miércoles, 3 de julio de 2013

Asleep - Cap: 17


Debo esperar a que mis padres estén en la cama antes de bajar las escaleras para fijar el árbol arriba de la mesa, por debajo coloco el regalo envuelto. Vuelvo a la cama y duermo a ratos hasta que mi alarma suena a las cinco a.m. Rápidamente me visto, cojo mi maleta y corro por las escaleras para encontrarme con Nick, quien ya me esperaba en la oscuridad previa al amanecer.

Él me conduce de regreso a su casa, donde transferimos mi maleta al maletero ya repleto del VUD de su familia. Nos dirigimos hacia el aeropuerto, mientras las mariposas revolotean en mi estómago al pensar en mi primer vuelo. Christine está cansada, después de haber sido sacada de la cama tan temprano, y realmente no carga la emoción del viaje. Ella insiste en que Nick la lleve y no deja que nadie la toque. Entonces él la lleva en un brazo, y mantiene el otro alrededor de mí.

El vuelo es increíble. ¿Cuántas veces he estado en mi columpio, empujándome lo más alto que puedo para tratar de conseguir la sensación de volar? Ahora estoy aquí, realmente haciéndolo. Nick me deja tener el asiento de la ventana y entonces puedo mirar hacia fuera. Mantengo mi mano sujeta a la de Nick, pero mis ojos fuera, mirando el sol que comienza a elevarse cuando salimos, sorprendida al ver las nubes debajo de mí. Incluso si aterrizáramos, o hubieran girado y regresado a casa, me habría sentido feliz.

Nos quedaremos en una pequeña casa, blanca, no muy lejana al aeropuerto. Nos detenemos en el garaje, y descargamos el equipaje desde la furgoneta de alquiler. Hay un olor en el aire al que no acabo de acostumbrarme, pero me gusta. Que huele a limpio y a una clase de sal. Entramos en la casa, bajando un corto pasillo para entrar en una gran sala de estar. Mis pies patinan al detenerse y mi maleta cae de mi mano, creando un fuerte eco sobre el suelo.

Nick deja caer su propia bolsa y baja a Christine, corriendo a mi lado, con una mirada de alarma en el rostro.
—Miley, ¿qué está mal?

—¿Ese es el océano? —pregunto, maravillada.
—Bueno, sí. ¿No lo has visto antes?
—No.
—Llévala a que lo vea de cerca, Nick —dice Denisse desde otro cuarto.

Nick me sonríe, toma mi mano y me conduce a través de la puerta de cristal. Hay una terraza en la pared posterior de la casa, con tres escalones en la arena.
—Espera —dice él, poniéndose de rodillas para subir las piernas de mi pantalón y jala mis zapatos —Tienes que quitarte los zapatos para obtener la experiencia completa.

Pisando la cubierta me doy cuenta de que lo que había olido en el garaje es un poco más fuerte aquí, y está acompañado por los rítmicos sonidos de las olas golpeando la orilla y por los graznidos de las aves de arriba. Después de que Nick se quita sus propios zapatos, y se arremanga los pantalones, bajamos a la costa, aplastando la arena entre los dedos de nuestros pies, con el agua tibia por arriba, fría por debajo.

El agua azul viene corriendo con una ola, lavando por encima de mis pies. Grito cuando el agua fría me golpea, saltando lejos de Nick corro hasta encima de la marca de agua. Vuelvo para verlo de pie con el agua hasta los tobillos. Él sonríe abiertamente de oreja a oreja. El océano crea un amplio y hermoso telón de fondo, retrocediendo detrás de él.
—Ven aquí —llama él.
—¡Está fría! —exclamo.
—Vamos, cobarde —se burla. El agua ya está de vuelta en la costa y ahora él tiene sus pies hundidos en la arena mojada. Camino regresando hacia él, preparada y a punto de correr cuando eso regrese. Me agarra la mano y me impulsa más cerca del agua.
—¡No! —lloriqueo, manteniéndome firme cuando él me tira hacia el mar. Se ríe y me acapara en sus brazos, caminando a propósito ya que el agua se precipita de nuevo hacia nosotros.
—Suéltame —grito, sin dejar de reír. En lugar de contestar, me tira más cerca de él, plantando su boca firmemente en la mía. 

