuando era popular. Juro que soy alérgico al poliéster. Gracias a Dios por el movimiento punk. De lo contrario hubiera estado desnudo durante una década.
Ella se rió cuando trató de imaginárselo en un traje verde. No, definitivamente no funcionó.
Ella prefería pensar sobre él desnudo. Pero sólo cuando estaban solos.
—Así que, ¿qué es lo que usabas en el tiempo que fuiste humano?
—Una sábana.
Miley asintió mientras pensaba en ello.
—Sabía que de eso era de lo que hacían los chitones. Geary dijo que yo estaba loca, pero yo siempre lo sospeché.
Nick se congeló mientras se dio cuenta de que no había entendido su referencia sobre ser una prostituta. Ella pensaba que sólo estaba describiendo la trama de su ropa. Para ella, él era un hombre. Nada más y definitivamente nada menos.
Levantándola y girando con ella, la mantuvo cerca, saboreando la forma en la cual ella nunca le recordaba su pasado.
Y cuando la bajó, ella estaba vestida como una princesa Atlante.
Miley jadeó ante su larga y fluida bata. De un brillante azul, descendía en pliegues de un corsé azul mas profundo que estaba cubierto con perlas y zafiros. Pero lo que hizo su cara sonrojarse aún mas era el fino material que apenas cubrían sus pechos. Sus pezones eran claramente visibles.
—¡Oh no! Dime que ellas no usaban esto.
Asintiendo, él la giró para que se mirara el espejo que apareció de la nada, para que pudiera ver todo el conjunto, mientras se movían juntos. Cadenas de oro caían desde sus hombros descubiertos hasta sus codos y su cabello, que estaba rizado, estaba cubierto con una bella pieza de oro. Miley se contemplo a sí misma, adorando la ropa pero odiando el ser demasiado alta, demasiado flaca y demasiado sencilla para hacerle justicia.
Y mientras observaba a Nick sobre su hombro, todavía vestido como un roquero punk, ella quiso llorar. Él era hermoso y ella parecía el premio de consolación.
—Nick —dijo, su voz entusiasta—, ¿puedes hacer algo por mí?
—Cualquier cosa, Sota. Dilo y es tuyo.
—Hazme hermosa.
El giró su rostro hacia él y le dio un beso en los labios que prendió fuego a su sangre. Retirándose él le sonrió.
—Ya está. Eres la mujer más bella del mundo.
Miley se giró hacia el espejo, muriéndose por ver como lucía.
Cuando se vio a sí misma, frunció el ceño.
No había cambiado.
—¡Nick!
—¿Qué? — le pregunto inocentemente, tirando de su espalda contra su pecho a fin de que pueda mirarla en el espejo.
—No hiciste nada.
Su mirada se encontró con la suya y la sinceridad en esos remolinantes ojos de plata la quemaron.
—Tú eres la mujer más bella del mundo, Soteria. Esta es la mujer de la que me enamoré y no hay nada acerca de ti que yo cambiaría.
Recostándose sobre él, se inclinó para tocar su mejilla.
—¿De verdad?
—Por supuesto. Y espero que algún día, tengamos una casa llena de niños que luzcan como tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario