lunes, 8 de julio de 2013

Asleep - Cap: 20

Él se acerca, sus propios ojos brillando con lágrimas mientras acerca un dedo, atrapando mis lágrimas con su dedo. Frota su pulgar y su dedo como si quisiera asegurarse que las lágrimas son reales.
—¿Miley? —pregunta mi nombre. 

Su mano acaricia mi mejilla y me inclino hacia ella. Él se inclina hacia mí, poniendo su frente contra la mía, sus ojos a centímetros de los míos.
—Miley —él respira, con alivio evidente en su voz. Cierra sus ojos y traga con fuerza ―Por favor, recupérate —susurra, abriendo sus ojos para mirar dentro de los míos, y ahí veo amor mezclado con alivio, y algo más, también. ¿Culpa?
—Iré a llamar al doctor, a hacerle saber que estás despierta —dice la enfermera. Ambos la escuchamos pero ninguno de los dos mira hacia otro lado, absortos el uno en el otro.
—No pensé… pensé que nunca podrías despertar, Miley. —Él traga, parpadeando mientras alcanza a ciegas mi mano con su mano libre, envolviéndola en la suya, suavemente ―Me hubiera muerto.

Trato de sacudir la cabeza furiosamente ante el pensamiento de Nick muerto, pero impedida por el tubo en mi garganta. No puedo comenzar a imaginarlo muerto, al hermoso, vibrante, amable, cariñoso, y muy vivo Nick.

La enfermera vuelve a entrar en la habitación, seguido por un terapeuta respiratorio, y el doctor que iba a venir a verme de todos modos. Nick se pone de pie, retrocediendo un poco, pero aun sosteniendo mi mano.
—Nos has dado un buen susto, jovencita —dice el doctor. No lo conozco, nunca lo he visto antes, y me pregunto si él es tan buen doctor como el Dr. Jonas, aunque probablemente no le gustaría ser comparado con un veterinario.
—Vamos a tratar de sacar ese tubo de tu garganta, ¿eh?
Asiento con la cabeza, queriendo hablar con Nick.
—Lo vamos a sacar, pero has estado dependiendo de el por un tiempo, así que podría ser difícil para tu cuerpo respirar por sí mismo. Tal vez tengamos que ponerlo de nuevo —me advierte.

Él y la enfermera dan un paso hacia adelante, obligando a Nick a retroceder. Se mueve al final de la cama, donde puede verme. Ellos tiran del tubo hacia afuera, y toso con arcadas ante la sensación. El terapeuta respiratorio se acerca y coloca una máscara sobre mi rostro, bombeando una cosa bulbosa en el otro extremo, forzando aire a mis pulmones. Por un momento siento como si me estuviera ahogando, entonces los instintos de mi cuerpo entran en juego, y mis pulmones dan un pequeño respiro por su cuenta, después otro y otro. Las tres personas del personal médico sonríen con alegría, luciendo como padres orgullosos. Una cánula es colocada en mi nariz y el oxígeno comienza a fluir.
—Nick— Mi voz sale gruesa y áspera, apenas en un susurro. Nick sonríe con su amplia sonrisa que amo tanto.
—Va a tomar unos días para que tu voz funcione bien —me dice la enfermera.

Nick vuelve a mi lado, inclinándose para besarme suavemente en mis labios puestos en libertad.
—Te amo —gesticulo.
—Te amo tanto —me contesta.

Es una lenta y dolorosa recuperación para llegar al punto en que puedo salir de la cama. Tengo terapeutas físico y respiratorio todos los días. Soy informada que uno de mis pulmones ha sido perforado por una costilla rota y el otro colapsó cuando se llenó con líquido.

Mi cuerpo está débil por falta de uso, por lo que la terapia física es más difícil, especialmente porque aún tengo muchos huesos rotos. Han sido dos semanas desde el ataque hasta cuando desperté del coma. Hay tomografías y pruebas realizadas por un terapista ocupacional que determinan que no hay daños cerebrales obvios. Nick nunca se va de mi lado.

Sus hermanas, Avery y Lucy han venido a visitarme, Denisse y Avery lloran cuando me ven. Avery promete hacerme un traje especial para vestir cuando salga del hospital, y Lucy silenciosamente desliza un trébol de cuatro hojas en mi mano. Denisse me dice después, que ella lo había encontrado hace un año y lo había estado manteniendo para la suerte. Estoy conmovida de que quiera que yo lo tenga; necesito toda la suerte que pueda conseguir. Veo la manera en que Denisse mira a Nick, con preocupación grabada en su rostro.

