—De todos modos, me alegro que te gusten, porque este es uno que hice — dice, sosteniendo la pila de material en lo alto, revelando que es un vestido elaborado ―Este es el traje del que te hablé. Funcionará bien, creo, porque luce un poco de aspecto medieval y es pesado por lo que te mantendrá caliente. Y, ¡oh! —Ella lanza el vestido sobre la cama y corre de vuelta al armario. Regresa cargando un montón de material negro—. Esta capa luciría realmente genial con esto, en caso de que sea demasiado frío sin un abrigo.
—Esto es realmente amable de tu parte —le digo. Me acerco a la cama, pasando la mano por el rico terciopelo rubí—. Sin embargo no creo que deba llevar esto al laberinto del maíz. Probablemente se va a ensuciar y podría llegar a romperlo o algo así.
Ella sacude la mano. —No hay problema. Puedo arreglarlo. Aquí, ven siéntate. —Indica una silla frente a un hermoso tocador con un triple espejo. El borde posterior del tocador está muy bien organizado y tiene una increíble variedad de maquillaje y productos para el cabello. Tomo asiento obedientemente y comienza cepillarme el pelo.
—Lo que yo no daría por tener tu pelo. Tienes tanta suerte.
Me miro en el espejo, tratando de ver lo que ella ve y que yo no. Mi cabello crece tan recto que sólo lo lavo, peino y lo dejo secar al aire. Ni siquiera tengo un secador de pelo o tenazas. Tal vez todos esos años de no haberle hecho nada rudo a mi pelo lo ayude a verse saludable. Para mí, sólo se ve claro, rubio y lacio, cayéndome hasta la mitad de mi espalda.
—Tengo una idea. Si no te gusta lo podemos desarmar y hacer algo diferente, ¿de acuerdo?
En realidad, se siente bien tener a alguien cepillando mi cabello. Incluso cuando ella está gentilmente tirando y recogiendo pedazos, se siente bien. Cierro los ojos y pretendo que soy una chica normal, sentada en su tocador, con su madre o hermana arreglándole el cabello. Trato de recordar si mi madre alguna vez ha peinado. Ella debió hacerlo cuando yo era una niña, pero no puedo traer un simple recuerdo de eso. En lugar de sentirme triste, como suelo hacerlo, siento una pequeña chispa de ira.
—Aquí ¿cómo está esto? —Avery pregunta. Abro los ojos y sólo puedo mirar. Ella ha envuelto la parte delantera de mi cabello en una especie de diadema natural, entrelazada con collares de perlas rojas que lucen llamativas contra mi cabello rubio. La parte trasera cae en suaves rizos. El miedo se hunde a través de mí, no puedo salir así. Me siento expuesta, con mi escudo apartado. No puedo decepcionar a Avery, sin embargo. Ella se ve muy satisfecha de sí misma.
—Se ve bien —le digo, con mi voz vacilando. Pero en su juventud, no se da cuenta.
—Genial, ¿quieres un poco de maquillaje? —Antes de que pueda ordenar mis pensamientos horrorizados para decirle que no, ella responde —No, creo que estas muy bonita sin él. No lo necesitas― ¿Bonita? No lo creo. —Bueno, vamos a ponerte el vestido y veremos cómo luce todo—Ella mira el reloj de la mesita—Justo a tiempo, también.
Ella sale mientras me desnudo y me pongo el vestido, pero tiene una larga hilera de ganchos en la espalda a los que no puedo llegar, por lo que tiene que ayudarme a hacer eso. Estoy consciente cuando ella está haciendo esto ya que nunca nadie me ha visto en ningún estado de desnudez. Pero para ella de hecho es tan normal que no puedo sentirme tan avergonzada.
Una vez que están todos enganchados, ajusta los lazos en la parte delantera con cordones, tirando el terciopelo alrededor de la seda blanca de debajo, dejando sólo una pequeña muestra, para que se ajuste a la perfección.
—¡Perfecto! —anuncia—. Mira—. Me gira hacia un espejo cheval de cuerpo completo que está en la esquina. Tengo que admitir, que me veo diferente, como alguien que ha salido de un tiempo pasado. El vestido también tiene encaje en las mangas, que exponen el panel de seda blanca que ha cosido por debajo. El cuerpo del vestido es ajustado y la falda está lisa, el panel blanco de seda se repite en la parte delantera de la falda. Es un increíble vestido, que transformaría a cualquier persona que lo llevara.
—Esto es fenomenal —le digo, envolviendo un brazo por sus hombros. Es sólo medio abrazo, aunque es mucho más de lo que podría haber pensado que era capaz hacer hace unas semanas. Me sonríe.
—Te ves muy bien. Ahora, espera aquí. Quiero ver si Nick aún no está en casa para que puedas hacer una entrada.
Ella no espera por una respuesta, sale corriendo de la habitación y cierra la puerta detrás de ella. Me siento nerviosa esperando, hasta que oigo que sus pasos se acercan por el pasillo.
—Bueno, él está aquí, pero tenemos que esperar unos minutos, mientras mamá trae la cámara.
—¿Cámara? —chillo.
—Oh, sí, acostúmbrate a ella. Si vas a ser la novia de Nick, cuenta con que te tomen una foto para, como, cada evento imaginable. Mi mamá es la reina de tomar fotografías.
Apenas escucho la última parte, porque mi mente está atrapada en la otra palabra que ella dijo
—¿Tú crees que soy novia de Nick? —pregunto.
—Bueno, ¡duh! Los vi chicos, besándose ¿recuerdas?
La conmoción en mi cara poco a poco da paso a una sonrisa. Novia. ¡Soy la novia de alguien! No sólo de alguien, la novia de Nick. Al menos, eso es lo que piensa su hermana. Ella probablemente sabe más acerca de estas cosas que yo. No sé lo que piensa Nick, tal vez que sólo somos amigos, pero tal vez no. Tal vez él también piensa en mí como su novia. El pensamiento envía un rayo de luz a través de mí.
Avery me lleva fuera de su habitación, esta vez en la dirección opuesta, hacia las escaleras en la parte delantera de la casa.
—Muy bien todo el mundo, prepárense. Aquí viene.
Todavía estoy sonriendo, pero mi boca se abre cuando comienzo a bajar por las escaleras y veo a Nick. Tiene puesta una camisa blanca suelta, con cordones en la parte delantera y una especie de pantalón negro metido en las botas. Es la mejor interpretación libre de un traje medieval, pero eso no importa, porque se ve increíble. Como un héroe o un caballero salido de un tiempo lejano, esperando en la parte baja de las escaleras por mí.
—Oh, querida, te ves como una princesa —suspira Denisse. Echo un vistazo hacia ella y toma una foto. Mis ojos se dirigen de nuevo a Nick. Él está mirando hacia mí, la expresión de su rostro es intensamente poderosa.
Cuando miro de nuevo hacia él, lentamente sonríe, derritiendo mis rodillas de nuevo. Denisse se mantiene tomando fotografías mientras camino hacia abajo, y cuando pongo una mano en la estirada de Nick, ella toma una foto. Vuelve la cámara hacia mí para mostrarme la última foto. Estoy mirando a Nick, mientras que él mira a mí, los dos con media sonrisa en nuestras caras, mirándonos como si sintiéramos que somos las dos últimas personas sobre la tierra. Nick sonríe a la foto, luego se inclina para besarme. Antes de que pueda, Lucy habla.
—¿Tú hiciste este, Avery?
—Sip.
—Wow, se ve muy bien en ella.
—Bonita —se hace eco Christine. Les sonrío a todos ellos.
Cuando miro de nuevo hacia él, lentamente sonríe, derritiendo mis rodillas de nuevo. Denisse se mantiene tomando fotografías mientras camino hacia abajo, y cuando pongo una mano en la estirada de Nick, ella toma una foto. Vuelve la cámara hacia mí para mostrarme la última foto. Estoy mirando a Nick, mientras que él mira a mí, los dos con media sonrisa en nuestras caras, mirándonos como si sintiéramos que somos las dos últimas personas sobre la tierra. Nick sonríe a la foto, luego se inclina para besarme. Antes de que pueda, Lucy habla.
—¿Tú hiciste este, Avery?
—Sip.
—Wow, se ve muy bien en ella.
—Bonita —se hace eco Christine. Les sonrío a todos ellos.
—Vale, vale, de pie uno al lado del otro, así puedo tomar la foto. Ponte la chaqueta, Nick.
Su chaqueta resulta ser de terciopelo negro y oro con mangas rajadas. No creo que pueda lucir mejor de lo que está, pero luego se pone la chaqueta. Él se acerca, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura y tirando de mí contra su lado, sin quitar aún su mirada fija de mí. Denisse toma algunas fotografías más, seguidas de una ronda de abrazos para mí y
Nick.
Todos ellos nos siguen hasta el auto para despedirnos cuando nos alejamos. Nick me sonríe desaprobadoramente cuando agita su mano hacia ellas. Cuando hemos conducido hacia arriba por la calle y da vuelta a la esquina, de repente se acerca a un lado de la calle, estacionando el coche. Sin decir una palabra, se inclina sobre mí, acerca mi cara a la suya y me besa profundamente. Después de unos minutos, se aleja y sonríe.
—Hola —dice. Yo me río.
—Hola.
—Te ves muy bien —dice, sus ojos examinándome ligeramente, tocando mí cabello primero con sus ojos, y luego suavemente con la mano ―Voy a tener que hacer algo realmente grande para agradecerle a la pequeña mequetrefe.
—No luces tan mal tampoco —le digo.
Me besa de nuevo, y pierdo un poco de la culpa por haber mentido para estar con él.
En el laberinto de maíz, nos encontramos con Joe y Kevin, y otro de nuestros compañeros de almuerzo, Frank, todos con sus respectivas citas. Sus citas están vestidas predeciblemente con una versión de prostituta de diferentes cosas, y todas se están congelando. Los chicos están vestidos de vampiro, hombre lobo y un doctor de todas las cosas. Las chicas hacen “ooh” y “ahh” acerca de mi vestido, el cual Nick les informa que su hermana diseñó. Pero aún mientras admiran mi vestido, me miran de reojo, y a Nick con deseo.
—Está bien, aquí está el plan —dice Joe—. Todos tenemos que resolver todas las pistas en el laberinto. Hay treinta pistas numeradas que tienen que encontrar. Cada mensaje tiene un sello para su papel— Le da a cada pareja un pequeño pedazo de papel, numerado del uno al treinta — Todos los perdedores tienen que comprar helado para los ganadores. Sin engaños, conozco al tipo que trabaja en la boletería y confesará si alguien consigue respuestas de él.
—Ustedes dos comienzan con el número uno —dice, señalando a Frank —Ustedes dos con el número quince y van hacia atrás —le indica a Kevin —Nick, tu comienzas con el número quince y vas hacia adelante con los números, y nosotros comenzaremos del treinta hacia atrás. La primera pareja en salir con todas las respuestas gana.—
Estoy completamente confundida, pero nadie más lo está, así que pretendo que entiendo también. Nick toma la capa que sostiene sobre su brazo, y la coloca sobre mis hombros mientras nos dirigimos hacia el laberinto. Mantiene su brazo alrededor de mis hombros una vez que estamos en el lugar. Escucho a la chica que está caminando con nosotros dar un suspiro, y le doy un vistazo para verla mirando a Nick con anhelo. Miro a Nick y por primera vez siento un cosquilleo de miedo en mi garganta.
Por alguna razón él ha escogido ser mi amigo, y a pesar de que le gusta besarme y tocarme, no ha dicho que seamos nada más que eso. No tengo derechos sobre él, podría estar besando a otras chicas también. Hielo se dispara por mi espalda ante la imagen que el pensamiento trae a mi mente. Por otro lado, podría cansarse de mí y alejarse sin mirar atrás. Mi estómago se tambalea.
Nick me mira, me había agarrado mi estómago sin pensar.
—¿Estás bien? —me pregunta. Asiento con la cabeza, envolviendo mi brazo alrededor de su cintura. Sólo en caso de que empiece a preguntarse por qué está perdiendo el tiempo conmigo, decido que es mejor hacer lo más pueda con el tiempo que tenga.
Encontramos el marcador quince, y tomamos el papel y el lápiz que nos dieron cuando entramos, y escribimos la respuesta a la primera pista. La otra pareja se dirige a la derecha para encontrar el siguiente marcador y nosotros nos dirigimos a la izquierda. Estamos en la búsqueda del siguiente marcador, estoy estudiando el mapa en la penumbra cuando me doy cuenta que Nick ya no está conmigo. Me detengo, girando en un círculo completo.
—¿Nick?
¿A dónde se fue? Siento un indicio de miedo, ¿me ha abandonado? ¿Es ésta la broma que he estado esperando que hiciera? Es elaborada, tengo que reconocerle eso. Lágrimas pinchan debajo de mis párpados, pero me muerdo el labio para detenerlas. No pienso darle el gusto.
Entonces su mano sale disparada de un grupo de tallos y
me toma del brazo, tirando de mí dentro de un refugio
privado creado por el maíz.
—Nick, ¿qu..?