Todas mis protestas han sido olvidadas por el calor de sus labios. Poco a poco libera mis piernas, dejando que me deslice a lo largo de su cuerpo, al igual que los remolinos de agua alrededor de nuestros tobillos. Mis pies tocan el agua, y comienzo a alejarme, pero él me sostiene apretada, profundizando el beso. Es una asombrosa sensación, el calor inundándose a través de mi cuerpo, la frialdad en los pies de hielo, chocando con el fuego. Mis ojos se abren en “pop” por la sorpresa y veo que me observaba con atención. Esa mirada es suficiente para apagar con hielo las llamas y lucho por soltarme, disfrutando yo misma cuando el océano retrocede.

Pasado unos pocos minutos, disminuye la fuerza de su brazo, pero no renuncia a su dominio sobre mí. El agua regresa una vez más, girando alrededor de nuestros tobillos, y miro hacia abajo, sorprendida.
—Ya no se siente fría.
—Sí, sólo toma unos minutos para que tu cuerpo se acostumbre a ella— Examina mi expresión, entonces, sonríe con picardía.
—¿Quieres entrar? —pregunta.
Amplío mis propios ojos con asombro.
—¿Ahora?
—Ahora —confirma.
—Pero... estamos vestidos.
—¿Y…? —se encoje de hombros.
—¿Qué pasa con mi brazo?— Lo levanto, indicándole la fractura de muñeca que no está enyesada porque el Dr. Jonas lo removió, remplazándolo con una férula, ya que esta se puede retirar en la ducha, pero no por mucho tiempo “y probablemente no para jugar en el océano”.

—Cuando salgamos de ella, te lo quitaremos y lo secaré por ti. —Miro el agua, luego a él con una sonrisa.
—De acuerdo.

Luce un poco sorprendido por mi respuesta, pero no hace comentarios al respecto, sólo se voltea, manteniendo su brazo sobre mi hombro mientras caminamos hasta el punto donde el agua ha retrocedido. En la primera ola me obligo a respirar cuando el agua fría llega hasta mis rodillas, y casi caigo cuando comienza a retirarse de nuevo, la arena retrocede contra mis tobillos y trata de succionar mis pies. ¡Es poderoso!

Nick mantiene su firme agarre, riéndose conmigo. Seguimos caminando hasta que hemos pasado donde las olas están rompiendo, Nick ahora sostiene mi mano y me enseña cómo saltar cuando las olas vienen, por encima de la cresta para que no nos empujen de nuevo hacia la orilla. Entonces estamos con el agua hasta el pecho, saltando cuando las olas rompen sobre nosotros. 

Nick se gira, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura y trayéndome cerca. Rodeo mis brazos alrededor de sus hombros, Nick me levanta como si no pasara nada en el agua y me sostiene sujeta contra él, manteniendo mi cabeza al nivel de la suya. Me besa de nuevo con gusto a sal y frío en sus labios. Rio cuando una gran ola viene desapercibida y rompe sobre nuestras cabezas, chochando en nuestros pies y separándonos. Nick agarra mi mano antes de que yo recupere el equilibrio, tirándome hacia él, sonriendo.
—Me alegra que hayas venido —dice.
—Yo, también — le sonrío.
—Te amo —dice. Lo miro, asombrada. Antes de que pueda comenzar a procesar por completo sus palabras, una nueva ola lava nuestras cabezas, apartándonos. En esta ocasión, Nick logra mantener el agarre de mi mano.
—Me alegra que hayas venido —dice.
—Yo, también — le sonrío.
—Te amo —dice. Lo miro, asombrada. Antes de que pueda comenzar a procesar por completo sus palabras, una nueva ola lava nuestras cabezas, apartándonos. En esta ocasión, Nick logra mantener el agarre de mi mano.

—¿Quieres probar algo divertido? —pregunta.
—Claro —digo tímidamente, mi mente sigue dando vueltas por sus palabras, ahora preguntándose si lo he escuchado correctamente.

Cuando me había atrevido a soñar con él, había imaginado que toda esta declaración de amor entre nosotros vendría con... no sé, velas y violines, supongo… pero no siendo expulsados por casualidad del océano.

Tengo que tener mal oído.

—Cuando la próxima gran ola llegue, levanta tus pies y deja que te lleve a la orilla. —Levanto mis cejas dudando y se ríe de mí—. Va a ser divertido, te lo prometo. No voy a dejarte ir. —Sus palabras tienen un tono serio, y ladeo un poco la cabeza. Él se vuelve a mirar hacia las olas, y yo sigo su mirada.
—No es ésta —pronuncia—. Necesita ser la correcta.
—Y, ¿cómo decidir cuál es la “correcta”? —pregunto, mirando a su perfil.
—Sólo lo sabes —dice, volviendo su oscura mirada de nuevo a mí, con significado profundo en sus palabras una vez más, un significado que creo que entiendo pero tengo miedo de esperar a que sea cierto. Él mira hacia atrás, al mar y entonces me sonríe.
—Esta —dice. Me mira y veo a una ola más grande que todas las otras avanzando hacia nosotros. Lo miro de nuevo y él debe ver el pánico en mi cara, porque se inclina un poco para acercarse, y deja un beso salado en mis labios.
—Confía en mí. —Insiste humilde.
Asiento con la cabeza.
Nos volteamos con la cara a la costa.
—Cuando yo diga ¡Ahora!, das un salto y dejas que el agua te recoja. Mantén los pies en alto.
Trago fuerte, agarrándome a sus manos bajo el agua. El agua comienza a formar más profunda la ola.
—¡Ahora! —grita, y yo salto. El agua nos atrapa y nos impulsa hasta la cumbre de la ola, tirándonos inexorablemente hacia adelante.

Esto se siente como estar volando en el agua, pienso; me rio y consigo un bocado de mar. Nick está más adelante que yo, pero aun así me toma la mano. La ola nos lanza a la orilla, con las rodillas raspando en el fondo. Casi de inmediato comienza a tirarnos de vuelta con ella, y por un momento siento pánico por el poder de la atracción del tirón. Nick ha ganado sus pies y se vuelve para agarrarme el otro brazo por encima de la férula, arrastrándome torpemente con él.
—¡Eso fue divertido! —pronuncio las palabras antes de darme cuenta de lo infantiles que suenan.
Nick sólo se ríe, besándome rápidamente. Me estremezco y me atrae contra él. Su piel esta fría, pero todavía puedo sentir el calor de su “horno interno” por debajo de la superficie.
—Hace un poco de frío cuando estás fuera del agua, ¿eh? —pregunta.

Eso no es exactamente por lo que me estremecí, pienso, pero entonces mi cuerpo se fragmenta en una piel de gallina, desmintiendo cualquier tipo de protesta que pudiera inventar.

—Vamos a volver, conseguir algo para cambiarnos y ayudar a desempacar.
Me volteo y miro con nostalgia hacia el agua, y él sonríe.
—Vamos a tener mucho tiempo para body surfing —me dice—. De todos modos es menos restrictivo y no tan frío cuando sales, si estás con un traje de baño.

Caminamos fuera de la playa, en una forma más tranquila de cuando habíamos bajado hacia el agua. La casa en la playa tiene una cabaña de ducha por detrás de ella. Hay dos toallas y dos gruesas batas de baño que nos esperan en la banca del interior.

—Mi mamá. —Nick sonríe—. Probablemente sabía que no serías capaz de resistirte a entrar. Sigue adelante, escoge una ducha y toma una bata, luego puedes entrar a la casa y vestirte.

Entro, cerrando la puerta detrás de mí. Es un poco extraña la ducha, aquí. Se siente como que estoy afuera, incluso aunque sea estructura cerrada, me siento vulnerable una vez que no tengo ropa. No puedo creer la cantidad de arena mojada que hay dentro de mi ropa y que sigue pegada a mi cuerpo.

Me ducho rápidamente, lavando la arena de mi pelo, sorprendida por la cantidad que sale y que forma remolinos en el desagüe. Me envuelvo en la bata que es lujosa y suave. Abro la puerta con timidez, sintiéndome expuesta otra vez, a pesar de que la bata me cubre desde el cuello hasta media pantorrilla, y a mis dedos. Nick se vuelve hacia mí, con los ojos ampliándose sobre mí, una intensidad enciende sus ojos cuando ellos regresan a los míos.

—Miley, solo deja tu ropa en aquella pileta —dice Denisse desde la puerta de atrás. Nick y yo brincamos con el sonido de su voz, y la cara de Nick está extrañamente enrojecida por la culpa. Miro a Denisse que se encuentra apuntando hacia una pileta que cuelga a un lado de la cabaña. La dejo, un poco avergonzada de tener que poner mi ropa interior allí.
—Más tarde volvemos a salir y enjuagaremos el agua del mar de ellas — explica Nick. Me mira por un momento más, luego se da vuelta y entra en la cabaña murmurándose a sí mismo —Hombre, yo necesito una ducha, una muy fría, creo.

Qué cosa tan rara para decir, pienso, mientras sigo a Denisse al interior de la casa.
—Compartirás la habitación con Avery y Lucy, si eso está bien —me dice Denisse. Como si tuviera razones para quejarme si no me gustara esto, pero no tengo quejas de todos modos. Estoy bastante encariñada a las dos.
—Eso está muy bien. Y gracias, Denisse, por haberme traído. —Ella se da vuelta y me abraza. Esta vez no es tan sorprendente o inesperado, y me las arreglo para abrazar su espalda antes de que me suelte.
—De nada, cariño. Estoy muy contenta de que fueras capaz de venir. — Ella me libera—. ¿Te gustó el mar?
Me río. —Sí, fue increíble. Nick me enseñó a surfear con el cuerpo. Espero que esté bien que volviéramos con nuestra ropa mojada.
Ella sonríe con indulgencia.
—Para eso es que las lavadoras y secadoras fueron creadas.

Pienso en mi madre, y a lo que sería su reacción bajo estas mismas circunstancias, y tiemblo. Oh, bueno, no tengo que preocuparme de él o ella durante estas dos semanas gloriosas. Sonrío con placer por el pensamiento cuando entro en mi habitación compartida designada, donde soy recibida con gran alegría por las hermanas de Nick, como si me hubiera ido por una semana, en lugar de por media hora.

Ah, sí, pienso, ¡esta va a ser una gran Navidad!

Al día siguiente, vamos a visitar al famoso abuelo Nicholas. Él y su esposa, la abuela June viven en un bosque, lo que me sorprende, porque no creí que hubiera ningún bosque en Florida. Viven en una pequeña cabaña a la orilla de un río. El abuelo Nicholas no se parece mucho a Nick y a su padre, excepto por los ojos, que son casi exactamente los mismos que los de Nick.

El abuelo Nicholas y la abuela June pasan algún tiempo abrazando y besando a los miembros de la familia mientras me paro detrás de ellos y los observo. El abuelo Nicholas saca algunas grandes monedas de plata de su bolsillo y le da una a cada uno de los chicos, incluyendo a Nick. Entonces él me ve de pie ahí y se acerca con una gran sonrisa.
—Tú debes de ser Miley. He oído hablar mucho de ti.

Él me abraza, algo que ya no me sorprende viniendo de alguien de ésta familia. Desliza una moneda en mi mano también. La abuela June me abraza, entonces el abuelo Nicholas desliza mi mano en su brazo.
—Vamos a caminar —dice él.
—Nicholas, deja a la chica en paz. Ella apenas y te conoce —lo regaña la abuela June.
—Sólo quiero caminar con ella, conocerla un poco más ― dice conduciéndome hacia la puerta trasera.
—No me importa —le digo a mi Nick, quien está observando con clara intención de intervenir si quiero que lo haga.
—June, cariño ¿por qué no les consigues algo que comer a los chicos mientras Miley y yo hablamos?

No espera por una respuesta, sólo me lleva por la puerta trasera, cerrándola firmemente detrás de él, una clara indicación para que no seamos seguidos. Me conduce hacia abajo a un camino que corre a lo largo del río.
—Así que tú eres la novia de Nick, ¿eh? —me pregunta, sonriendo con picardía.
Me encojo de hombros. —Supongo que sí.
—¿Supones? ¿No lo sabes?
—No ha habido realmente ninguna… —busco por una palabra—, declaración formal de parte de cualquiera de los dos. —Aun cuando digo esto, recuerdo las palabras de Nick el día anterior mientras jugábamos en el océano. Te amo. Al menos, eso es lo que pensé haber oído.
—Huh. —Él se pierde en sus pensamientos—. Extraño —finalmente declara.
—¿Qué es extraño?
—Hablo con Nick varias veces por semana —me dice, algo que no sabía —Y todo lo que ese chico habla es sobre ti. Creo que puedo decir con certeza que ese niño está patas arriba por ti.

Agacho la cabeza, avergonzada, pero también extremadamente satisfecha por sus palabras.
—Bueno —murmuro—, el sentimiento es totalmente mutuo.
El abuelo Nicholas se ríe, dirigiéndome a una banca que se encuentra frente al río.
—Sentémonos aquí un rato.
—Es realmente hermoso aquí —le digo, admirando la frondosa arboleda de pinos verdes gruesos y profundos que nos rodean. El agua clara borboteando.
—Lo es ¿verdad? —June y yo hemos vivido aquí, oh, creo que serían cerca de diez años ahora, y tenemos la intención de morir aquí.
Asiento con la cabeza. —Puedo ver por qué. Me gustaría morir aquí, también.
Me mira, y me doy cuenta de lo que dije, y cuán estúpido sonó. Mis mejillas se vuelven rosas con disgusto.
—Lo que quise decir, sí fuera a morir, éste sería el lugar ideal para hacerlo.
El abuelo Nicholas se ríe.
—Bueno, esperemos que no tengas que preocuparte por eso durante algún tiempo. —Observa mi muñeca entablillada—. ¿Qué te pasó aquí?

Mi estómago se contrae por la pregunta. Me encuentro no queriendo mentirle a éste hombre, pero tampoco quiero admitir la verdad. Lucho con mi respuesta, mientras él espera pacientemente, observando al río fluir. Tal vez es la influencia tranquilizadora del río, o la manera en que él inspira confianza con su presencia, o simplemente el hecho de que sus ojos son tan parecidos a los de mi Nick, pero me encuentro a dejando escapar la verdad.

—Mi madre lo hizo. —Tan pronto como las palabras están fuera, quiero retirarlas, pero en lugar de jadear con sorpresa o mirarme con censura, él simplemente asiente con la cabeza, manteniendo sus ojos en el río.
—Me han dicho que soy un muy buen oyente. —Ahora se gira hacia mí—. También soy muy bueno guardando secretos.

Y así, me encuentro contándole todo.

—Cuando era joven, mi vida era bastante normal, creo. No tengo ningún recuerdo malo o traumático de todos modos. Entonces, cuando tenía nueve años, mi papá perdió su trabajo. No sé por qué eso debió haber sido un gran problema, ya que él ahora tiene un año en su trabajo. Pero cambió todo.

Le cuento cómo mi madre había cambiado después de perder el bebé, toda la historia hasta la última paliza, dejando fuera los peores detalles o la frecuencia, y la severidad de los golpes, pero creo que él llena los espacios en blanco de todos modos. Observa el río, sin comentarlo o interrumpirme. En algún punto de mi historia, se acerca y gentilmente sostiene mi mano. Su desgastada, arrugada, y callosa mano sobre la mía tiene un efecto calmante, y en lugar de contar la historia con lágrimas o enojo, simplemente declaro los hechos. Cuando termino, le da un apretón a mi mano y luego la libera.

—¿Nick sabe sobre esto?
Sacudo la cabeza. —No. Creo que podría sospechar un poco, pero realmente no puede imaginarlo, viniendo de la familia de la que viene.
—No. No creo que pueda. ¿Mi hijo lo sabe?
—Él sabe algo. Fue quien me curó después de la última… vez. Vio algunas viejas heridas en mis radiografías y me preguntó.
—Él es un buen chico.
Sonrió ante su descripción del Dr. Jonas como un chico. Puedo difícilmente pensar en Nick como un chico, y mucho menos en su padre.
—Sí, lo es. —Estoy de acuerdo—. Ellos son buenas personas. Se han convertido en mi ideal de lo que debería ser una familia. Nunca imaginé que hubiera familias reales allá afuera como esta, aquí todos son tan agradables, y se aman tanto el uno al otro.
—Mi hijo hizo bien al escoger a Denisse como su esposa. Ella me recuerda mucho a mi June.
Me mira de lado a lado.
—Parece que Nick tiene la misma tendencia para escoger una buena chica para amar.
Sonrío, conmovida por su cumplido.
—No deberías volver a casa —me dice, muy seriamente—. Parece que se está volviendo peor. ¿Qué pasará la próxima vez?

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