jueves, 6 de junio de 2013

Acheron - Cap: 48


—Oh no, querida. Lo que tiene se lo ha ganado. Créeme. Pero nadie que conozca, y conozco mucha gente que lo ha conocido durante años, sabe algo de su pasado o su familia. Él se niega a hablar de eso.
Lo que significaba que debía ser brutal. ¿Por qué más lo escondería? Pensar en la familia debería ser reconfortante. Ella estaba constantemente pensando en ellos y sonreía. El hecho que Nick se cerrara completamente al tema lo decía todo.
Eran fuentes de dolor para él.
Con el corazón apesadumbrado, miró cómo el partido se reanudaba. Nick era realmente adorable mientras corría junto a los niños que apenas podían jugar. Ellos se chocaban unos contra otros y caían en la cancha. Nick regresaba para asegurarse que estaban bien antes de levantarlos y ponerlos de pie.

Nunca había visto algo como eso. Pero eran completamente adorables. Especialmente Nick en toda su gloria Gótica.
Sunshine desenterró una bolsa de tortitas de avena de canela.
—¿Quieres una?
—Gracias —dijo ella tomando una de la bolsita.
Mientras tomaban la botana, una madre y su hijo pequeño, que se encontraba en silla de ruedas se aproximaron y se situaron a su lado, para que el niño pudiera ver el juego. Tenía cabello corto y brillantes ojos azules, hizo una mueca como si tuviera mucho dolor mientras la madre gentilmente acariciaba su espalda. Era casi una copia exacta de la madre, excepto que tenía un patrón de pecas sobre el puente de la nariz.
Miley se deslizó hacia abajo para sentarse cerca.
—Hola —dijo sosteniendo la mano en su dirección—. Me llamo Miley.
Miró hacia su madre para asegurarse que estaba haciendo bien al hablar con ella.
—Su nombre es Toby.
—¿Toby? —le sonrió—. ¿En serio? Mi amigo Nick estaba jugando con un niño llamado Toby esta mañana enla Xbox.
El niño sonrió a través de las lágrimas.
—¡Ése era yo! ¡Le pateé el trasero!
—Toby —lo reprendió la madre —cuida tu lenguaje. ¿Qué te he dicho acerca de eso?
Se sentó mas erguido en la silla.
—Bueno, pues lo hice.

Miley se presentó y lo mismo hizo con Sunshine y la madre de Toby.
—¿Entonces vinísteis a ver a Nick?
Toby negó con la cabeza
—Mi hermano Zack es el número siete del equipo azul.
—Oh —dijo mientras señalaba al niño de cabello marrón—. Es el mejor jugador del equipo.
El timbre sonó marcando el medio tiempo. Nick se acercó corriendo. Las mejillas estaban coloreadas de rojo por el ejercicio. Sostuvo la mano frente a Toby para que chocara los cinco.
—Hola Tobinator. ¿Cómo estás?
Toby gritó con regocijo.
—¿Podemos jugar? —le preguntó.
Nick miró hacia Trish.
—¿Está bien?
Ella frunció el ceño con aprehensión.
—Sé gentil. Ha tenido una sesión dura con el terapeuta.
—Lo seré —lo levantó y meció contra el pecho antes de regresar a la cancha donde los equipos estaban practicando nuevamente.

Zack le pasó el balón a su hermano. Riendo, Toby lo cogió y Nick lo llevó hacia la canasta para que pudiera clavarla en la canasta que había sido modificada para su pequeña talla. Sostuvo a Toby sobre la cabeza y lo giró hacia adelante y atrás, haciendo que gritara de felicidad.

Los ojos de Trish se nublaron al ver a Nick con su hijo.
—No sé lo que haría sin ese hombre.
Miley frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
Trish se limpió los ojos.
—Toby y mi esposo estuvieron en un horrendo accidente de coche hace un año. Barry murió al instante y Toby quedó parcialmente paralizado. Durante semanas, en el hospital, no le respondía a nadie. No deseaba comer o hablar. Entonces un día Nick y una amiga suya vinieron y estuvieron cantando con los niños del ala donde estaba, dándoles regalos. Cuando lo vio, se dirigió a Toby y lo siguiente que supe era que le había hecho reír de nuevo. —Sollozó—. Sólo verlos ahí... Dios bendiga a ese hombre.

Nick estaba sosteniéndolo para que pudiera votar el balón mientras su hermano trataba de bloquearlo. Levantándolo, simuló ir a la derecha y corrió hacia la canasta para que pudiera encestarla de nuevo. El niño levantó las manos y gritó triunfante. Nick le hizo cosquillas antes de cargarlo en sus brazos y correr a dejarlo con la madre nuevamente
Colocó a Toby en la silla de ruedas y deslizó el brazo sobre su rostro sudoroso.
—Muy bien Tobe, tenemos que volver al partido. Pero Zack quiere una revancha después.
—La tendrá.
Le alborotó el cabello antes de dirigirle una mirada a Miley.
—¿Estás bien?
—Perfecta.
—Genial. Pero mantente lejos de los pastelillos de avena de Sunshine. Talon dice que son repugnantes.
—¡Hey! —Gritó indignada Sunshine—. Te atraparé por eso, Nick.
Riendo se levantó y regresó al centro de la cancha.
—¿Cómo estás Toby? —Preguntó Trish con la voz llena de preocupación—. ¿Hizo eso que te doliera más?
Sonrió.
—No. Me siento genial. Nick dice que estaré caminando para estas fechas el próximo año.
La madre frunció el ceño mientras el pensamiento le llenaba de dolor.
—Oh bebé... tú sabes lo que piensan los doctores.
Toby levantó la barbilla.
—Yo creo en Nick. Si dice que estaré caminando, lo haré. Sólo espera y verás.
Miley le sonrió al niño.
—Ése es el espíritu.
Toby le tomó la mano mientras veían el resto del partido y animaban a Zack.
Cuando terminó el partido, Talon tomó un balón para tirarlo de nuevo.
Nick se burló.
—Deja de avergonzar a tu grupo genético, Celta.
—Cállate T- Rex. —Tiró y falló.
Nick se acercó para pararse frente a Toby con los brazos en jarra.
—¿Listo, mequetrefe?
—¡Listo!
Nick lo levantó y miró hacia Miley.
—¿Sabes cómo jugar?
—Ha pasado un tiempo, pero sí.
La provocó con una sonrisa.
—¿Quieres unirte al juego?
—Me encantaría.
Talon le dio el balón mientras se acercaba a sentarse junto a Sunshine y tomaba agua.
—Estoy cansado de que se rían de mí. Vé y véngame.


Miley se quitó la chaqueta antes de votar el balón contra el piso. Nick sostuvo a Toby contra su pecho.
—Muy bien Toby, vamos a acabar con la kyria.
Toby frunció el ceño.
—¿Kyria?
— Señorita.
—Oh. Muy bien.
Miley amagó ir a la izquierda y giró alrededor de ellos mientras corría hacia la canasta. Estuvo a punto de llegar cuando Toby tomó el balón y Nick lo levantó sobre los hombros. Gritando feliz tiró hacia la canasta y encestó.
—Y la multitud se vuelve loca. Ahhhh. —Nick imitó el sonido de animados expectadores.
—¿Hey Nick? —Preguntó Zack corriendo hacia ellos—. ¿Puedo clavar una también?
—Seguro —llevó a Toby hacia Miley quien tomó al niño. Él envolvió los pequeños brazos contra su cuello, gesto que la desarmó por completo, mientras Nick tomaba a su hermano y lo colocaba sobre los hombros.
Zack clavó el balón y levantó las manos triunfante mientras brincaba en los hombros de Nick.
Trish se acercó, sacudiendo la cabeza ante ellos.
—Muy bien niños, dadle las gracias a Nick, pero es tiempo de que nos vayamos y el siguiente equipo ocupe la cancha.
Toby hizo un mohín.
—Ay, mamá —gimió Zack mientras lo depositaban en el suelo.
Entonces Nick tomó a Toby de sus brazos y lo regresó a la silla de ruedas.
—No te preocupes mequetrefe. Venceremos a Zack en un par de semanas cuando regrese.
—Muy bien y no olvides lo del sábado siguiente. ¡A las nueve en punto!
Nick hizo un antiguo saludo Romano.
—Siempre a tu servicio mi señor y torturador. —Pasó la mano sobre el cabello de Zack—. Jugaste increíblemente bien hoy. Continúa practicando.
—Lo haré. Adiós Nick.
—Adiós niños.
Miley caminó hacia él mientras la familia se marchaba.
—No eres tan gilipo/llas.
La miró, haciéndola desear verle los ojos a través de los oscuros lentes de sol.
—Confía en mí, puedo serlo. Pero tengo ciertos requisitos antes de romperle el trasero a alguien.
Talon resopló mientras los pasaba.
—Sí, tómalo de alguien que ha arriesgado el trasero por él. Nick no es todo juego y diversión.

Sin pensar, Miley colocó las manos sobre las caderas de Nick y se reclinó contra su espalda. Al momento que lo hizo, se percató de que se había equivocado mientras una ola de deseo la golpeaba fuertemente, eso, fue lo que pudo hacer para no atraer la boca masculina hacia la suya. Oh querido cielo, el hombre estaba sudoroso, pero no apestaba en absoluto. En cambio, olía tan bien que quería morderlo.
Todo lo que quería hacer era recorrer con las manos ese duro pecho y mordisquearlo hasta que rogara por más.
Nick no podía respirar mientras se endurecía hasta un punto doloroso. Gracias a los dioses que no estaba usando pantalones apretados. Y el pensamiento de que las manos estuvieran a unos pocos centímetros de su pe/ne sólo hacía que doliera más.
Aclarándose la garganta ella dio un paso atrás.
—¿Cuántos partidos más tienes que arbitrar?
—Dos.
—Muy bien, voy a regresar a mi asiento y comer algunos panecillos de avena. Buena suerte con los niños... oh y mi favorito tiene que ser ese pequeño niño ahí, escarbándose la nariz.
Nick no habló mientras ella iba a sentarse cerca de Sunshine. Utilizó toda su fuerza de voluntad para no tirar de ella hacia él.
Talon le dio el balón. 
—¿Estás bien T-Rex?
—Estoy bien ¿Por qué?
—Porqué en todos los siglos que llevo conociéndote. Nunca había visto que hicieras eso con una mujer antes.
—¿Hacer qué?
Rió.
—Hombre, no creo que necesites que te diga que es eso. —Lanzó una increíblemente rápida mirada hacia la ingle de Nick.
Nick incómodo miró hacia abajo para asegurarse que no estuviera llamando la atención. Estaba duro, pero quería asegurarse de que no fuera obvio.
Gracias a dios, no lo era.
Lo cual llevaba a la pregunta... ¿Cómo lo supo Talon?

De la nada un balón se dirigió a su cabeza. Lo tomó. Levantando el silbato, sopló para llamar a los jugadores e iniciar el partido.
Miley todavía estaba temblando por lo que había pasado. Por lo locamente que deseaba una trozo de ese hombre...
Sunshine se limpiaba las migajas de la blusa.
—¿Estás segura de que solo sois amigos?
Trató de parecer indiferente.
—¿Qué quieres decir?
—Nunca antes he visto que Nick permita que alguien lo toque desde atrás. Normalmente gira en la habitación si alguien se acerca a su espalda. El hecho de que no girara... es altamente sospechoso.
Miley frunció el ceño ante el nuevo descubrimiento.
—No sabía que eso lo molestaba. Me trajo aquí en la parte de atrás de la motocicleta.
Sunshine le lanzó una mirada llena de asombro.
—Tocada, niña. Eres especial.
—¿Lo crees?
—Dulzura, créeme. Lo que acabas de hacer es un maldito milagro y realmente desearía que pudieras apreciar que increíble fue.
Tomó un sorbo de agua mientras veía a Nick dirigir un partido de niños mayores. Mientras lo miraba y reflexionaba sobre lo poco que sabía acerca de su pasado, tuvo un presentimiento muy malo acerca de su niñez.

Solo había una razón en la que podía pensar que le molestara tanto que alguien se colocara tras él. Y el pensamiento le provocaba náuseas.
Cada vez que he cometido el error de confiar en alguien… es un error del que me arrepiento y por el que pago eternamente. Estoy muy feliz que nadie te haya herido, pero yo no he sido tan afortunado, ¿vale?
Sus palabras corrían portentosamente en sus oídos mientras lo observaba pitar una falta.
Por favor, permite que esté equivocada…
Cuanto más pensaba en ello, más sentido tenía. Alguien le había hecho mucho daño en el pasado. Tanto, que no  podía con ello.
Por eso escondía los ojos al mundo. ¿Por qué agujereaba una cara tan perfecta que pedía ser tocada? ¿Por qué se vestía con ropas góticas? Para alejar a todo el mundo.

Cerró los ojos. Era todo lo que podía hacer para no correr a abrazarle. Para jurarle que estaba a salvo. ¿Qué idea est/úpida era esa? El tío era grande y fiero. Lo último que necesitaba era su protección.
Pero no siempre había sido un hombre...
Miley se estremeció recordando lo que había dicho de sus padres. ¿Qué le habían hecho?
No habló mucho hasta que terminaron el último juego. Nick y Talon se quedaron en el otro lado para hablar con Perry un momento.
Sunshine estaba recogiendo sus cosas cuando Talon se acercó.
—¿Te has divertido, cielo? —preguntó a su marido.
Talon le sonrió.
—Creo que tendríamos que hacernos unas cuantas de esas cositas.
Sunshine se rió.
—En cuanto estés preparado. Mi madre está más que deseosa de ser abuela.
Talon la besó apasionadamente.
—Sí, definitivamente, necesitamos irnos a casa y practicar.
Sunshine le empujó con una sonrisa y le tendió el bolso.
—Indícame el caminó.
Talon contuvo el aliento volviéndose hacia Miley.
—Me ha encantado conocerte.
—A mí también.
Sunshine se colgó del brazo de Talon.
—No te olvides de lo que te dije. Si nos necesitas...
—Vale.

Nick se quitó el silbato por la cabeza acercándose a ella y se lo guardó en el bolsillo.
—Espero que no os hayáis aburrido mucho en las gradas.
—No, la verdad es que me he divertido. Tienes unos amigos estupendos.
—Sí que los tengo.
Se inclinó a reco/ger el abrigo. En el momento en que lo hizo, decidió probar su teoría. Se acercó y pasó la mano por la tira de la coleta que llevaba sobre el cuello. El anillo se le enredó en el pelo y tiró.
Siseando de dolor, le agarró la mano y la apartó con brusquedad de su pelo.
—Nunca vuelvas a tocarme así. —el gruñido era tan animal que de verdad pensó que podría golpearla.
Se tragó el nudo que tenía en la garganta.
—Nunca te haría daño, Nick.
No respondió. Recogió la mochila y el casco del suelo y se fue a zancadas hacia las puertas.
Maldiciendo, cogió su chaqueta y su casco y le siguió, con ganas de llorar.
—¿Nick?
No se paró hasta que llegó donde estaba la moto. Se puso las llaves entre los dientes mientras se ponía el abrigo.
—¿Nick? —repitió—. Lo siento. No pretendía enfadarte.
Nick intentaba calmarse. No había hecho nada malo y lo sabía. Sólo que...

Rechinó los dientes por los recuerdos. Se habría afeitado la cabeza de no ser porque sólo había una cosa que odiara más que le tiraran del pelo y era sentir el aliento de alguien o simplemente la brisa en la nuca. Odia que la gente le soplara en las orejas o se le acercara demasiado, especialmente por la espalda. Después de todo este tiempo, un toque, un aliento le hacían sentirse despreciable. Le hacían sentirse...
Como una pu/ta.

Pero Miley no era parte del pasado. No era la Artemisa que utilizaba esas tácticas para recordarle su lugar en el mundo. Para recordarle que debería estar agradecido de que le permitiera cualquier clase de dignidad.
Miley era simplemente una mujer que tocaba a un hombre sin conocer las cicatrices que marcaban su alma.
Soltó el aliento, calmándose.
—Lamento haber reaccionado así. Es que no me gusta que me toquen el pelo.
—Tomo la debida nota. No volverá a ocurrir.
Asintió con la cabeza.
Miley levantó el casco viendo como cerraba los ojos otra vez, se quitaba las gafas de sol y se ponía el casco. ¿Era consciente de lo que hacía o era tan habitual que ni siquiera se daba cuenta?
—¿Nick?
Se volvió hacia ella apretando la correa de la babilla.
—Creo que tienes los ojos más hermosos que he visto nunca.
Nick se quedó de piedra, conmovido por sus palabras. Artemisa se lo había dicho una vez para después maldecirle por ellos. No te comas el tarro.
—Gracias. —dijo con voz apagada pasando la pierna por encima del sillín de la moto. Colocó la mochilla sobre el depósito y ella montó detrás de él.

Se deslizó contra su espalda con los muslos presionándole íntimamente las nalgas.
Esperaba que la repugnancia habitual le llenara, pero no. Y cuando le puso los brazos alrededor de la cintura y se reclinó sobre su espalda, lo saboreó de verdad. Puso en marcha la moto y miró las manos pequeñas entrelazadas sobre su estómago.
No había permitido nunca que ni un alma montara en la moto con él, ni siquiera Simi.
Le achuchó con un abrazo apretado y tuvo que contenerse para no levantarla de la moto y echarle un polvo como un animal en el parking hasta sofocar el fuego que sentía. Nunca le haría algo así. No era un animal y ella era...
No había palabras para describirla. Era exasperante, cabezota.
Y maravillosa. Absolutamente maravillosa.
Le tocó las manos y le dio un ligero apretón. Luego agarró el manillar.
—Agárrate fuerte.
—Lo haré, Achimou.
Rió y se encogió al mismo tiempo ante el término griego de cariño. Puesto que la pronunciación correcta de su nombre era Ack-uh-rahn, la abreviatura era Ack-ee-moo. Algo que siempre había temido que alguien usara. Por eso había ajustado su nombre al inglés Nick y después a Nick para evitar que alguien hiciera lo que ella acababa de hacer.
Y, por razones que se le escapaban completamente, no le importaba que lo hubiera hecho.

Asombrado, enfiló hacia la salida del parking dirigiéndose hacia la parte de la ciudad donde estaba su casa. No habían llegado muy lejos cuando sintió una sensación rara en la espina dorsal.
Les estaban siguiendo.
Miró a su alrededor y vio un sedan gris acercándoseles mientras el coche de delante reducía la marcha. Nick quería pasar al coche de delante pero había mucho tráfico en el otro carril.
De repente, el coche de enfrente se paró.
Pisó los frenos al mismo tiempo que el hombre del asiento de atrás del coche sacaba un arma y abría fuego.
—¡Agárrate! —rugió mientras las balas impactaban contra él. Si hubiera sido humano, estaría muerto. Como no era el caso, levantó un escudo a su alrededor para evitar que Miley resultara herida y que él sufriera más daño.

Redujo la marcha y después aceleró a tope bordeando el coche por la derecha por el arcén para alejarse de ellos.
Miley estaba aterrorizada y se colgaba de Nick con toda la fuerza que disponía. No sabía cómo habían fallado al dispararles pero estaba agradecida por ello.

Y entonces vio dos coches acercándose.
Nick tomó una curva tan despacio que se asombró de que Miley no se hubiera caído aun con el escudo. No bromeaba. Tenía que ser una experta en montar en moto para tomar esa curva sin caerse.
Consideró el usar sus poderes para sacarles del atolladero, pero eso le daría una pista muy grande de que no era humano y se volvería loca literalmente si los trasladaba al patio de su casa. No, era un dios. Seguro que podía sacarlos de esto.
Eso pensaba cuando un tercer coche se les cruzó. Giró a la izquierda al mismo tiempo que un cuarto coche fue directo a por ellos. Al coche le reventó la rueda trasera.
Maldiciendo, sintió que la moto se le escapaba de debajo. Antes de poder reaccionar, salieron disparados de la moto. Asegurándose de mantener el escudo sobre Miley mientras se deslizaba, Nick chocó contra el suelo resbalando por la carretera.
A la mie/rda con las consecuencias.
+
Estaba a punto de transportarlos lejos cuando el coche que había chocado con ellos le pasó por encima. Nick aulló de dolor cuando las ruedas delanteras y después las traseras le aplastaron las piernas. Incapaz de enfocar en otra cosa que no fuera la agonía de dolor, dejó caer el escudo de Miley al mismo tiempo que ella resbalaba golpeándose contra un contenedor de basura que había contra un poste.

Se le llenaron los ojos de lágrimas luchando por respirar. Volvió a levantar el escudo alrededor de Miley para protegerla de más daño y para dejarla sin sentido mientras se ponía de pie.
El dolor le dio de pleno. Podría ser un dios, pero no era inmune al daño. No podía matarle. Pero dolía de la hostia.
Los hombres abrieron fuego contra él.
Nick levantó la palma de la mano y volvió las balas contra ellos. La furia le consumía mientras los mataba tan inmisericorde como ellos habían intentado matar a Miley.
Todos excepto a uno.
Un hombre pequeño y enjuto que se encogía al lado del Audi marrón que le había pasado  por encima.
—¿Quién co/ño eres? —gruñó Nick.
El hombre no contestó.
Nick le agarró por la garganta y le estampó contra el maletero del coche.
—¡Contesta!
Pero no tenía que hacerlo. En ese momento, Nick lo supo todo de él y de la organización para la que trabajaba. No me mates, por favor...

Oyó las voces del pasado del hombre. Voces de gente que rogaba por sus vidas y a las que este capullo había matado sin ninguna preocupación.
Que así sea.
Nick le apretó la tráquea y le dejó desparramado sobre el maletero sin preocuparse lo más mínimo de quien pudiera estar mirando. Aún no estaba satisfecho. Miró a Miley que yacía inmóvil.
Mientras se acercaba a ella, se dio cuenta de que tenía las piernas desgarradas y la mayor parte de su cuerpo estaba cubierta de rozaduras del asfalto ya que le había puesto a ella su chupa. Pero nada de eso importaba cuando se arrodilló a su lado. Con cuidado le quitó el casco y vio los cardenales en un lado de la cara y la sangre en los labios.
Se quitó el casco. El miedo y la pena le recorrían mientras le toma el pulso. Tenía que estar bien. Tenía que estarlo. Tenía un nudo en el estómago hasta que encontró un débil latido.

Quería llorar de alivio. Todavía estaba viva pero muy débil por los daños internos.
Nick tendió la mano y la mochila apareció en su mano. Colgándosela a la espalda, cogió a Miley y los transportó a ambos al hospital Tulane. La acunó en sus brazos contra él y entró cojeando dolorosamente en urgencias.

Afortunadamente, en el mostrador había alguien a quien conocía, Wanda.
Era una mujer corpulenta afroamericana que jadeó cuando le vio acercarse. Se le doblaron las piernas de dolor y casi se cae. Pero no se cayó. No podía caerse mientras tuviera a Miley en los brazos. Tenía que conseguir ayuda.
—¡Dios mío, Nick! ¿Qué te ha pasado?
No  podía hablar mientras sentía que Miley exhalaba un último y leve aliento antes de morir en sus brazos.

________________________________________
CHAN CHAN CHAN hahhahahhahahah
Comenten mucho o no subo 


3 comentarios:

  1. Te juro que te mato si no subes rapido! Diossss se esta poniendo puta mente buenaaaa!!! Amo esta adaptación y odio cuando no subes 77, hay enserio esta cada vez mejor Bless♡

    ResponderEliminar
  2. En tres días me he leido esta serie y esta super emocionante, espero subas más seguido.

    ResponderEliminar
  3. ahh dios esta buenaaaaaaa siguela porfa
    no seas mala me dejas con la angustia siguela plis c:

    ResponderEliminar