—Nick— Mi voz es áspera aún, pero él se apresura a venir a mi lado cuando lo llamo—. Ve a casa, Nick. Toma una verdadera ducha y aféitate— Levanto mi mano, sin poco esfuerzo, frotándola contra su mejilla áspera —Consigue una buena noche de sueño en tu propia cama.
―No me iré a ninguna parte, estaré aquí por la mañana.
Denisse une su voz con la mía.
—Ve, cariño, yo me quedaré aquí.

Él parece a punto de protestar, pero entonces asiente con la cabeza con cansancio. Puedo ver lo que le cuesta el estar aquí todo el tiempo. Está de acuerdo en tomar una ducha y afeitarse, pero insiste en volver más tarde esta noche.

Una semana más tarde me estoy volviendo loca. Quiero un poco de privacidad de todos los doctores, enfermeras y terapeutas que están constantemente en mi habitación. También tengo miedo porque no puedo ir a casa.

No he preguntado aún sobre mi madre. Ni ella, ni mi padre, han venido a verme. Ha llegado al punto donde no saber es peor que preguntar, así que cuando Nick y yo tenemos raramente unos cuantos minutos a solas, en lo profundo de la noche mientras se sienta en su silla y trata de ponerse cómodo al lado de mi cama, pregunto.
—¿Qué pasó con mi madre, Nick?
Se queda inmóvil donde está sentado, mirando hacia abajo a sus pies. Finalmente exhala una fuerte respiración y me mira.
—No estoy seguro que esté en posición de decírtelo, Miley.
Me río con desprecio.
—Eres el único que debería decirme, Nick.
Él no dice nada.
—¿Estás enojado conmigo, Nick?

—No estoy seguro que esté en posición de decírtelo, Miley.― Me río con desprecio.
—Eres el único que debería decirme, Nick.
Él no dice nada.
—¿Estás enojado conmigo, Nick? Por no decírtelo, quiero decir.
Él me mira, confundido.
—¿Por no decirme qué?
—Acerca de… ella. Tú sabes, por no decirte lo que estaba pasando en mi casa.
Él se acerca y toma mi mano, presionándola con su boca.
—Por supuesto que no.
Levanto la mirada hacia él.
—¿No en absoluto? —pregunto.
Se encoge de hombros y sonríe tristemente.
—Tal vez un poco, porque pude haber ayudado, tal vez. Porque esperaba que confiaras en mí lo suficiente para saber que podrías decirme todo.
—Confío en ti, Nick, más que en nadie más. No era eso en absoluto.
—¿Qué era entonces?
—No podría haber soportado si me tuvieras lástima. Sabía que lo hacías un poco, a causa de los chicos de la escuela. Pero si hubieras sabido de ella, me habría preguntado siempre si realmente me amabas, o si era sólo simpatía.
—¿Cómo podrías preguntarte eso? ¿No sabes cuánto te amo?
Le sonrío. —Es un poco difícil de entender, porque si hay una cosa que sé, es que no te merezco.
—No digas eso. —Él luce dolido por mis palabras—. Yo no te merezco, especialmente ahora. —Las dos últimas palabras las murmura en voz baja.
—¿Qué quieres decir con “especialmente ahora”?
Su rostro está angustiado mientras aprieta mi mano.
—Esto es mi culpa —él dice, su mano barriendo a lo largo de mi cuerpo, que ha sido liberado en su mayor parte de varios tubos y correas.
—¿Qué? Nick, ¿con qué extensión de tu imaginación crees que esto es culpa tuya?
—Porque yo te llevé a tu casa. Tuve la sensación de que necesitaba ir contigo, pero te dejé que me convencieras. Si hubiera ido… — se quiebra, atormentado.
—Nick, mírame —le digo, esperando hasta que sus ojos encuentren los míos—. Si no hubiera sido entonces, hubiera sido después, después de que te hubieses ido. O al día siguiente. O la semana próxima. No es culpa tuya, y por primera vez en mi vida, sé que tampoco fue mía. No te dejaré culparte a ti mismo. Además de eso, se acabó. No la dejaré tocarme de nuevo.
Él mira hacia otro lado ante mis palabras.
—En Acción de Gracias ¿fue ella? —me pregunta.
—Sí.
—¿Y todas las otras veces, cuando tenías un ojo negro, u otras marcas?
—Sí.
—Debería haberlo miserablemente sabido, debería haberlo adivinado— dice
—No deberías, Nick. Era buena en el juego de esconderse.
Él no luce muy convencido por eso.
—¿Está ella en la cárcel? —pregunto.
Él no contesta, conteniendo la respiración con temor, y sé que ella no lo está.
—Si ella no está en la cárcel donde debería de estar, si ella sigue en casa, tengo que encontrar otro lugar donde ir. No puedo volver allí.
Si es posible, Nick luce aún peor que antes.
—¿Qué pasa Nick? —Estoy comenzando a sentirme asustada ahora ante la expresión de su rostro—. ¿Está en mi casa?
Nick sacude su cabeza, y me siento un poco aliviada. Pero sigue luciendo miserable. Ahora estoy asustada y confundida.
—¿Nick?
—Miley, hay algo que necesitas saber. Acerca de tu madre— Da un respiro resignado ―Miley, ella está muerta.

