—Vine al principio, pero entonces no parecía que fueras a despertar y... — Se desvanece, levantando una mano como si esto explicara su ausencia.
—He estado despierta durante casi dos semanas. —Él mira hacia otro lado, con aire de culpabilidad.
—Yo lo sé — dice—. Paul… el Dr. Jonas, llegó el día en que quisiste saber de mí. Se ofreció a traerme, pero no quería enfrentarte.
La culpa casi me ahoga por sus propias palabras. Por supuesto, él no quiere mirarme a la cara, porque yo mate a su esposa. Asiento con la cabeza, con las lágrimas pinchando mis ojos al mirar hacia otro lado. Él da un paso más cerca.
—La cosa es que... te he fallado, Miley. —Yo le miro, asombrada por sus palabras. ¿Él me ha fallado? Sacude la cabeza, dando un paso más cerca y puedo ver que está luchando con sus propias emociones.
—Yo podría pararme aquí y decir que no lo sabía, pero... —Libera una respiración pesada, e incluso desde donde yo estoy puedo oler el alcohol; no fuerte, pero allí sin embargo—. Creo que lo hacía. Supongo que sé que lo hice. Pero no sabía que era tan malo.
Me mira para medir mi reacción. Estoy boquiabierta. ¿Está diciendo que él sabía de los abusos? ¿Que lo ha sabido todo este tiempo?
—Yo no sabía ella te lastimaba tanto. —Un sollozo se le escapa, aspira y da un paso atrás—. Te juro que no lo sabía.
—Yo la maté —le digo, deseando que me odie.
—Lo sé. Fue en defensa propia, ¿verdad? Creo que ella no se habría detenido. Si te hubieras visto a ti misma. —Él se aleja del recuerdo y arruga la cara. Me aparto, no estoy segura de cómo hacerle frente a este extraño que de repente está dando algunos indicios mezclados con señales paternales.
—Me dijeron que podría haber un juicio —le digo. Él asiente con la cabeza, moviéndose un paso más para quedar a sólo unos pocos metros de mi cama.
—Ellos dijeron que puedes venir a casa mañana —cambia abruptamente de tema.
—¿Puedo? —le pregunto, y él me mira interrogante—. Quiero decir ¿puedo volver a casa?
La comprensión es clara en su rostro, y entonces su boca se tuerce hacia abajo.
—Por supuesto que puedes. Es tu casa. ¿Dónde más podrías ir?
Pienso en la casa de Nick, en la vida, las risas y la luz que están ahí, el amor, el cuidado y la comodidad que sé que voy a obtener si voy allí. Pienso en mi propia casa, oscura, triste y sin vida en comparación. Ahí es donde yo pertenezco.
—¿Quieres venir a recogerme, o ...? —Él mira hacia otro lado, culpable de nuevo.
—Yo he venido en esta noche para firmar los papeles. Me dijeron que podías marcharte a casa con Nick.
Siento un nudo en mi garganta. Entonces, no ha venido a verme después de todo, acaba de llegar para firmar los papeles, empujando la responsabilidad a otra persona. Las cosas vuelven a la normalidad, al menos en lo que le concierne.
Nick regresa entonces y la tensión de la habitación se aleja con su presencia. Está cargando su bebida, sus ojos están sobre mí determinando si estoy molesta o no. Lo estoy, pero trato de no demostrarlo.
—Entonces, supongo que me voy ahora— dice mi padre —¿La vas a llevar a casa mañana entonces, Nick?
—Por supuesto. Me quedaré con ella hasta que llegues a casa. Creo que mi mamá tiene la intención de llevar algo de comer, otra vez.
Mi padre asiente con la cabeza.
—Eso es amable de su parte. Dile que le di las gracias.
—Claro que sí, Sr. Mosley —dice Nick, nunca dejando de ser caballeroso y cortés, pero yo lo conozco muy bien como para escuchar la tensión bajo la superficie.
—Bueno, adiós entonces —le dice a Nick, mira hacia mí con un gesto y se marcha. Déjanos a los dos mirando cómo se va.
—No me dijiste que él había estado aquí —le digo.
—Tú no preguntaste. —Le lanzo una mirada condenatoria y él se encoge de hombros, bebiendo su bebida y poniéndola sobre la mesa de al lado de mi cama. Se sienta sobre el borde de mi cama, acariciando hacia arriba y hacia abajo mi brazo con su mano.
—Pensé que eso te molestaría. No estaba seguro si él era parte... —Hace una mueca dolorosa, entonces fuerza las palabra entre sus dientes—... del abuso al que estabas siendo sometida.
Jadeo.
—¿Tú pensabas que él también estaba abusando de mí, pero aun así me dejas a solas con él?
—No, no pienso eso, ya no. Pero para ser honesto, estuve fuera de tu habitación todo el tiempo, observando— Él sonríe con encantadora culpa —Pregunté por una máquina de dulces, y agarre una bebida.
Yo sonrío, entonces recuerdo sus palabras.
