lunes, 8 de julio de 2013

Asleep - Cap: 22

Tres días después la policía viene por el cargo formal de la muerte de mi madre, y me leen mis derechos legales. Estoy agradecida de que sea durante el día, ya que mi padre sigue en el trabajo y Nick en la escuela. Denisse está aquí, como lo hace casi todos los días, de pie pálida y temblorosa, mientras que el oficial cumple con su deber de mala gana. Es humillante tener a Denisse como testigo, pero por el contrario, también estoy contenta de tener su apoyo.

—Debido a las circunstancias atenuantes de sus problemas de salud, el juez ha acordado que una vez que te llevemos a la estación para ser procesada, inmediatamente se te ponga en libertad bajo palabra. Tendrás una audiencia dentro de la próxima semana más o menos, y en cuyo momento se le designará a un abogado.

Mi mente se tambalea con las palabras. Lo que había sido sólo la sensación de ser una asesina de repente se ha convertido en realidad. No me esposan, pero me exigen viajar en la parte posterior de la patrulla hasta la estación. Denisse nos sigue detrás con su coche, deteniéndose para dejar a Christine con uno de sus vecinos. Así que cuando llegamos a la estación, me siento realmente sola.

Los oficiales son un tanto amables conmigo, teniendo cuidado con mis lesiones cuando toman mis huellas dactilares y me fotografían. Tengo que llenar unos papeles, tratando de no notar las miradas que recibo de muchos de los demás funcionarios, miradas llenas de piedad. Cuando termino, me llevan a una sala de espera donde Denisse aguarda por mí. Puedo ver que ha estado llorando y el remordimiento se apodera de mí, estoy exponiendo a ella y a su familia a todo esto, sólo porque ellos me han demostrado bondad.

En el momento en que regresamos a casa, estoy agotada, física y emocionalmente. Me acuesto en el sofá y duermo sólidamente, sin despertar hasta el anochecer. Puedo oír a Nick y a mi padre en la cocina, hablando en voz baja. No puedo distinguir sus palabras, pero sólo escuchar la voz de Nick me consuela. Me levanto y entro en la cocina.

Ambos lucen culpables cuando entro, obviamente, deben haber estado hablando de mí. Mi padre se ve extrañamente avergonzado y Nick furioso. Cuando me ve, trata de arreglar su rostro con una agradable expresión, pero no funciona, provoca que se vea con estreñimiento, lo que casi me hace reír… excepto que me pregunto, qué le hizo estar tan furioso para empezar.
Se levanta y viene a mí, envolviéndome en sus brazos.
—Era hora de que despertaras —bromea, tratando de disimular el enojo en su voz, y fallando miserablemente.
—¿Qué está pasando? —pregunto sospechosamente. Da un paso atrás, mirando hacia mi padre.
—Hemos oído hablar de hoy —dice mi padre.
—Oh. —Mi rostro se oscurece por la vergüenza. Nick me abraza contra su lado.
—Lo siento por no estar aquí —dice.
—No importa. No fue tan malo. —Y aparte de la humillación de ello, en realidad no lo fue.
Mi padre de repente se levanta.
—Voy a salir por un rato. —Sé lo que eso significa, pero puedo decir que Nick no tiene ni idea, sólo que parece irritado porque se vaya cuando he pasado por algo tan horrible durante el día.

Siento mi corazón hundirse, porque mi padre ha estado sobrio durante los últimos días en que he estado en casa, y “salir” siempre significa que regresará a casa borracho.
Nick me hace relatarle cada segundo de mi tiempo en la estación, varias veces hasta que yo finalmente me niego a contárselo de nuevo. Me calienta un poco de sopa que Denisse había traído antes, junto con un poco de pan hecho en casa. Entonces él me abraza mientras vemos una película en la antigua televisión y en la cual no puedo concentrarme. Mi mente da vueltas por los sucesos del día y de lo que podrían significar para mí, pero aún más en lo que podrían significar para Nick.

