viernes, 9 de agosto de 2013

Aferrate a la Noche - Cap: 8


—No te das una idea, Miley—dijo Ash—. Y tiene todo el derecho del mundo a odiar así —sacudió la cabeza como para aclararla, y luego les habló con calma—. Mientras Urian está ocupado, necesito que ustedes dos se mantengan unidos y se cuiden las espaldas. Desiderius es hijo de Dionisio, y Dionisio aún continúa molesto conmigo por lo que sucedió en Mardi Gras tres años atrás. No creo que sea lo suficientemente est/úpido como para ayudar a Desiderius, pero no descartaría nada cuando se trata de ellos —miró significativamente a Miley . Aún si papi no lo ayuda, Desiderius tiene muchos poderes divinos que pueden ser mortales, como indudablemente recuerdas.
—Sí —dijo ella sarcásticamente mientras recordaba el modo en que él y sus Daimons los habían atravesado a ella y a sus amigos, como si no fueran nada—. Lo recuerdo.
Ash miró a Nicholas.
—Desiderius puede manipular a la gente. Poseerlos, si quieres llamarlo de ese modo. Miley es tan terca que lo único que podría poseerla es el espíritu del chocolate. Tenemos suerte. Pero Marla podría ser persuadida. Otto debería estar a salvo. Pero el resto de tu equipo… deberías pensar en darles algún tiempo libre.
Por la expresión en el rostro de Nicholas, Miley podía decir que él preferiría estar muerto.
—Puedo manejarlos.
—En algún momento tienes que dormir. Uno de los sirvientes podría entrar fácilmente a tu cuarto y matarte. No creo que ninguno de ellos te quiera lo suficiente como para dudar de las órdenes de Desiderius, como lo hizo la cocinera de Kyrian.

Las fosas nasales de Nicholas se ensancharon.
Ash ignoró el dolor que Miley podía sentir en Nicholas. —Los necesito juntos en esto. Tengo que ir a advertir a Janice y Jean-Luc sobre lo que está sucediendo —giró para enfrentarla—. Miley  haz las maletas y múdate con Nicholas por un tiempo.
—¿Y qué hay de mi tienda?
—Que Marla la cuide algunas semanas.
—Sí, pero…
Los rasgos de Ash se endurecieron.
—No discutas conmigo, Miley  Desiderius es un poder importante, con un terrible rencor hacia ti, tu hermana, y Kyrian. No jugará con ustedes tres esta vez. Los matará.

Normalmente, ella discutiría con él sólo para fastidiar. Pero conocía ese tono de voz. Nadie discutía con Ash por mucho tiempo.
—Bien.
—Tienes tus órdenes, General —le dijo Ash firmemente a Nicholas.
Nicholas hizo un saludo romano bastante sarcástico.
Poniendo los ojos en blanco, Ash desapareció de la habitación.
Ahora que estaban solos, Nicholas la miró fijamente, sin hablar. La furia ardía tan crudamente en su interior, que en realidad lastimaba a Miley.
—¿Qué? —le preguntó.
Sin una palabra, él fue hacia la fotografía de la boda de Amanda que estaba sobre el aparador, y quitó la foto de Russell Crowe del rostro de Kyrian.
Nicholas maldijo.
—Debería haberlo sabido cuando me dijiste que su nombre era Amanda.
La expresión de repugnancia en su rostro la hizo enfadar.
—Sí, y mi nombre es Miley,  no Amanda. ¿Qué tiene que ver eso?
Pero él no la escuchó. Ella lo sabía.
Caminó en silencio por la habitación y regresó arriba. Ella se sobresaltó ante el sonido de su puerta golpeándose con fuerza.
—Bien —le gritó—. Compórtate como un bebé. No me importa.
Nicholas estaba sentado sin moverse sobre borde de la cama mientras su mente vociferaba sobre quién era Miley en realidad.