—¿Por qué no lo piensas más? ¿Que él era parte de esto? —pregunto.
—Porque he visto su cara cuando él estaba aquí. Lloraba mucho y parecía muy culpable, pero no del tipo de culpa de alguien que fue capaz de hacerte esto. —Levanta la mirada hacia mí—. ¿Me equivoco?
—No.
—Pero tampoco evitaba que sucediera, ¿verdad? —Su voz es baja, con furia controlada.
—No. —Mis ojos se llenan de lágrimas nuevamente y los seco mientras distancio mi enojo.
—Pude haber… pude haber encontrado una manera de detenerlo. —Sus ojos están clavados en los míos, con clara intención a medida que habla—. Si lo hubiera sabido.... —Mira hacia abajo—. Debería haberlo sabido. Debería haber visto…
—No —le digo fríamente—. No hagas esto. No hagas de esto algo que te haga ser el culpable. No es lo que es.
Mira hacia de vuelta hacia mí, con tormento en cada línea de su cara.
—No puedo dejar de pensar en eso. No puedo dejar de imaginar lo que debe haber sido para ti, todos los días. Durante todo ese tiempo pensé que no querías que fuera a tu casa porque estabas avergonzada de ella, o de tus padres, o incluso de mí. Nunca se me ocurrió que pudiera ser esto.
—Nick... —las lágrimas corren por mis mejillas.
—Cuando fuiste a mi casa en Acción de Gracias... pensé... en alguien más... pero no creí que fuera tu madre.
Su cabeza cae al lado de mi brazo en la cama.
—Nick. —Tiro de su cara hacia arriba—. Por supuesto que no lo podías imaginar. Mira a tu madre. —Flashes de culpa atraviesas sus ojos otra vez.
—¡No! —le digo—. No te vas a sentir culpable por tener una gran familia.
—Pero te he llevado a mi casa, agitándola frente tu cara mientras todo este tiempo tenías que volver a tú casa para enfrentar... eso.
—Sí y gracias por hacer eso —le digo sinceramente. Sus ojos se abren poco a poco por palabras—. Yo no sabía que una familia podía ser así. Me llevaste y me mostraste la forma en que se supone que son. Y toda tu familia... me mostraron el amor y la bondad, sin importar si lo merecía o no. Los amo, Nick.
Él me atrae a sus brazos, su cuerpo está temblando por la fuerza de sus emociones a medida que procesa mis palabras y trata de dejar a un lado su propia culpa.
—¿Vas a estar bien volviendo allá? —Pregunta en mi pelo—. Porque sabes que puedes y debes venir a mi casa.
Lo abrazo con más fuerza, sin querer que él vea la mentira en mi cara.
—Todo va a estar bien. Yo quiero ir a casa. —Obligo a mi voz a que suene segura.
Libera una respiración ruidosa.
—Está bien, pero el plan va a ser que yo esté allí todo el tiempo, hasta que te hartes de mí.
Lo empujo para sonreírle.
—Eso no va a suceder. De ninguna manera podría hartarme de ti.
Nick me lleva a casa por la mañana. Me alegro de que no haya nadie allí más que él y yo. Esperaba que hubiera cambiado de alguna manera, a un aspecto diferente. Pero es la misma casa de siempre, con el sofá y una pequeña televisión en el mismo lugar, el piso de madera continua desgastado y estropeado, la cocina sigue siendo pequeña y sencilla. La única diferencia física es que falta la lámpara.
Es desde un diferente panorama donde comienzo a temblar. Miro a la pared donde caí por el primer golpe del bate, e imagino que se puede ver el contorno de mi cuerpo allí; el lugar en el piso de madera por donde me arrastré, imaginando que aún se pueden ver las débiles rayas de sangre que arrastraba conmigo; el suelo de baldosas en la cocina, donde imagino ver el contorno circular de su cabeza; el lugar en que le quité la vida por la fuerza de mi agarre.
Me estremezco y volteo mi rostro al hombro de Nick, y sus brazos suben a mí alrededor para darme seguridad. Tomo una profunda respiración, forzándome en mi mente a resistir. Sé que si le doy la más mínima provocación él apartará sus brazos y me llevará a su casa. Combato con el deseo en mi pensamiento, entonces mentalmente sacudo mi cabeza para despojarla de ese anhelo.
Pronto vendrá Denisse con Christine para ayudarme a instalarme. Las otras chicas están en la escuela pero ella me prometió traerlas a verme más tarde. Quiero verlas, pero me da vergüenza hacerlas ver mi casa; esto es un lugar tan deprimente en comparación con su hermosa casa, brillante. Pero pienso que tal vez está bien; tal vez deberían verme en mi mundo real para que puedan entender lo mucho que no pertenezco a ellos. Me siento en el sofá (en el extremo opuesto del lugar de ella) volteada hacia Nick, quién se sienta a mi lado. Esto me ha agotado, viajar a casa, y pronto estoy dormida.
Cuando despierto, estoy tumbada en el sofá con una almohada bajo mi cabeza y una manta cubriéndome. Puedo oír a Nick en la cocina, hablando con Denisse, y a los sonidos de la preparación de comida. Entonces oigo la voz de mi padre, y me tenso.
—Esa me parece una excelente manera de continuar. La facultad de medicina tiene que ser bastante cara, ¿eh? —lo oigo preguntar.
—Sí, pero ya tengo en fila algunas becas para ayudar con eso —dice Nick.
—¿Vas a ir a una universidad de por aquí?
—Nick ha solicitado y ha sido aceptado en varias —informa Denisse con orgullo—. Él siempre esperaba ir a la universidad, así que imagino que no lo tendré al alrededor mucho más tiempo.
Casi puedo oír el encogimiento de hombros en la voz de Nick cuando él responde.
—Puede ser que espere un tiempo, y que vaya a una universidad de aquí.
—¿Ah, sí? —Puedo oír la sorpresa en la voz de Denisse—. No sabía que habías siquiera pensado en eso. Oh, perdón —dice mientras su teléfono celular suena.
Hay un silencio en la cocina a excepción de sus respuestas.
—Era Paul —les dice—, él y las niñas acaban de salir de casa por lo que estarán aquí muy pronto. Espero que no te importe que nos encarguemos de tu casa, John.
¿John?
Trato de imaginar a mi padre como una persona, con un nombre, y no sólo como mi padre. No puedo hacerlo, pero no me sorprende que Denisse pueda.
—Estoy agradecido con ustedes. Han sido una gran ayuda para mí y... para mi hija.
Que asombrosa conversación. En serio... ¿Mi hija?
—Bueno, todos la queremos. Ella es una buena chica.
Suena el timbre y Nick entra en la sala de estar para abrir la puerta. Automáticamente mira hacia donde estoy, deteniéndose en seco cuando me ve con los ojos abiertos.
—Hey, estás despierta —dice, cambiando de rumbo y llega hasta mí. Denisse debe haberlo oído, porque lo sigue justo detrás, continúa para abrir la puerta y deja entrar al Dr. Jonas y a las dos niñas. Me pregunto brevemente donde está Christine, y entonces me encuentro sin palabras cuando mi padre entra un momento después a la sala, cargándola.
Nick me ayuda a levantarme para que pueda abrazar a las chicas. Y solo con eso, mi propia casa se llena con el amor y las risas que había creído sólo eran posibles tener en la de Nick. No hay suficiente espacio para que todos se sientan alrededor de nuestra pequeña mesa de la cocina con tres sillas (la cuarta se había estrellado contra mí en Acción de Gracias y nunca fue repuesta) así que Denisse decide que todos deben sentarse en la sala de estar, equilibrando las bandejas cargadas con comida en las rodillas. Nick lleva las tres sillas a la sala, apenas en el perímetro, luego estaca su lugar en el suelo junto a mis rodillas, sabiendo que si lo deja va a ser tomado por una de sus hermanas.
Mucho más tarde, después de que todo se ha limpiado y todos los Jonas se han ido, a excepción de Nick, mi padre dice buenas noches, es la primera vez que recuerdo que él haga eso.
—¿Cuándo regresas de nuevo a la escuela? —le pregunto a Nick. Habíamos discutido sobre que necesitaba estar en la escuela en lugar de sentarse en el hospital todo el día, pero finalmente habíamos acordado, que una vez yo estuviera en casa, él iba a volver. Denisse y el Dr. Jonas firmemente habían estado de mi lado en eso.
—Mañana —suena apagado.
—Deberías ir a casa, entonces. Ir a la cama.
Se vuelve hacia mí.
—Podría quedarme aquí, y solamente irme en la mañana.
—Nick... —Mi voz tiene una advertencia.
—No estoy diciendo que faltaré a la escuela. Estoy diciendo… —Pongo mis dedos en su boca.
—Vete a casa, Nick. Ve a dormir. Regresa luego de la escuela.
Me mira durante un largo momento, y finalmente asiente con la cabeza, presionando mi mano con más fuerza en su boca, para un beso.
—Está bien, pero tienes el teléfono celular. ¿Prometes llamar si necesitas cualquier cosa?
Levanto mi mano derecha: —Lo prometo.
Pasa algún tiempo besándome por las buenas noches, lo que no me importa en absoluto, de hecho, más bien lo disfruto, aunque sé que sólo se está estancando.
Él insiste en ayudarme a subir a mi habitación, pero no lo dejo entrar. Hago que me deje en la puerta de mi habitación, espero hasta que haya caminado por las escaleras, apagando las luces a medida que avanza, y lo escucho cerrar la puerta frontal. Entro en mi habitación, pequeña y sencilla, pero organizada y limpia. Ahora se siente mucho menos como mi casa que antes. Me acuesto, tirando las cubiertas sobre mí, las lágrimas caen para empapar la almohada debajo de mi cabeza.
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