Ese día me convertí en una asesina. Ella murió como consecuencia de golpearse la cabeza contra las baldosas del suelo, una rara pero frecuente lesión mortal en la que el cerebro se separa de su tronco cerebral. Ella había muerto de inmediato, no habría habido ninguna posibilidad de salvarla aún si alguien hubiera estado allí para intentarlo. Esto explica la única cosa que me he estado preguntando, ¿por qué mi padre no ha venido al hospital para verme? 

Él debe odiarme, pienso.

La policía quiere hablar conmigo tan pronto como los médicos sienten que sea capaz de hacerlo; la única cosa que los mantiene lejos de hacerlo hasta ahora, es el hecho de que he estado inconsciente de su muerte. Con el conocimiento de su muerte decaigo, adormecida, y llevan un psiquiatra para que me hable. La única condición de esto es permitirle a un psicólogo policial escuchar las sesiones. 

Realmente no quiero hablar de eso, sin embargo. Le cuento a la policía todo lo que recuerdo, pero no quiero compartirlo con un psiquiatra. No quiero compartirlo con nadie. Nick intenta hacerme hablar sobre ello, pero no puedo ni siquiera mirarlo. No puedo imaginar que él quiera estar con una asesina

¿Cómo podrá volver alguna vez a mirarme de la misma manera que antes?

Me han dicho que habrá una investigación, que siempre se produce cuando hay una muerte violenta, pero se va a esperar hasta que salga del hospital y me sienta más fuerte. Continuo mejorando físicamente, eventualmente llego a un punto donde ya no estoy conectada a ninguna máquina, ni tengo tubos dentro de mí. También sigo con mi terapia física hasta que puedo caminar en su mayoría, sin ayuda. Los médicos deciden que puedo ir a casa y continuar con mi tratamiento de forma ambulatoria. Esto me trae a un nuevo temor… ¿Dónde voy a ir cuando salga del hospital?

Nick, Denisse, e incluso el Dr. Jonas tratan de convencerme de que vaya a casa de ellos, pero me niego rotundamente. No les voy a hacer eso a ellos, llevar a una asesina en su casa, con ellos, con Avery, Lucy y Christine. El día antes de ser puesta de alta, mi padre viene a visitarme. Acabo de terminar la terapia física y estoy cansada, dispuesta a dormir por un rato, cuando entra. Nick está sentado en su silla, haciendo los deberes que Denisse ha comenzado a traerle de la escuela. Ellos están siendo más indulgentes conmigo, esperando hasta que haya sido dada de alta del hospital antes de enviar a un maestro con mi propia tarea.

Nick levanta la vista cuando él entra, y se levanta
—Hola, señor Mosley —le dice a mi padre.
—Hola Nick —responde mi padre. Los miro a los dos, aturdida. ¿Cuándo se conocieron?
Nick se acerca a mí, inclinándose para darme un beso.
—Voy a ir a la cafetería para conseguir una bebida. Vuelvo en un rato — me dice. Agarro su mano, implorándole con los ojos que se quede. Él sólo me aprieta la mano, tratando de tranquilizarme, antes de volverse para salir. Lo veo irse, presa del pánico por quedarme sola con este hombre que es mi padre, pero que me es más extraño de lo que es, incluso el doctor o las enfermeras que cuidan de mí.

Se detiene en la puerta, parece tan reacio como yo a dejar de ver como Nick se aleja. Lleva puesta una gorra de béisbol la cual se quita, torciéndola entre sus manos. Puedo ver que ha hecho un esfuerzo para estar presentable, vistiendo una camisa abotonada un poco arrugada, pero limpia y está recién afeitado, lo puedo decir ya que tiene pegado un pedazo de papel en su barbilla. Lo estudio, y me doy cuenta de que en algún momento en estos últimos diez años él ha envejecido. Lo recuerdo tan joven y guapo, pero ahora se ve viejo y harapiento, con su pelo rayado gris, arrugas en su rostro y pesadas bolsas bajo sus ojos. Se aclara la garganta y da un paso más cerca.

—Te ves mejor —dice.
—¿Has estado aquí antes? —pregunto, sorprendida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario