lunes, 11 de febrero de 2013

Perfecta Cap: 55


Los tres abogados se levantaron de la mesa de conferencias. El que se encontraba más cerca de Emily le estrechó la mano.
–Sé lo duro que esto debe de haber sido para usted, señorita McDaniels, y no puedo explicarle lo que le agradecemos el trabajo que se ha tomado para averiguar que somos los abogados que representamos a Nick Jonas, para recurrir a nosotros sin pérdida de tiempo.
–No fue ningún trabajo –contestó ella con voz tensa a causa del estrés y la angustia–. Recordé la firma de abogados que lo representaba antes, y cuando los llamé, esta mañana, me dijeron que me dirigiera a ustedes.
–Cuando el señor Jonas fue acusado de asesinar a Tony Austin, un gran amigo suyo decidió que en esta oportunidad convenía que lo representáramos nosotros.
Emily se retorció nerviosa las manos.
–¿Podrán sacarlo hoy mismo de la cárcel?
–Me temo que no. Pero si usted estuviera dispuesta a acompañarme ahora mismo al departamento de policía para hacer allí la misma declaración que nos acaba de hacer a nosotros, eso ayudará a apresurar su libertad.
Emily asintió, pero su mente atormentada no hacía más que pensar en los noticiarios en que había visto a Nick esposado y con el uniforme de presidiario, y el video que habían repetido innumerables veces por televisión durante las últimas semanas, que lo mostraba cuando era castigado por la policía mexicana... todo por un crimen que no había cometido... un crimen del que ella era indirectamente responsable.
–No comprendo qué impide que lo liberen hoy mismo –repitió, luchando para no llorar de vergüenza y a causa de la culpa que la agobiaba–. Aguardaremos en la sala de espera.
Cuando Emily salió, acompañada por su marido, John Seiling miró sonriente a sus socios y tomó el teléfono.
–Susan –le dijo a su secretaria–. Llama al capitán Jorgen; después comunícate con Liam Farrell en Chicago y dile a su secretaria que se trata de una emergencia. Luego llama a William Wesly en la oficina del fiscal de Amarillo, Texas. Y por fin reserva pasaje para nosotros tres en el vuelo a Amarillo de mañana a la mañana.
Cinco minutos después en la sala de conferencias sonó el zumbido del intercomunicador.
–El capitán Jorgen está en la línea 1.
–Gracias –dijo el abogado, oprimiendo el botón de la línea 1–. Capitán Jorgen –dijo con tono jovial–, ¿le gustaría asegurar sus posibilidades de convertirse en nuestro nuevo comisionado policial, y al mismo tiempo en un héroe para los medios de comunicación? –Escuchó lo que le respondían con una sonrisa cada vez más amplia–. Lo único que necesito es que alguien de allí tome una declaración referente a las muertes de Tony Austin y Rachel Evans y que mantengan la boca cerrada uno o dos días sobre lo que han oído, hasta que yo les avise que pueden hablar. –Volvió a escuchar–. Sí, me pareció que usted era la persona indicada para manejar este asunto. Estaremos allí dentro de cuarenta y cinco minutos.
Cuando cortó, ya había otras dos luces encendidas en el teléfono y volvió a oírse la voz de la secretaria.
–El señor Farrell está en la línea 2 y William Wesley, el fiscal de Amarillo, en la línea 3.
Seiling tomó la llamada de la línea 2, y cuando habló, su voz había perdido su tono impersonal.
–Señor Farrell –dijo con evidente respeto–, usted nos pidió que lo mantuviéramos al tanto de cualquier progreso que hiciéramos, y llamo para decirle que esta mañana hemos recibido una información inesperada y de suma importancia para el caso de Nicholas Jonas.

En su oficina de Chicago, Liam volvió la espalda a los integrantes del directorio de Intercop, reunidos alrededor de su escritorio.
–¿Qué clase de información?
–Nos la proporcionó Emily McDaniels. Anoche su padre admitió haber dado muerte a Rachel Evans y a Tony Austin. En este momento se encuentra en un hospital local, donde están realizando una evaluación de su estado mental, pero está dispuesto a confesar. Emily nos ha hecho personalmente una declaración y también nos ha entregado el arma que su padre utilizó para matar a Austin.
–Después puede darme los detalles. ¿Cuánto tiempo necesita para liberar a Nick?
–Mañana nos reuniremos en Texas con el fiscal, le presentaremos la declaración de Emily McDaniels junto con un pedido de hábeas corpus, que intentaremos convencerlo debe llevar sin demora ante un juez. Con un poco de suerte, el juez estará de acuerdo en firmarlo. De allí pasará a la capital, Austin, para ser firmado por el juez de apelaciones, y entonces el señor Jonas debería ser puesto en libertad bajo fianza.
–¡Bajo fianza! –repitió Liamen voz baja–. ¿Por qué?
Seiling vaciló ante el tono de voz que constantemente reducía a los adversarios financieros de Farrell a un estado de sudorosa incoherencia.
–Sea o no inocente, al huir de la prisión Jonas transgredió las leyes de Texas. Técnicamente cometió una ofensa contra la sociedad. A menos que tengamos mucha suerte y podamos mostrarnos persuasivos, el fiscal de Amarillo puede, y es seguro que lo hará, tomarse algún tiempo para decidir qué hacer con respecto a ese problema. Señalaremos que el muy publicitado maltrato físico que Jonas recibió en ciudad de México es castigo más que suficiente por la falta cometida. Según el estado de ánimo del fiscal, puede mostrarse de acuerdo y recomendar al juez que pase por alto la fianza y deje todo en la nada, o mantenerse en sus trece y causar problemas.
–Entonces le recomiendo que lo pongan de buen humor –advirtió Liam con tono implacable.
–De acuerdo –dijo Seiling.
–En el caso de que no reciban cooperación instantánea por parte de las autoridades, quiero que los medios sean notificados de todo. Ellos moverán las cosas.
–Estoy de acuerdo. Mis socios y yo salimos mañana para Amarillo.
–Mañana, no. Esta noche –corrigió Liam–. Yo me encontraré allí con ustedes. –Cortó antes de que Seiling pudiera poner alguna objeción, y oprimió un botón de su intercomunicador–. Eleanor –le dijo a su secretaria–, cancele todos los compromisos que tenga mañana y pasado mañana.
En Los Ángeles, el abogado depositó el tubo en la horquilla. Alzó las cejas y miró a sus socios.
–Si alguna vez se han preguntado qué tienen Jonas y Farrell en común, acabo de averiguarlo: son dos tipos increíblemente fríos.
–Pero pagan jugosos honorarios –bromeó uno de los abogados.
Seiling asintió y entró en actividad.
–Empecemos a ganar los nuestros, señores –dijo, mientras oprimía el botón de la línea 3–. Señor Wesley –dijo, modulando la voz para que fuera a la vez firme y agradable–, entiendo que su predecesor, Aitón Peterson, hace cinco años fue fiscal en el caso contra Nicholas Jonas. Por lo tanto comprendo que nada de lo sucedido fue culpa suya, pero por lo visto se ha cometido una enorme injusticia. Necesito su ayuda para rectificar la situación con la mayor rapidez posible. En retribución, me encargaré de que los medios sepan que usted intervino en persona y con premura para remediar la situación. Más allá de lo que usted haga, Nick Jonas saldrá de esto con la imagen de un mártir y un héroe. Los medios pedirán la sangre de alguien a cambio de la injusticia que se cometió, y no me gustaría que se tratara de la de usted. –Hizo una pausa para escuchar–. ¿Que de qué diablos estoy hablando? ¿Por qué no lo conversamos mientras comemos, esta noche a las siete?