Más tarde, mientras estoy en la cama, escucho a mi padre llegar a casa; escucho los reveladores sonidos de que está tropezando por las escaleras. Me quedo congelada cuando sus pasos llegan por el pasillo y se detienen en frente de mi puerta. Mi estómago se aprieta con un miedo que he conocido muy bien a lo largo de mi vida, pero que había esperado no tener que volver a sentir.

Aguanto la respiración, observando la manija de la puerta tan atentamente que comienzo a imaginar que gira cuando no lo hace. Asustada, mi temperatura se eleva y aún más cuando tiro todas mis mantas más arriba, sobre mis mejillas, dejando sólo los ojos fuera, como si me volviera invisible de esta manera. Finalmente, después de lo que parece una eternidad, se vuelve y tropieza de nuevo hacia su habitación.

***

Diez días pasan antes de la comparecencia. Me encuentro en la puerta con un hombre preocupado y agitado que dice ser mi abogado. Lleva puesto un traje de pana marrón, tiene el pelo castaño y rizado que luce tan pálido como él lo hace, y gafas redondas. Él está haciendo malabares en una carpeta atestada al azar con papeles, camina de prisa hacia la sala como si estuviera en una carrera, sin detenerse a esperar o a ver si incluso lo he seguido. Miro a Nick, quién me sostiene la mano como apoyo, luego se encoge de hombros y le sigue. Nick se ve tan angustiado como yo me siento.

Mi padre se sienta a mi lado, luciendo incómodo con un traje arrugado demasiado grande, tirando el cuello como si se le asfixiara. Mi caso es nombrado y hay un montón de largas palabras legales brotando de parte del fiscal, mi abogado y luego el juez. Estoy tratando de seguir adelante, realmente sólo entendiendo el “inocente” y “autodefensa”, pero entonces el juez golpea su martillo y de repente mi abogado está corriendo de nuevo por el pasillo hacia el vestíbulo, con un gesto para que lo siga.
Le sigo, con Nick justo detrás de mí.
—Muy bien, así que fue como se esperaba —dice el abogado, haciendo una pausa. Incluso en su inmovilidad relativa, él emite la sensación de estar en movimiento—. Eres libre de irte, sin ninguna fianza. La fecha del juicio será fijada. Tan pronto como pueda conocerla, te la haré saber. —Cava en el bolsillo de su chaqueta y saca una tarjeta de presentación ligeramente arrugada—. Aquí está mi tarjeta en caso de tener preguntas. Voy a hablar contigo pronto.
Y entonces se ha ido.

Miro a Nick; que da un sonido estrangulado, algo entre un sollozo y una risa.
—¿Qué fue eso?
La cara de Nick se tensa con rigidez y sus ojos siguen al hombre que prácticamente está corriendo por el pasillo. Sus ojos vuelven a los míos y puedo ver la mirada agonizante allí. No me gusta ser la causa de esa expresión natural en su rostro.
—Todo irá bien —me dice, pero suena más como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo.

Una semana más tarde otro hombre viene a mi puerta. Es alto, de cabello oscuro y peinado, usando un aparentemente costoso traje de rayas.
—¿Miley Mosley? —pregunta, cuando abro la puerta.
—¿Sí?
El tiende una mano. —Mi nombre es Rufus Caín. Se me ha dado tú caso para tratarlo.
Cuando sólo me quedo parada ahí, dice: —Yo soy tu nuevo abogado.
—¿Siempre hacen visitas a domicilio? —le pregunto, desconfiando de él.
—No siempre. No. Pero a veces sí. Sabía que tú has sido herida por lo que no quise que fueras a mi oficina.

Estoy sola en casa. He hecho que Denisse reduzca la cantidad de tiempo que gasta en mi casa, esperando a que ahora que estoy en condiciones de moverme un poco, sea más fácil. Ella sólo viene tres veces por semana, por las tardes, lo que es todavía demasiado seguido, pienso yo. Es la menor cantidad de tiempo que pude conseguir a que se comprometiera.

Nick regresa por la calle justo en este momento. No puedo verlo, pero he aprendido a escuchar el sonido de su motor tan bien que ahora puedo diferenciarlo sobre todos los demás. Rufus Caín se voltea al sonido del coche que se detiene en frente de mi casa. Mira junto conmigo cómo Nick sale de su coche; estoy agradecida por los anchos hombros de Nick y la altura que pueden llegar a ser intimidantes.
—¿Un amigo tuyo? —pregunta Rufus Caín.
—Sí.
—¿Te molesta hablar delante de él o hago una cita para regresar cuando él no esté aquí?
—No —sacudo la cabeza—. Él lo sabe todo. Lo quiero aquí.

Nick llega hasta el porche, mirando con recelo al abogado. Pero Rufus se presenta y puedo ver a Nick relajarse. Tengo que admitir que, este hombre le inspira más confianza que el abogado anterior. Él entra y nos sentamos a la mesa de la cocina, Rufus saca una libreta y un lápiz, así como una grabadora.
—Esto es para estar seguro de que mis notas sean correctas después — dice, indicando la grabadora.

Repasamos algunos datos básicos: mi nombre, los nombres de mis padres, y mi fecha de nacimiento. Nick se sacude en sorpresa cuando se entera de eso; yo nunca le he dicho mi cumpleaños. Es, de hecho, sólo en unos días, el 23 de febrero.
—Bueno, no estoy seguro de lo mucho que entiendes la lectura de cargos— comienza —Eso fue sólo una formalidad para que puedas entrar a una declaración, la que fue… —Hojea unos papeles, asegurándose de que está en lo correcto—… inocente por razones de defensa personal. Muy bien. Bien. Eso está bien por ahora. En realidad, no estoy seguro de qué tan agresivo es el fiscal que tendrá tu caso. Ha sido acusada de homicidio involuntario— Siento al mundo inclinarse cuando él dice las palabras —Pero quiero que se retiren las acusaciones. Esto es para lo que vine

Nick se acerca y me toma la mano. Yo envuelvo mi mano entre las suyas, entrelazando los dedos y sosteniendo con fuerza ― Sé que esto va a ser difícil, pero necesitamos ir sobre todo lo que pasó esa noche, con tanto detalle como puedas recordar. Luego tenemos que volver a los delitos cometidos en el pasado por tu madre en ti.

No quiero que Nick escuche esto, que sepa toda la profundidad de mi vergüenza y humillación, pero por alguna razón no puedo encontrar el valor para dejarlo ir. Así que le digo a mi abogado todo de nuevo, mientras él registra los expedientes de mi indignidad, y Nick se sienta a mi lado, inmóvil como una estatua, excepto por el leve temblor que lo sacude al escuchar el horror que ha sido mi vida.

― Llegué a casa de Florida, de unas vacaciones que había tomado con los Jonas —comienzo.
—¿Supongo que se te dio permiso para ir? —pregunta Rufus sin mirarme, escribiendo en su bloc de notas amarillo.
—Por supuesto. Realmente no creí que ella diría que sí, en realidad ni siquiera planeaba preguntarlo. —Disparo una mirada de disculpa a Nick, pero él no está mirando hacia mí.
—Ella de hecho, estaba siendo agradable y eso era algo raro. Creo que se sentía culpable por lo duro que me había golpeado en acción de gracias — Rufus hecha in vistazo, pero no me interrumpe, volviendo a su toma de notas—. Hasta aquella última noche. —Me estanco, aclaro mi garganta y continúo—: Bueno, hasta entonces, la peor vez en que ella me había herido, había sido en acción de gracias. Creo que sabía que había ido demasiado lejos.
—Larga historia resumida, dijo que sí. Tal vez porque se sentía culpable. Así que me fui. Creo que mientras yo no estaba, tomó las suficientes píldoras como para olvidar dónde yo estaba.
—¿Píldoras? —interrumpe Rufus.
—Um, sí, ella tenía un problema con las píldoras.
—¿Qué quieres decir con “problema”?
Me niego a mirar a Nick cuando confieso esta nueva humillación en frente de él.
—Ella tomaba muchas. Demasiadas. Era la única manera que ella tenía para sobrellevar la situación.
—¿Estas eran píldoras prescriptas, o...? —Él no dice de las palabras, dejando la pregunta en el aire.
—Prescriptas, por lo que yo sé. Por lo menos, estaban siempre en botellas de prescripción.
Rufus garabatea con locura. Espero.
—Bueno, entonces ella estaba enojada porque tú habías estado ausente.
—Sí, pero... —Me apago, recordando—. Ella vino a mí casi inmediatamente con el bate.
Nick se estremece y Rufus levanta la cabeza de nuevo.
—¿Ella tenía el bate con ella? ¿Y esto era inusual?
—Sí, quiero decir, yo ni siquiera estoy segura de donde vino. De algún lugar en el garaje, supongo. Pero antes siempre, si ella me golpeaba con algo, era con un arma convincente, ¿sabes? Como una silla, o una escoba o algo que le fuera muy práctico.

Nick se estremece, y una vez más el pensamiento de que debería decirle que se fuera, revolotea en mi cabeza. Sólo que soy lo suficientemente egoísta como para ignorar el pensamiento.
—Así que eso fue raro, diferente, supongo. No recuerdo muchos detalles, sólo que ella venía a mí una y otra vez con el bate. Honestamente pensé que estaba tratando de matarme.
Nick me aprieta la mano más fuerte.
—Agarré el bate una vez cuando ella se me acercó con él, y la empujé. Se cayó. La oí golpearse la cabeza. —Trago fuerte, consciente de que ese debe haber sido el momento de su muerte. Recuerdo el miedo enfermizo que me había ahogado, tratando de alejarme antes de que ella pudiera levantarse y terminar lo que había empezado. Tomo una respiración profunda ―Estaba en el suelo, llamando a Nick, y eso es todo lo que recuerdo —
Libero un solo aliento—: Eso y el rastro de sangre, que dejaba al escapar.
—Está bien, Miley, eso está bien. —Rufus se extiende, como si fuera a tomar mi mano, pero se aleja y se aclara la garganta—. Sé que esto no es fácil, pero tenemos que hablar de los abusos del pasado. ¿Recuerdas cuando comenzó?
—Cuando murió mi hermano —le digo. Él me mira sorprendido.
—¿Tú tenías un hermano?
—Más o menos, supongo. Mi mamá estaba embarazada, y sabíamos que era un niño. Pero ella y mi papá tuvieron una pelea y perdió al bebé. Yo tenía nueve años. —Miro a Nick, rogándole por... ¿qué? No lo sé—. No siempre fue así. Hubo un tiempo en que éramos una familia normal, cuando me amaban. Pero mi papá... él perdió su trabajo, y todo cambió. Empezó a beber, pero ella aún trataba de protegerme. Ella me quiso. Pero cuando fue al hospital y regresó a casa sola, también cambió. Creo que debo haber sido un recordatorio muy fuerte de lo que había perdido. Yo fui la que la encontró y la que consiguió ayuda. Tal vez no fui lo suficientemente rápida, o esperé demasiado tiempo. No sé... tal vez fue mi culpa.
—No, Miley, no —murmura Nick.
—Ella empezó a tomar píldoras, para olvidar, supongo. Y entonces se enojó, y la furia la deposito en mí.

Estamos en silencio, quitamente en la habitación. Nick me mira, con los ojos humedecidos por la angustia, la boca apretada, la mandíbula apretada. No puedo soportar verlo, así que miro de vuelta a mi nuevo abogado. De pronto él está buscando de algo en su maletín, con un sospechoso sonido de aclararse la garganta.

Estamos en silencio, quitamente en la habitación. Nick me mira, con los ojos humedecidos por la angustia, la boca apretada, la mandíbula apretada. No puedo soportar verlo, así que miro de vuelta a mi nuevo abogado. De pronto él está buscando de algo en su maletín, con un sospechoso sonido de aclararse la garganta.
Finalmente, levanta su mirada, y yo pretendo no ver la piedad que brilla en sus ojos. Si hay una cosa que odio, es la lástima.
—¿Puedes, eh... puedes dar algunos ejemplos concretos de algunos de los abusos?
Me río, pero el sonido no tiene sentido de humor. Mis dedos comienzan a entumecerse por la fuerza de agarre de Nick.
—¿Además de privarme de la comida, a veces durante días y días? —Le pregunto, mordazmente—. ¿O se refiere a estar obligada a estar de pie en una esquina durante horas y horas? O el siempre clásico castigo donde me obligaba a sentarme en el armario durante unos días, sabiendo que cuando me dejara salir igual sería golpeada, porque es imposible pasar tanto tiempo sin ir al baño. Además, no creo que sea normal ser golpeada, pellizcada, abofeteada o que te den patadas por respirar de forma incorrecta.

En la agitación, me lanzo hacia atrás, alzándome de pie, con el mismo movimiento libero mi mano de Nick. Me giro y doy unos pocos pasos, cruzándome de los brazos para protegerme. He tenido mis recuerdos en privado durante tanto tiempo, que se siente como casi una traición dejarlos salir. ¿Pero una traición a quién?
—¿Tu padre te ha maltratado también? —La pregunta de Rufus es casi demasiado suave para ser escuchada.
—No —digo, esperando que no haya notado mi vacilación.
—¿Tu padre fue consciente de los abusos?
—Él probablemente lo sospechaba. —Mi voz es casi tan baja como la suya—. Sin embargo, ella era bastante buena para ocultarlos. Y era tan rara la vez que él venía aquí, en su mayoría sólo para dormir, que probablemente era bastante fácil para él ignorarlo.
—¿Y tú sientes que el abuso ha incrementado con el tiempo?
—Ella era lo bastante consistente después de un par de años cuando se enteró de lo mucho que podía salirse con la suya. Pero en el último año, sí, fue empeorando. Creo que después de Acción de Gracias, supo que había cruzado la línea. Estuvo apagada por un tiempo, hasta que llegué a casa de Florida.
—¿Hubo cierta vez alguna visita al hospital?
—Seguro, unas pocas. Pero nunca tantas para que se causaran sospechas, y ninguna en absoluto en los últimos años. Creo que la única razón por la que alguna vez me llevó antes fue porque sabía que yo iba a obtener una receta de pastillas contra el dolor. Por supuesto, nunca me permitió tomar las píldoras.
Finalmente, Rufus suspira y se inclina hacia delante, tirando una carpeta fuera de su cartera. Regreso a sentarme a un lado del congelado y quieto Nick.
—Voy a escribir su declaración y la presentaré a la fiscalía —dice mientras abre la carpeta en la mesa entre nosotros—. También voy a adjuntar estas fotos, las cuales te fueron tomadas en el hospital.

Desliza la carpeta sobre la mesa, dándole vuelta hacia mí cara cuando él dice eso. Miro hacia abajo y veo una foto de algo hinchado y morado. Estoy confundida, entonces me acerco a mirar y me doy cuenta de que soy yo. Paso a través de foto tras foto mía, enferma y sorprendida porque había estado muy irreconocible.

En el momento en que había despertado del coma, y había sido capaz de levantarme y acercarme a un espejo, la mayoría de la hinchazón había disminuido y los moretones habían comenzado a descolorarse a un púrpura suave, rodeado de verde y amarillo.

