sábado, 27 de julio de 2013

Asleep - Cap: 27


Termino quedándome con Demi durante todo el verano. 

Cada vez que trato de irme, Demi o sus padres me 

convencen de quedarme sólo un poco más, hasta que 

eventualmente dejo de sacar el tema. Simplemente parece 

más sencillo quedarme. Cuando regreso a casa después de 

romper con Nick, y le digo a Demi de eso, ella se sienta a 

mi lado mientras lloro.


—No puedo hacer esto —le digo.


Entonces no lo hagas —dice ella—. Vuelve con él.



Se queda cerca de mí mientras paso a través de la 

depresión, arrastrándome fuera de la cama en los días en 

que no quiero levantarme.

—Vamos, Miley, vamos a tomar un helado —dice.

—No quiero comer helado de nuevo —digo quejándome.

—Entonces vayamos por una taza de cianuro. Escuché que 

sirven el mejor cianuro al oeste de las Montañas Rocosas 

en Joe’s. 


También me dice que soy una estúpida, que si ella hubiera 

tenido a alguien que la amara de la manera en que Nick me 

ama, haría cualquier cosa para conservarlo, no para 

alejarlo. Ella no puede ver la imagen en mi cabeza, sin 

embargo, aquella en la que Nick me odia por destruir su 

sueño, en la que estar casado con una asesina ha 

destrozado su perfecta vida.




Encuentro trabajo en el hogar de ancianos, cuidando de 

pacientes con Alzheimer, aprendiendo de la paciencia y el 

amor por la gente que está sufriendo algo mucho peor que 

yo, personas que no se preocupan por mi repentina 

celebridad local y no me hacen preguntas al respecto. 

Aplico para varias solicitudes de becas, y recibo lo 

suficiente para tomar un curso completo de clases en el 

colegio comunitario, incluso lo suficiente para cubrir los 

costos de los libros. Demi también asistirá, aunque sólo 

tenemos dos clases juntas.


Voy al banco con el dinero del abuelo de Nick y lo convierto 

en una orden de dinero, que luego le envío por correo. Me 

es devuelto una semana después. Lo mando por correo de 

nuevo, con una carta esta vez, diciéndole que ya no estoy 

con Nick y ya no necesito un “fondo de emergencia”.



Es devuelto otra vez, esta vez con un giro nuevo de dos mil 

dólares, con su propia carta.

“Querida Miley,


Estoy al tanto de tu equivocado rompimiento con mi nieto, 

pero aún mantengo la esperanza de que te des cuenta de 

la estupidez de eso y regreses con él. Mientras tanto, este 

dinero es mío para hacer lo que yo quiera, y quiero que tú 

lo tengas. Estoy feliz de que ya no necesites dinero de 

emergencia, así que gástalo en ti misma. Te lo mereces.

Regrésamelo y te lo devolveré con el doble de su valor y 

seguiré haciéndolo, siempre y cuando sigas 

devolviéndomelo. ¿Quieres ser la responsable de la 

extinción de los ahorros de vida de un anciano?


Con amor, el abuelo Nicholas.”




La carta me hace reír y llorar. Echo de menos al abuelo 

Nicholas, más aun sabiendo que nunca lo volveré a ver. 

Pero sé que habla en serio, así que me quedo con el 

dinero, esta vez enviándole una carta de agradecimiento 

por su donación a la Fondo de la Nueva Vida de Miley Mosley.


—Así que, escuché que no conduces —el papá de Demi, 

Tom, me dice durante la cena una noche.


Miro a Demi, quien me ignora intencionadamente 

mientras sirve patatas en su plato. Me vuelvo hacia Tom.

—Eso sólo un poco cierto. Tengo una licencia de conducir; 

sólo no he tenido tanto como una oportunidad para 

conducir, así que no estoy segura si puedo hacerlo o no.

—Bueno, entonces, vamos.

Él se pone de pie, y yo miro alrededor, confundida. Demi 

sólo se encoge de hombros, llevando con un bocado de 

patatas a su boca, para cubrir una sonrisa, sospecho. Jill, la 

mamá de Demi, sólo sonríe y asiente con la cabeza para 

que siga a su esposo.

Nos dirigimos al garaje, y Tom me tira las llaves de su 


pequeño SUV mientras sube al asiento del pasajero. Tomo 

un respiro, subiendo en el lado opuesto. Y sólo me quedo 

sentada. Después de un largo momento en silencio, Tom 

me mira.


—¿Y bien? —pregunta.


Me vuelvo hacia él.


—Esto es realmente lindo, pero…


—¿Pero?


—Parece tonto. Ni siquiera poseo un coche.


—No es gran cosa —dice—. Serás el conductor oficial de la 

familia de aquí en adelante, hasta que consigas tu propio 

coche.


—No voy a tener dinero para un coch… —me interrumpo 

mientras un pensamiento surge en mi cabeza. Lo miro con 

una sonrisa.


—¿Y ahora qué? —dice, devolviéndome la sonrisa.


—¿Conoce algún buen concesionario de autos usados? —le 

pregunto, metiendo la llave en el encendido.