Entonces su boca está sobre la mía, cortando mis palabras
y mis pensamientos coherentes. Envuelve sus brazos
alrededor de mi cintura bajo la capa. Pongo mis brazos en
sus hombros, arrastrando los bordes de la capa con ellas,
formando un capullo que nos rodea. Se aleja, levantando
una mano y usando su pulgar para enjugar una lágrima que
se escapó y corre por mi mejilla.
—¿Te hice daño? —me pregunta, preocupado. Sacudo mi
cabeza.
—Te hice llorar, sin embargo.
—No, sólo me asustaste un poco.
—Lo siento. —Su disculpa está llena de remordimiento.
Sacudo mi cabeza de nuevo.
—No importa.
—Por supuesto que importa, nunca haría algo a propósito
que te haga llorar.
Temerosa de que sus palabras me hagan llorar más, inclino
mi cabeza por otro beso, lo cual lo complace. Estamos
protegidos por los tallos de maíz, pero todavía podemos
escuchar a los otros pasando junto a nosotros, riendo y
hablando.
—Vamos, es mejor que sigamos.
De mala gana, dejamos el refugio y continuamos nuestro
camino. Esta vez mantengo mi mano firmemente en la de
Nick así no puede desaparecer de nuevo. Hacemos paradas
ocasionales en varios huecos privados en los tallos cada
vez que encontramos uno, lo que hace más difícil el
resolver las pistas con mis pensamientos todos confusos.
Por lo demás, las paradas hacen que sea difícil incluso que
me preocupe sobre resolver los enigmas, con helado gratis
o no.
A medida que nos acercamos al marcador treinta, sin
embargo, empiezo a notar algunos ruidos molestos.
Crujidos y gemidos, algo que suena como una moto sierra,
pero lo peor son los gritos. Miro a Nick, y no parece darse
cuenta de nada, así que decido que tal vez es mi
imaginación. Cuando escucho otro grito y salto
acercándome a Nick, el mira hacia a mí y me sonríe. Trato
de devolverle la sonrisa, pero mi corazón está latiendo
fuertemente. Caminamos a través de un arco y nos
encontramos en una zona brumosa, casi a oscuras. Los
crujidos y gemidos son más fuertes ahora, caminamos
alrededor de una esquina donde hay una chica que yace en
una mesa, gritando por ayuda, mientras un hombre con un
salvaje cabello gris y un delantal manchado de sangre está
por encima de ella con un cuchillo goteando rojo, a punto
de cortar su sangrante abdomen.
Mis pies se congelan en su lugar. Miro a Nick con pánico y
veo para mi sorpresa, que él está mirándolos con una
sonrisa. Justo en ese momento una persona con una
máscara blanca y un traje azul salta a la vista con la moto
sierra que había escuchado antes.
Me estremezco en contra de Nick, lista para escapar, con
pánico llenando mi cabeza. Él mira hacia mí con una risa,
sosteniéndome firmemente en mi lugar. ¿Nick quiere
matarme? Pienso con terror. ¿Es esto de lo que se trata?
Entonces su rostro cambia de una risa a un pánico que casi
refleja el mío propio.
—¿Estás bien? —pregunta.
No puedo responder. Siento como si toda la sangre hubiese
sido drenada hasta mis pies y no podría moverme aunque
mi vida dependiera de ello, lo que hace cuando el chico con
el cuchillo se acerca hacia nosotros. Nick toma mis hombros
y me sacude un poco.
—¡Miley!
Y entonces él está recogiéndome en sus brazos,
regresando por el camino por el que habíamos venido, todo
el camino hasta la entrada hasta que estamos en el
parqueadero. Se sienta en un fardo de heno conmigo en su
regazo.
—¿Ella está bien? —Escucho a alguien preguntar.
—Consíganle algo de agua —dice alguien más.
Nunca quito mis ojos del rostro de Nick, que está alarmado,
y él tampoco quita sus ojos de mi rostro, incluso cuando
alguien le da un vaso de agua que presiona en mis labios.
Atraigo su cabeza, colocando mi boca al lado de su oído.
—Tienes que conseguir a alguien que ayude a esa chica —
le susurro urgentemente.
Él se tira hacia atrás para mirarme. —¿Qué chica?
—¡Tú la viste, ese hombre estaba haciéndole daño!
—¿Qué? Te refieres a… —se interrumpe, dejando escapar
una risa de alivio. Me acerca a él y me abraza con fuerza.
—No, Nick, tienes que...
—No es real —dice con voz baja así nadie más puede oír.
—¿Qué?
—No es real, Miley. Es falso. ¿No has estado alguna
vez en una casa embrujada antes?
Sacudo mi cabeza lentamente, dándome cuenta de lo que
me está diciendo. —Quieres decir... ¿Ellos simplemente
están...?
—Sólo fingiendo, Miley. No es real. ¿Pensaste...?
A medida que sus palabras penetran en mí, mi rostro se
enciende con mortificación. —¿No es... real?
Él sonríe, con alivio evidente en su rostro. Miro a un lado,
viendo una multitud ahí, curiosa, con expresiones
preocupadas en sus rostros. Nick sigue mi mirada.
—Hey, ¿chicos, pueden retroceder un poco? Sólo necesita
algo de aire — dice en voz alta.
—¿Ella está bien? —alguien pregunta.
Me mira de nuevo, y me alegro de no ver ninguna burla en
su rostro.
—Sí, sólo se puso algo enferma, un poco débil.
—Asustada, ¿eh? —Uno de los trabajadores pregunta —
Conseguimos al menos uno esta noche.
Entierro mi rostro en la pechera de Nick, y él me abraza
fuertemente. Todos pierden el interés cuando ven que nada
emocionante está sucediendo, y eventualmente se van.
—Estoy tan avergonzada —le murmuro.
Él se ríe suavemente.
—¡Me has dado un susto de muerte!— Yo sólo me escondo
más profundo —¿Realmente no has estado alguna vez en
una casa embrujada o algo por el estilo antes?
—No.
—Lo siento. Si hubiera sabido te habría advertido. Sólo
puedo imaginarme como debe haber lucido...
Veo de nuevo la imagen y me estremezco.
—Sabes que harás a esos actores felices, ¿verdad?
Me asomo hacia él. —¿Por qué?
—Es para lo que trabajan, para asustar a la gente. La tuya
fue probablemente la mejor reacción que han tenido en
toda la noche.
—¿Se supone que eso me hará sentir mejor?
Se encoge de hombros.
—Piensa en ello como un acto de caridad.
Me incorporo un poco más, mirándolo inquisitivamente, con
una sonrisa irónica en su lugar.
—Seguro —dice ― No consiguen nada de salario
trabajando aquí, su única recompensa está en las
reacciones que reciben de la gente. Así que les has dado lo
que querían. Algo de caridad.
—Eso es retorcido —le digo, sonriendo.
—Hago lo que puedo. —Me devuelve la sonrisa—. ¿Quieres
ir a casa, o deberíamos esperar y tomar un helado con los
demás?
—Esperemos.
Pasa algo de tiempo antes de que los demás regresen. Me
muevo para sentarme al lado de Nick en el fardo de heno,
y nos sentamos a hablar, esperando.
—Así que, ¿por qué no juegas futbol? —le pregunto. Me
mira, sorprendido por la pregunta.
—Quiero decir, eres grande, fuerte como el resto de los
demás.
Se encoge de hombros. —Me perdí las pruebas. Ya las
habían hecho cuando nos mudamos de regreso.
—¿Has jugado antes?
—Un poco —dice, y me da la impresión que fue más que un
poco. Me alegro de que no juegue, de lo contrario, estaría
probablemente saliendo con una porrista y no pasando el
rato conmigo.
Es obvio que perdimos ya que ni siquiera terminamos, pero
todos regresan riendo y sin aliento por correr del tipo de la
moto sierra. Me alegro de ver que su miedo es normal,
aunque sospecho que su miedo es simulado, en lugar de
real como el mío había sido.
Vamos a la heladería Ice Castle Ice Cream Parlor. Es
divertido pretender ser normal, a pesar de que no hablo
mucho, en su mayoría sólo me siento en silencio y observo.
Tengo que mirar a la cita de Frank observar a Nick, pero
también tengo la alegría de ser el centro de su atención
hasta tal punto que al final de la noche, ella está
alternativamente, haciendo pucheros y lanzándome dagas
con los ojos.
Cuando finalmente Nick me deja, es mucho más tarde de lo
que había planeado, y camino a casa con un temor familiar.
Me cuelo por la ventana de mi habitación, sin saber si mi
mamá está dormida o despierta, puesto que vi el
resplandor del televisor a través de la ventana. Decido que
mi historia es que ella había estado durmiendo cuando
regrese a casa, lo que era enteramente viable, y por eso
me tuve que ir a la cama. Probablemente conseguiré un
golpe o dos, o tal vez un insulto, pero no tendrá muchas
pruebas de lo contrario, y no será capaz de recordar
claramente si me había visto llegar o no.
Supongo que hay una ventaja en tener una mamá limitada
por las drogas.