Hay fotos de mí acostada en la cama después de haber estado vendada, con los monitores y tubos unidos a mí. Me veo como una versión de una película en que alguien que ha estado involucrada en un accidente horrible, donde el artista de maquillaje se ha ido un poco por la borda con el dramatismo. Echo un vistazo a Nick de nuevo y veo que él está mirando hacia el otro lado de la mesa, negándose a mirar las fotos. Con horror, me doy cuenta de que ya lo había hecho, él me había visto así.
—¿Tenemos que mostrar esto en público? —preguntó en voz baja, abatida.
—Son nuestro mejor apoyo de la teoría de la autodefensa. Nadie puede mirarlas y no saber que estabas en medio de una lucha por tu vida.
Una lágrima rueda por mi mejilla, y distraídamente la alejo. Rufus se aclara la garganta.
—Miley, es por tu vida por lo que estamos luchando ahora. Me habían dicho que había un poco de abuso anterior... —Se aclara la garganta de nuevo y tengo la clara sensación de que está luchando un poco de emoción por su cuenta—. Pero después de lo que me has dicho, bueno, es criminal la forma en que te han tratado. Este es uno de los peores casos de abuso que he tratado. Tú eres la víctima aquí y debemos hacer que el juez lo vea.
Luce incómodo, moviéndose en su silla.
—Necesito hacerte una pregunta que merece una respuesta honesta, Miley
—Asiento—. ¿Estás absolutamente segura de que nunca ha habido un abuso de parte de tu padre?

Pienso en la única vez que me ha golpeado, y acerca de cómo volvió ese abuso hacia mi madre. Yo la había visto de vez en cuando con su propio ojo negro o el labio hinchado. Pienso sobre sus pasos fuera de mi puerta y cómo ahora duermo con una silla encajada en la manija de mi puerta. Luego pienso en lo que podría pasar si él fuera arrestado por la única vez que me golpeo: ¿Provocaría esto la chispa en su ira, y luego la volcaría sobre mí, ahora que ella ya no está aquí para que él deposite su frustración? No lo sé con certeza, pero sí sé que no quiero averiguarlo.
—No —le digo—. Nunca.
Nick se relaja una fracción a mi lado y comprendo que él se había puesto rígido por la tensión, esperando mi respuesta.
—Está bien, sólo una cosa más. ¿Tú, con alguna premeditación o intención, planificaste matar a tu madre esa noche?
—¡Por supuesto que no! —Exploto, molesta, que incluso preguntara una cosa así.
Levanta una mano.
—Está bien, sé que no lo hiciste. Pero es probable que se formule esa misma pregunta.
Se extiende a través de la mesa, recoge las fotos y gira la carpeta de nuevo a sí mismo, guardándola de nuevo en el maletín.
—Muy bien, esto es todo entonces. Te dejaré saber para cuándo se espera tu juicio. —Desliza una tarjeta sobre la mesa para mí—. Mi oficina y números de teléfonos celulares están allí. Llámame en cualquier momento si tienes preguntas, inquietudes, o simplemente tienes algo más que decir.

Miro a la tarjeta, está impresa en un caro papel, con letras de oro levantadas, y me pregunto cómo un defensor público puede darse ese lujo. Se levanta y me da la mano, de modo extrañamente formal después de lo que acabo de compartir con él. También la estrecha con Nick, luego se va.

Tan pronto como él se ha ido, hay un rígido silencio entre Nick y yo.
—¿Cómo estuvo la escuela? —le pregunto finalmente, cualquier cosa para romper el extraño hechizo. Él no responde, sólo se vuelve hacia mí y abre sus brazos. Con mucho gusto entro en ellos, aunque estoy sorprendida por el gesto. Él sólo me sostiene, frotando sus manos ligeramente hacia arriba y abajo en mi espalda por entre el abrazo, tranquilizadoramente me aprieta.
—No tenía ni idea —dice finalmente.
—Lo sé. Nadie la tenía.
—¿Por qué mantenerlo en secreto? —pregunta, torturado —¿Por qué no pediste ayuda?

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