***

La familia de Demi es tan diferente a la de los Jonas, no 


son tan ruidosos y exuberantes, con abrazos dados 

escasamente, pero aun así, muy por encima de las que he 

conocido. Sus padres son tranquilos, estables y cálidos, me 

dieron la bienvenida dentro de la familia desde el principio, 

como si ya perteneciera a ella pero sólo acabara de 

aparecer. Se aman claramente el uno al otro, sólo no lo 

muestran al público como lo hacen Denisse y el Dr. Jonas.



Estoy tejida en el tapiz de su familia hasta tal punto que 

incluso me dan algunas tareas para hacer junto con Demi. 

Cuando el verano está llegando a su fin y comienzo a 

hablar acerca de mudarme de nuevo, me ignoran, sin hacer 

un gran alboroto y me encuentro a mí misma quedándome, 

de nuevo.

Resulta que Tom tiene un amigo que es dueño de una 


concesionaria de autos y me ayuda a encontrar un buen 

auto usado a un bajo precio, una vez que lo pago por él, 

me siento de alguna manera culpable por usar el dinero del 

abuelo Nick.


El dolor de perder a Nick nunca se alivia; sólo aprendo a 


vivir con él. Evito los lugares en la ciudad en los que sé que 

él podría estar. Demi trata de decirme las cosas que oye 

hablar acerca de él, pero tapo mis oídos infantilmente, su 

nombre es demasiado doloroso para siquiera escucharlo. 

No quiero saber lo que está haciendo, aun cuando añoro la 

visión de su rostro, el tacto de su mano, el beso de sus 

labios, tanto que lloro cada noche al dormir.

Entonces sucede, la única cosa que me temía.


Estoy conduciendo a casa del trabajo, y mientras me 

detengo en una señal de alto, veo un auto 

desgarradoramente familiar viniendo del otro lado. 

Rápidamente me cambio al otro lado del camino, 

esquivando, mirando por encima del volante. Mi corazón 

late con fuerza, mis manos sudan. Mi reacción es 

completamente visceral, y me siento rompiéndome en 

pedazos mientras estoy sentada y observo, esperando y 

temiendo.
Entonces sucede, la única cosa que me temía.

Estoy conduciendo a casa del trabajo, y mientras me detengo en una señal de alto, veo un auto desgarradoramente familiar viniendo del otro lado. Rápidamente me cambio al otro lado del camino, esquivando, mirando por encima del volante. Mi corazón late con fuerza, mis manos sudan. Mi reacción es completamente visceral, y me siento rompiéndome en pedazos mientras estoy sentada y observo, esperando y temiendo.

Es Denisse.

Doy un suspiro de alivio, y comienzo a temblar después del shock. No es quien yo pensaba, pero era casi tan malo como si lo fuera. Ondas de anhelo se estrellan contra mí, y por un momento de locura, considero en girar con mi auto y seguirla. Entonces me burlo de mí misma.

—¡Está bien, Miley, contrólate! —me ordeno.

Trato de imaginar lo que hubiera ocurrido si hubiese sido Nick el del auto y el dolor que me baña es abrumador. Creo que si viera a Nick en algún lugar probablemente tendría un ataque al corazón y la reacción actual en mi cuerpo es una indicación. Por lo menos en ese mismo momento se vendrían abajo los progresos que he logrado aprender respecto a tratar de vivir sin él, no importa cuán pequeño sea ese progreso.

Me imagino levantándome de la cama, e intentando tener una vida, es mejor que nada. He conocido a unas cuantas personas nuevas en las clases de la Universidad, aunque sigo luchando con los problemas de confianza y creer en alguien que quiera conocerme sin malas intenciones. Estoy viendo a un psiquiatra de nuevo, ante la insistencia de los padres de Demi, que están preocupados por mi profunda depresión después de lo de Nick. Después de haber visto y sentido el resultado de la depresión no tratada de primera mano por mi madre, estoy de acuerdo.

No necesito pastillas, me niego a tomarlas, como una cuestión de hechos, sólo necesito a alguien que me ayude a superarme a través de todo esto. Me está ayudando a aprender a confiar, a creer en mí misma, y a hacerle frente al estar sin Nick. Sigue animándome a que tenga citas, pero sé que eso no va a suceder durante un largo tiempo, si es que vuelve a ocurrir.

Mi psiquiatra me anima a hacer las paces con mi padre. Descubrí que mis padres biológicos son unos desconocidos, ya que dejaron en las escaleras de un hospital… en realidad, no es tan romántico como suena. Así que decido tratar de verlo.

Me detengo irónicamente delante de la casa de al lado de la casa en donde crecí, en el lugar donde había hecho una vez que Nick me dejara para evitar ser vistos. Mi padre está en casa; extraño, ya que es la mitad de la tarde de un sábado. Él tiene la cabeza apoyada debajo del capo abierto de su viejo coche. Es una cosa normal pero peculiar que lo haga, algo que no recuerdo haberlo visto haciendo antes. 

Lo observo por unos minutos, buscando la ira en mi interior. Hay un pequeño estruendo en lo más profundo de mi estómago, pero la mayoría se ha ido. Salgo de mi coche, y él salta con el sonido de la puerta de mi coche al cerrarse, golpea su cabeza contra el capó abierto, maldiciendo mientras se frota en el punto del golpe. Su mirada cae sobre mí y sus manos aún continúan frotándose cuando con incredulidad ve que me acerco.
—Hola —le digo, cuando llego al otro lado del coche en el que está.
—Hola —repite, su voz refleja su desconcierto. Coge un trapo tendido sobre el parachoque y se limpia las manos.
—Problemas con el coche, ¿eh? —le digo. Él mira hacia abajo al motor como si pudiera haber algo ahí para explicar mi presencia.
—Sí, sigo pensando que voy a mantener esto por unos cuantos años más pero esto tiene sus propias ideas. —Yo asiento y él mira más allá de mí, hacia donde mi coche se encuentra—. ¿Es tuyo? —pregunta.
—Sí, lo tengo hace un mes.
—Funciona bien, ¿eh? —Me encojo de hombros.
—Eso parece.
—Si alguna vez necesitas que lo miren, yo puedo... —Su voz se desvanece, me mira indeciso.
—Está bien, podría traerlo en algún momento. —Mi respuesta le sorprende. Está en silencio durante un minuto, mirándome, cambiando de posición nerviosamente.
—¿Quieres entrar, tomar un refresco o algo así? —pregunta, pero suena como si se esperara un no.
—Seguro. —Una vez más, levanta las cejas en estado de shock por mi respuesta.

Lo sigo, sentándome en la mesa mientras se lava las manos en el fregadero. Aprovecho la oportunidad para mirar alrededor. Voy a ser honesta, esperaba que el lugar estuviera en completo desorden, los platos amontonados en el fregadero, el suelo manchado. Esta limpio y organizado. Cuando él abre la nevera para tomar unos refrescos, está lleno de alimentos y lo más inusual de todo, no hay cerveza u otra clase de alcohol que pueda ver. Cuando se sienta frente a mí realmente lo miro por primera vez.
—Te ves bien —le digo, y es verdad.
Sus ojos están claros. Su rostro está ansioso porque yo estoy aquí, pero en el fondo está relajado, sin nervios o espasmos nerviosos. Su nariz está rayada de cicatrices producidas por vasos rotos, que indican el alcoholismo, pero no son de color rojo.
—Gracias. Tú también. —Toma un sorbo de su refresco, observándome.
—Un montón de mis recuerdos están relacionados en esta mesa —le digo, recorriendo con mis manos a través de la superficie limpia y desgastado.
—Aunque no todos ellos buenos, ¿eh?
Lo miro, recuerdo mi última vez aquí, cuando me enteré de que había sido adoptada, el momento de la cena de Acción de Gracias, todas las comidas que se sirvieron, pero que fueron no comidas por mí. Entonces pienso en las veces que me senté aquí con Nick o con Denisse. E incluso algunos de esos momentos con mi padre allí.
—No todos ellos malos, tampoco —le digo. Se aclara la garganta, cruzando sus manos alrededor de su lata de refresco.
—Miley, hay algo que quiero decirte, si está bien. —Sus ojos están sobre la mesa.
—Claro. —Me pregunto qué otra revelación que puede darme, y si esta va a explotar mi mundo de nuevo.

—Soy un alcohólico —dice de manera casual lo que causa que mi boca se abra un poco—. No es que no tú no lo supieras. No es que yo no lo supiera. Pero no podía admitirlo antes. Ahora puedo. —Él me mira—. He estado yendo a Alcohólicos Anónimos, para obtener ayuda.
—Eso es bueno —le digo, y realmente lo creo.
—Debería haberlo hecho hace años, sin embargo. Antes de que nacieras, antes de que tu mamá y yo nos casáramos, estaba teniendo problemas con la bebida y había recibido ayuda entonces, aunque no duró mucho. Me iba bien hasta que me quedé sin trabajo. Lo que no debería haber sido tan malo, pero tenía miedo, ella estaba embarazada del bebé que no deberíamos haber tenido, ya que teníamos que ser responsable de esta casa y de su hipoteca, facturas de otras cosas. Y en lugar de tratar con todo, me dirigí a alcohol para calmar el estrés.
—Sé que ahora no importa, con todo lo que ha sucedido, pero es importante para mí que entiendas que la mayor parte de los últimos diez años han sido una niebla borracha para mí. —Levanta las manos como si protestara—. No es una excusa para lo que he hecho. O por lo que no he hecho. O por cualquier cosa que permití que te ocurriera. Asumo la responsabilidad absoluta de ello. Yo era tu padre, y no siempre actúe como tal. Pero Miley, yo siempre te he amado. Hice un trabajo muy pobre al demostrarlo, pero lo hice.
—¿Por qué ahora? —pregunto, curiosa —¿Ocurrió algo para que decidieras conseguir ayuda?
—Tú

No hay comentarios:

Publicar un comentario