miércoles, 8 de mayo de 2013

Archeron - Cap: 21


Su trabajo era dar placer, No le tocaba a los otros, menos a una diosa, complacerlo a él. Toda la ira dentro de él se desvaneció bajo el asalto de su lengua en su cuerpo. No había sentido algo como eso antes… nunca soñó cuán bueno podría ser. Su mano acariciaba y acunaba su saco mientras su cálido aliento lo chamuscaba. El amor por ella que él había negado y enterrado volvió con una furia tan intensa que le envió un orgasmo inmediato.
Artemisa se retiró, escupiendo mientras rápidamente lo cubría con la falda de su chitón.
—Esto es tan desagradable. ¿Cómo puede alguien disfrutar esto?
Nicholas no podía responder mientras se agarró a sí mismo para que su cuerpo terminara lo que ella había comenzado.
Ella levantó la vista hacia él con una sonrisa vacilante mientras se lamía los labios. —¿Tú disfrutaste esto, no es verdad?
—Sí —dijo él, con voz rasgada.
—¿Estoy perdonada?
Nicholas corrió su pulgar sobre su labio superior donde un rastro de su semilla había quedado. Con su mirada firme, ella deslizó su lengua en la yema de su dedo para saborearlo. La visión de ella haciendo eso… la sensación de su lengua sobre su piel fue la cosa más increíble que él jamás haya experimentado.
Agotado y saciado, todo lo que él pudo hacer fue asentir.
Su sonrisa se amplió cuando ella se levantó y tiró de él para otro beso. La siguiente cosa que él supo, fue que estaban en su habitación del templo y él estaba completamente desnudo. Ella mordisqueó sus labios, frotando sus manos sobre su pecho. —Hazme el amor, Nicholas.
Sus palabras enviaron una ola de frío a través de él. —No quiero ser golpeado hoy, Artie. He sufrido demasiada vergüenza esta tarde.
Riendo, ella tiró de su cabeza hacia debajo de modo que pudiera besarlo rudamente, mordiendo su piel hasta que él temió quedar magullado. —No te golpearé. Promesa. —Tomó su mano y lo dirigió hasta su cama. Rodó sobre su espalda y lo jaló sobre su cuerpo desnudo.
Nicholas aún estaba indeciso. Artemisa lo derribó sobre su espalda. Ella era implacable en sus demandas y su cuerpo hizo exactamente para lo que había sido entrenado para hacer... se endureció para ella.
Cerrando sus ojos, deseó ser neutral como un niño. Su vida hubiera sido infinitamente más fácil.
Mientras ella misma se deslizaba sobre él, se preguntaba cómo una diosa no podía notar lo que había en su interior. No tenía idea de cuán poco quería él esto de ella en ese momento. Reservado y aterrorizado del abuso que ella le daría una vez que hubiera terminado, él la complació lo mejor que pudo.
Para el momento en que ella estuvo completamente saciada, su cuerpo estaba adolorido. Deslizándose de él, ella suspiró alegremente. Ella alcanzó su cara al tiempo que giraba su cabeza ante la expectativa de una bofetada.
—¿Qué está mal?
Él tragó mientras ella tiraba una almohada sobre él y luego la ponía debajo de su cabeza.
—Nada.
Se apoyó sobre sí misma de manera que pudiera trazar las líneas de su rostro con las yemas de sus dedos. —Creo que te mantendré conmigo esta noche.
Antes que pudiera contestar una esposa de oro se cerró sobre su tobillo. Una cadena al final se entrelazó en el poste de la cama.
—¿Para qué es esto?
—Para asegurarme que no vagarás alrededor mientras yo duermo.
Nicholas tiró de su pie haciendo tintinear los eslabones. Era todo lo que podía hacer para enterrar su rabia y no gritar en frustración.
—Esto no me gusta, Artemisa. No soy un perro que debe ser encadenado fuera de tu casa porque temas que se orine en la alfombra.
Ella chasqueó con desaprobación hacia él.
—Por el contrario. Es para tu propia seguridad.
La brutalidad de la alimentación forzada también había sido por su bien. No podía soportar estar encadenado. Más que ninguna otra cosa, esto lo hizo sentirse una pu/ta otra vez. —Por favor, no me hagas esto. Te prometo que no saldré de tu cama mientras duermes.
Artemisa vaciló. Ella no podía decir si él estaba lo suficientemente enojado para devolverle el golpe o no. Por lo que ella sabía, él podría marchar hasta el pasillo de los dioses sólo por malicia.
Los humanos eran traicioneros de esa manera.
Pero al final, decidió confiar en él. La cadena desapareció.
—Si me traicionas, Nicholas…
—Me harás sufrir por toda la eternidad. Lo sé. Escuché la amenaza la primera vez que la pronunciaste.
—Bien. Ahora sé un hombre bueno y dame tu cuello.
Él, diligentemente echó sus cabellos hacia atrás exponiendo la belleza de su piel bronceada y la curva deliciosa de su garganta.
Su boca se hizo agua, zambulló su cabeza para saborearlo y en ese momento no pudo evitar el placer de la mordida. Ella lo dejó sentirlo completamente. Acunando su cabeza contra ella, él llegó hasta sus brazos mientras ella se embriagaba de él.
Satisfecha, Artemisa observó sus ojos temblando se cerraron.
—Serás mío, Nicholas. Por tanto tiempo cómo dure tu belleza. No te voy a compartir con nadie. Nunca.
Pronto ella lo vería muerto.

23 de junio, 9528 A.C.

(Ryssa- Demi, me hace odiarla en ocasiones)
Feliz cumpleaños, Nicholas.
Nicholas se giró hacia donde provenía el sonido de la voz de Demi. Dolorido por la noche que pasó con Artemisa, se encontraba un poco desorientado. Había ido a su cama en el Olimpo, pero en algún momento debió de haberle regresado a su propio cuarto.
—Buenos días, hermana. —Se veía particularmente radiante hoy. El cabello rubio caía alrededor de la cabeza en pequeñas trenzas que estaban sostenidas en su lugar por un juego de peinetas plateadas que había comprado para ella unas pocas semanas antes, cuando habían ido juntos al mercado. El ligero vestido azul que usaba hacía que sus ojos brillaran radiantes mientras ponía las manos contra su estómago. Su embarazo apenas sí se notaba.
—Levántate y vístete. Le he dicho al cocinero que te prepare un desayuno especial de celebración sólo para nosotros dos. Nos traerán la comida en breve.
Miró tras ella, pero no vio nada.
—¿Dónde está?
—En el piso de abajo.
Nicholas sacudió la cabeza.
—No me está permitido comer en el comedor. Lo Sabes.
Alejó sus palabras.
—Padre estuvo hasta tarde con Styxx. No despertarán hasta dentro de unas horas. Quiero darte este pedacito de normalidad, hermanito. Lo mereces. Ahora vístete rápido y únete allí conmigo.
Nicholas en realidad no quería hacerlo. Odiaba aventurarse en las habitaciones del piso de abajo, donde su familia había dicho claramente que no era bienvenido. Pero Demi se había metido en problemas por él. Lo menos que podía hacer era alegrarla.

Dejando la cama, se vistió rápidamente y se reunió con ella en el vestíbulo. Envolvió el brazo alrededor del suyo y sonrió.
—Esta es la primera vez que celebramos el aniversario de tu nacimiento juntos. Ahora tienes veinte y el próximo año alcanzarás la mayoría de edad.
Cómo si eso fuera hacer una diferencia para él.
—¿Hay una fiesta planeada para Styxx?
Desvió la mirada con expresión inquieta.
—Sí. Esta noche como cada año.
—Entonces desapareceré.
La mirada en sus ojos reflejó el dolor que sentía por dentro. Pero ambos sabían que sería tan bienvenido a la fiesta como una plaga de despreciables ranas. Sin decir palabra, lo llevó hacia el comedor donde había dispuesto un gran buffet.
—No estaba segura de qué querrías, así que hice que preparan un poco de todo. —Tomó un plato y se lo tendió antes de besarlo en la mejilla—. Feliz cumpleaños, hermanito.

Nada podría haberlo emocionado más.
—Gracias.
La siguió mientras le explicaba los diversos platillos.
Mientras Nicholas alcanzaba una pieza de fruta, le tomó la mano y rió.
—No comemos eso. Son decorativas. —La golpeó con la mano—. ¿Ves? Es yeso.
Rieron juntos ante su ignorancia.
—Oh, le hace bien a un padre escuchar a sus hijos riendo uno con otro.
Nicholas se congeló ante el sonido de su padre entrando al cuarto detrás suyo. Terror frío se filtró en todo su ser.
Demi cubrió su pánico con una deslumbrante sonrisa.
—Buenos días, Padre. Me habían dicho que te levantarías tarde hoy.
—Hay mucho que hacer con los preparativos de la celebración de Styxx. —Palmeó afectuosamente en el hombro a Nicholas antes de besar su mejilla.
Saboreó y maldijo el abrazo a su vez, Nicholas cerró los ojos y contuvo el aliento. Sus ojos plateados podrían traicionarlo. Siempre lo hacían.
—Estoy sorprendido de verte levantado, bribón. Escuché que habías llevado tres mujeres a tu cama anoche. Te satisficieron bien, confío.
Demi se aclaró la garganta.
—¿Padre, podría hablar unas palabras contigo afuera?
—Absolutamente.
Nicholas dejó escapar un leve suspiro de alivio mientras su padre caminaba lejos de él. Colocó el plato abajo y dio un paso hacia la puerta cuando lo impensable pasó.
Styxx entró al cuarto con uno de sus amigos.
—¿Qué es esto? ¿Qué estás haciendo tú aquí?
Su padre se volvió y maldijo antes de mirar con furia a Demi.
—¿Me engañaste?
—No exactamente.
La furia distorsionó su rostro mientras cerraba la corta distancia que los separaba y abofeteaba a Nicholas tan fuerte que lo desequilibró fácilmente. Cayó al suelo, aturdido por el golpe que le hizo perder un diente frontal y le destrozó la nariz.
—¡Te atreviste a profanar mi mesa!
Demi avanzó hacia ellos.
—¡Padre, por favor! Yo lo traje aquí. Fue mi idea.
Se volvió a ella con malicia.
—No te atrevas a defenderlo. Él lo sabe bien. —Levantó a Nicholas por los cabellos y lo empujó contra el muro—. Quiero que todo lo que tocó sea quemado. ¡Ahora! —Gritó a los sirvientes—. Y tirad toda la comida.
Nicholas rió.
—Realmente debe molestarte no poder deshacerte de mí tan fácilmente.
Su padre le dio un duro puñetazo en el estómago.
—Padre, por favor. —Suplicó Styxx. —Recuerda tu corazón.
Su padre lanzó a Nicholas a un lado, arrancándole un puñado de cabello en el proceso.
—Saca a esta basura fuera de mi vista.
—¡Guardias! —Rugió Styxx. —Llevaos al bastardo afuera y golpéeadlo.
Nicholas se incorporó antes de aproximarse a su gemelo.
—Dime algo, hermano. ¿Qué te enfada más sobre mí? ¿El hecho de que comparto tu rostro o el hecho de que conozco exactamente lo que quiere hacerte tu mejor amigo… y con qué frecuencia? —Lanzó una mirada significativamente al hombre que se encontraba detrás de Styxx que miró hacia otro lado con la cara roja. Nicholas le sonrió—. Es agradable verte de nuevo, Lord Dorus, especialmente vestido.
Styxx dejó salir un alarido de dolor un instante antes de correr hacia él, quién trato de defenderse. Pero era inútil. Su hermano pasaba horas al día entrenando para luchar. Lo mejor que pudo hacer fue cubrirse la cabeza y tratar de protegerse el rostro. Styxx le propinó golpe tras golpe en las costillas hasta que los guardias finalmente lo alejaron.
—Quiero que sienta cada azote.
Nicholas escupió sangre a los pies de Styxx.
—Feliz cumpleaños para ti también.