Katherine clavó los frenos y detuvo el auto frente a la casa de Miley. Lanzó una maldición al ver una bicicleta en la vereda, porque eso significaba que Miley estaba dando clase. Dejó la cartera en el auto, cruzó corriendo la vereda, abrió la puerta de calle sin llamar y entró en el comedor donde Miley estaba sentada con tres niños pequeños.
–Tengo que hablar contigo enseguida en el living, Miley –dijo, sin aliento.
Miley depositó sobre la mesa su libro de lectura y les sonrió a sus alumnos.
–Sigue leyendo tú, Willie. Enseguida vuelvo. –Katherine se dirigió apresuradamente al living y prendió el televisor.
–¿Qué pasa, Katherine? –preguntó Miley, temblorosa, al ver que su amiga buscaba con desesperación un canal determinado, y segura de que debía de tratarse de algo relacionado con Nick–. ¡No me hagas esto! ¿Qué ha sucedido? Se trata de Nick, ¿verdad? ¿Es una mala noticia?
Katherine se alejó del televisor, meneando la cabeza.               
–Está en todos los noticiarios. Interrumpen los programas para anunciarlo. NBC anunció que tenían un videotape y que lo pasarían a las cuatro y media. –Miró su reloj–. Es decir, ahora.
–¿Pero de qué se trata? –explotó Miley.
–Es una buena noticia –dijo Katherine con una risa entrecortada–. O una mala noticia, según como lo tomes. Miley, él es... –Se detuvo y señaló la pantalla donde el locutor anunciaba que interrumpían su programación habitual para transmitir un boletín noticioso especial. En pantalla apareció el rostro de Tom Brokaw.
»–Buenas tardes, señoras y señores –dijo–. Hace una hora, en Amarillo, Texas, Nicholas Jonas fue puesto en libertad en la Penitenciaría Estatal de Amarillo, donde cumplía una condena de cuarenta y cinco años por la muerte de su esposa, la actriz Rachel Evans. Los abogados de Jonas obtuvieron su libertad como resultado de una declaración formal proporcionada por Emily McDaniels, que fue coprotagonista, junto con Jonas, Evans y Tony Austin, en la película Destino.

Sin darse cuenta de lo que hacía, Miley tomó la mano de Katherine y la apretó con fuerza mientras Brokaw continuaba diciendo:
»–La NBC se ha enterado de que la declaración de la señorita McDaniels por lo visto contenía el testimonio de que, hace dos días, su padre, George McDaniels, le confesó haber asesinado a Rachel Evans y al actor Tony Austin, que fue hallado muerto en su casa de Los Ángeles el mes pasado.

Miley lanzó un gemido de placer, de tormento y de culpa. Aferró el respaldo de una silla para poder mantenerse de pie cuando en la pantalla aparecieron las puertas de la Penitenciaría Estatal de Amarillo, de la que vio salir a Nick, vestido con un traje azul marino y con corbata, en compañía de un hombre que lo escoltó hasta una limosina mientras Brokaw decía:
»Jonas salió de la cárcel como hombre libre, en compañía de sus abogados de California. En la limusina lo esperaba su gran amigo, el industrial Liam Farrell, cuya fe inquebrantable en su inocencia no ha sido secreto para el periodismo ni para las autoridades. De pie, en un costado, se encontraba una joven mujer cuyo rostro es muy familiar, aunque sus famosos hoyuelos no estuvieran en ese momento en evidencia. Tal como lo demuestra este videotape, es obvio que no esperaba ser vista, pero que acudió al lugar para asegurarse de que Jonas fuera puesto en libertad.

Miley vio que Nick se encaminaba con rapidez hacia la limosina y que de repente se detenía y miraba a su derecha donde, en compañía de su marido, se encontraba Emily McDaniels, cuyo rostro era una máscara de dolor. Nick permaneció inmóvil, mirándola, durante un instante. Después se le acercó, caminando con lentitud.
Las lágrimas empezaron a correr por las mejillas de Miley al ver que Nick abrazaba a Emily. Luego la soltó dejándola en manos de su marido, y desapareció dentro de la limosina, que se alejó velozmente mientras Brokaw agregaba:
»–Al enterarse de que Jonas había sido puesto en libertad, los periodistas de Amarillo se dirigieron al aeropuerto con la esperanza de obtener una declaración. Pero Jonas se alejó en compañía de Farrell en el jet privado de éste. NBC ha averiguado que el plan de vuelo trazado por el piloto del jet de Farrell tiene como destino la ciudad de Los Ángeles, donde Jonas es propietario de una mansión, aunque en este momento está alquilada por el actor de cine Paúl Resterman y su esposa.

Ahogándose con sus lágrimas, Miley miró a Katherine.
–Liam Farrell nunca dudó de su inocencia –dijo–. Por lo menos Nick tuvo un amigo leal.
–No empieces a torturarte –le advirtió Katherine, pero su propia voz estaba ahogada por la emoción, y de todos modos Miley no la escuchaba. Tenía la mirada clavada en la pantalla y estaba pendiente de las palabras del locutor.
»–William Wesley, el fiscal de Amarillo, está por hacer una declaración desde los Tribunales de esa ciudad...

En la pantalla aparecieron los escalones del edificio de Tribunales, donde un individuo de pelo oscuro, de alrededor de treinta años, se dirigía a los periodistas que se arracimaban a su alrededor blandiendo micrófonos y haciéndole preguntas a los gritos.
»–Les pido que no hagan preguntas –advirtió mientras se ponía los anteojos–, hasta que haya leído mi declaración. Después de eso responderé a todas las preguntas que me sea posible. –Cuando el furor se aquietó, alzó el papel que tenía en la mano y empezó a leer: –Ayer, desde California, los abogados de Nicholas Jonas me pidieron que los recibiera en mi despacho. Durante esa reunión, me proporcionaron una declaración jurada de la señorita Emily McDaniels, en la que atestigua que su padre, George Anderson McDaniels, había admitido ser el asesino de Rachel Evans y de Anthony Austin. La señorita McDaniels, quien hizo su declaración ante el capitán de policía John Jorgen en Orange County, California, también hizo entrega de un arma automática, calibre .45, de propiedad de su padre. Los estudios balísticos preliminares, realizados esta mañana, indican que las balas que dieron muerte al señor Austin fueron disparadas por esa arma. Después de nuestra reunión, los abogados del señor Jonas presentaron aquí, en Amarillo, un pedido de habeas corpus, exigiendo que su cliente fuera puesto en libertad. El pedido fue concedido, sin objeciones por parte de mi oficina, por el juez Wocott y luego enviado a Austin para ser refrendado por el juez de la Cámara de Apelaciones. Esa firma fue otorgada esta mañana, y Nicholas Jonas ha sido puesto en libertad. Todavía quedan pendientes algunas formalidades referentes a su huida de la Penitenciaría Estatal de Amarillo, ocurrida hace dos meses, que técnicamente, viola la ley de Texas. Sin embargo, esta fiscalía opina que el señor Jonas ya ha pagado un alto precio a manos de la policía de México por su breve libertad ilegal, así como con los cinco años de prisión por un crimen que, por lo visto, no ha cometido. ¿Alguna pregunta? –dijo, mirando a los reporteros.

Había docenas de ellos, pero el fiscal respondió al que preguntó en voz más alta.
»–¿Y qué sucede con respecto al secuestro de Miley Mathison, perpetrado por Jonas? ¿Tendrá que ser juzgado por ello?

–Eso depende de la señorita Mathison. Si ella presenta cargos contra el señor Jonas en un juzgado criminal o civil, será juzgado. Sin embargo, esta fiscalía no tiene nada que ver con eso.

1 comentario:

  1. Ahora falta que la perra (con amor) de Miley diga algo de la muerte de Justin, hahahahah bitch me queda mucho por leer

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