Con los oídos libres de las palpitaciones de su sangre y las maldiciones de Styxx, finalmente escuchó los sollozos de su hermana mientras le suplicaba a su padre por una misericordia que no tenía intención de otorgar.
Un guardia apretó el puño profundamente en el cabello de Nicholas, entonces lo empujó fuera de la habitación hacia el patio que él conocía íntimamente. Sólo deberían mover su cama ahí afuera y ahorrarse todo el esfuerzo.
Rechinó los dientes mientras le ataban las manos y las ropas eran despojadas de su cuerpo. Maldijo a los dioses después de que el primer azote cortara la piel de su espalda. Malditos ellos por esto. Era suficientemente malo que lo abandonaran, pero condenarlo a tener la habilidad de sanar la mayoría de las heridas, hacían sus castigos mucho peores. En lugar de tejido cicatrizado que formara una barrera contra el abuso, piel nueva crecía cada vez, lo que significaba que ellos golpeaban carne fresca con cada azote.
Y dolía…
Perdió la cuenta de los latigazos mientras trataba de enfocarse en cualquier otra cosa. El sudor mezclado con la sangre que manaba de las heridas en su rostro hacía que ardieran mucho más. De todas maneras lo golpeaban.
—Suficiente.
Nicholas frunció el ceño a través de la neblina de dolor mientras reconoció la voz de Styxx. Su respiración era desigual, no podía imaginar por qué Styxx detendría el castigo que había pedido.
Hasta que su hermano acercó su rostro hasta estar ojo con ojo. El odio en la mirada de Styxx era pe/netrante.
—Dejadnos. —Ordenó a los guardias.
Nicholas escuchó cómo se cerraba la puerta. Abrió la boca para mofarse de su hermano pero antes de que lo hiciera, Styxx estampó una barra de hierro a lo ancho de las costillas con suficiente fuerza para levantarlo de sus pies. Toda respiración escapó rápidamente de sus pulmones.
—Crees que eres tan jodidamente listo… —Se mofó—. Vamos a ver cuán listo eres ahora.
Styxx desapareció de su vista. Volvió un momento después con un marcador de hierro al rojo vivo. El pánico lo colmó. Peleó contra las ataduras con cada onza de fuerza que tenía. Pero estaba debilitado por la paliza y lo dominaron completamente.
Con un brillo de sádica satisfacción, puso el hierro sobre la cara de Nicholas. Gritando, Nicholas trato de alejarse, pero todo lo que pudo hacer fue oler la carne quemada. Sintiendo el profundo y pe/netrante dolor que lo atravesaba.
Sonriendo, Styxx lo separó y caminó detrás de él nuevamente.
Colgando flácidamente, no pudo hacer nada más que gritar por la agonía de su rostro que continuaba quemando. Cuando Styxx regresó, llevaba un nuevo hierro.
—Por favor m… m…misericordia —rogó—. Por favor no… hermano.
—No somos hermanos, ¡Bastardo! —Styxx gritó antes de poner el hierro contra la ingle de Nicholas.
Gritó. Lágrimas se derramaron mientras rogaba para que la muerte llegara y detuviera esta tortura.
—¿Dónde están tus risas ahora? —Preguntó Styxx, removiendo el hierro a un lado—. Nunca volverás a burlarte de mí de nuevo, tú, jodida pu/ta.
Nicholas sintió algo frío y filoso perforarle la mejilla. Mirando hacia abajo, vio la daga en la mano de Styxx quién la había enterrado hasta la empuñadura. Probó más sangre en la boca mientras se ahogaba en ella y el dolor lo quemaba.
—No te preocupes —dijo Styxx moviendo la daga de un tirón—. Vivirás. —Deslizó la hoja hacia abajó a través de la mejilla sin quemar de Nicholas, abriéndola hasta el hueso.
Styxx lo cortó, luego se alejó sin siquiera echar un vistazo hacia atrás.

Nicholas yació en la tierra, la cabeza dando vueltas mientras un dolor inimaginable lo atravesaba.
—Por favor dioses —murmuró desesperadamente. —Por favor permitidme morir.
Exhaló profundamente y se rindió a la oscuridad.
Artemisa estaba tratando de ser paciente mientas observaba las ofrendas que los humanos le llevaban a su altar.  Pero eso no le interesaba.

No había visto a Nicholas en dos días y ésta era la celebración de su cumpleaños, algo que no habría sabido si Apolo no le hubiera dicho sobre la fiesta de esta noche. No sabía por qué Nicholas no lo había mencionado, pero así era él de extraño.
Apolo no iba a la fiesta, pero su mascota sí.
Lo cual significaba que Artemisa era libre para visitar a Nicholas después.

Obligatoriamente había permanecido en su templo durante todo el día. El sol se había puesto una hora antes y mientras el día se volvía noche, estaba inquieta porque terminara.
Un hombre viejo se acercó con una cabra.
Oh, esto no servía de nada. ¿Qué iba a hacer con una cabra? Chasqueando los dedos, le concedió su deseo incluso antes de escucharlo.
Cogió el anillo que había hecho para Nicholas y los abandonó sabiendo que continuarían haciendo ofrendas en las que no estaba interesada. A diferencia de estos otros gimientes, patéticos humanos, su Nicholas podría complacerla.
Incluso cuando no quería complacerla, lo hacía.

Sonriendo, se materializó en su balcón, esperando que estuviera en su posición habitual.
Estaba vacío. Frunciendo el ceño, miró sobre el borde para ver a los nobles y dignatarios reunidos por las festividades. Seguramente Nicholas no estaba ahí. No le gustaban tales eventos.
Caminó a través de las puertas sin abrirlas. Su ceño se disolvió mientras veía a Nicholas ya en la cama. Bien. Podía unírsele ahí.
Pero mientras se acercaba, aminoró el paso. Su aliento era superficial y desigual. Yacía con la espalda hacia ella y al aproximarse, vio las manchas rosas en las sábanas.

Sangre. Sangre de Nicholas.
Era mucho más de la que alguna vez había visto.
Aterrorizada, se movió alrededor de la cama para encontrarlo llorando en silencio. Pero eso no fue lo que más la sorprendió. Era la vista de su hermoso rostro. O lo que quedaba de él.
Un lado tenía una herida bestial y enorme que exponía parte del hueso y del otro, una quemadura que había dejado su ojo izquierdo parcialmente cerrado, la carne quemada y la boca torcida.
—¿Qué sucedió? —Demandó mientras el enfado la desgarraba.
No respondió pero la vergüenza en sus ojos, el dolor, laceraron su corazón. Arrodillándose en el suelo, puso la mano en su mejilla quemada.
—Mátame —exhaló—. Por favor.
Esa súplica desgarradora trajo lágrimas a sus ojos. Queriendo entender, usó sus poderes para ver que le había ocurrido. Mientras cada escena desfilaba en su mente, la furia crecía.

¡Cómo se atrevían a hacerle esto a él!
Sintió que sus dientes crecían al triple, tan filosos como su necesidad de venganza.
Nicholas gritó mientras Artemisa sanaba su maltratado cuerpo. En cada lugar donde estaba mal herido, la cura era igual de dolorosa.
Una vez curado, Artemisa lo recogió en sus brazos y lo sostuvo de una forma que nadie nunca antes lo había hecho, como si le preocupara.
—Lo siento tanto, Nicholas. ¿Por qué no me llamaste?
—No habrías venido.
—Sí, lo habría hecho.
Pero sabía la verdad. Nunca se habría arriesgado a ser vista.
—Ahora estás aquí. Eso es suficiente para mí.
Asintió mientras le peinaba el cabello retirándolo de su rostro.
—Y pobre de los bastardos por esto. Los que te lastimaron sufrirán por eso. —Tomándole la mano, lo jaló de la cama.
Cuando empezó a ir hacia la puerta, él se congeló.
—¿Qué estás haciendo?
—Voy a hacerlos pagar.
—¿Cómo?
Rió malévolamente.
—Confía en mí, amor. Lo disfrutarás.
Lo siguiente que supo es que estaban en el salón de baile, sin ser vistos por los juerguistas. Artemisa caminó hacia Styxx quién estaba al lado de su prometida, riendo engreídamente con un grupo de amigos que estaban burlándose de una joven poco atractiva en la esquina. La mujer tenía lágrimas en los ojos mientras trataba de ignorar las risas y los comentarios brutales.

Se inclinó hacia delante para susurrar en el oído de Styxx.
—¿Quieres ver humillación, tú pequeño bribón? Estás a punto de tener una lección de primera mano sobre eso.
(y en esta parte amo a artemisa dskjfhkshfksdhkfj) 


1 comentario:

  1. eijfitgigt me encantooo siguela quiero ver como artemisa hace sufrir a styxx !!!!!!!!
    pd:Amo a nick

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