La gemela de la esposa de Kyrian lo había salvado. Esto no tenía precio, verdaderamente no lo tenía. Había pasado los últimos dos mil años evitando al griego para no lastimarlo recordándole lo que su familia le había hecho, y ahora esto…
Apretó los dientes mientras se sentía mal por la traición hacia Kyrian. Su abuelo, una copia exacta de Nicholas, había seducido a la adorada esposa de Kyrian, Theone, siglos atrás, y la había usado para traicionar a su marido. Kyrian no había sido capturado en el campo de batalla, como correspondía a un hombre de su categoría. Había sido drogado por la mano de su esposa en su propio hogar, mientras intentaba salvarla, y luego había sido entregado a su enemigo mortal.
El estómago de Nicholas se revolvió, mientras recordaba las semanas que su padre y su abuelo habían torturado al General griego para obtener información y por diversión. Recordaba los gritos de Kyrian.

La imagen del hombre allí recostado, ensangrentado y derrotado, lo perseguía hasta el día de hoy. Kyrian había yacido allí, los ojos llenos de dolor y vacíos. Sólo una vez durante esas semanas sus miradas se habían encontrado, y la expresión de los ojos de Kyrian aún ardía en el alma de Nicholas.
Peor aún, Nicholas recordaba a su abuelo riendo en la cena, la noche en que Kyrian había sido crucificado luego que su padre había intentado salvarlo.
—Deberían haber visto su expresión mientras su esposa venía a mis brazos enfrente de él. Tenía a su pe/rra gimiendo y rogando por mi pe/ne mientras él me veía tomándola. Es una pena que haya muerto antes de ver el rostro de ella cuando la rechacé.
Nicholas jamás había comprendido esa crueldad. Era suficiente derrotar a un enemigo, pero usar a su mujer frente a él…

Y ahora él estaba acostándose con la gemela idéntica de la esposa de Kyrian.
La historia, de hecho, se repetía.
Y Acheron sabía y no le había contado. ¿Por qué el Atlante insistiría en que los dos estuvieran juntos cuando tenía que saber lo que eso le haría a Kyrian? No tenía sentido. No más que el hecho que Miley lo hubiese salvado cuando sabía que Kyrian lo odiaba.
Júpiter sabía que el hombre tenía todo el derecho a desear que él estuviera muerto. No era de extrañar que Selena lo odiase tan ardientemente. Como cuñada de Kyrian, era un milagro que no hubiese sido aún más violenta con él.
La puerta se abrió.
Nicholas se puso tenso mientras veía entrar a Miley  Ella no le habló mientras se ponía a empacar una pequeña maleta… de armas.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó.
—Lo que Ash dijo que hiciera. Voy a mudarme contigo.
—¿Por qué no vas a quedarte con Kyrian y Amanda?
—Porque confío en Ash. Si él dice que debería estar contigo, entonces iré.
—¿Tú también me escupirás?

La pregunta salió antes de poder detenerla.
Miley se detuvo ante su inesperada pregunta.
—¿Perdón?
La mandíbula de Nicholas comenzó a temblar.
—Es lo que tu hermana Selena hace cada vez que me ve. Me preguntaba si debería asegurarme de mantener una cab/rona distancia de ti, también.
Miley se hubiese reído si él no hubiera estado mortalmente serio.
—Cab/rona. Una interesante palabra para ti. No hubiese pensado que la conocías.
—Sí, bueno, tu hermana y mi último Escudero me han enseñado bien sobre la cab/rona distancia —se puso de pie y fue hacia la puerta—. Esperaré afuera, hasta que hayas terminado.
Miley pateó la puerta antes de que él llegara. Nicholas se dio vuelta con una suprema expresión de arrogancia.
—¿Qué fue lo que trepó por tu trasero y murió?
—¿Discúlpame? —preguntó él, con la voz tan helada como su mirada.
—Mira, hay algunas cosas que necesitas saber sobre mí. Uno, no acepto la Mie/rda de nadie. Dos, no me guardo nada. Sea lo que sea que siento por algo o alguien, permito que se sepa.
—Me di cuenta.
Ella ignoró su interrupción.
—Y tres, soy empática. Puedes pararte allí y actuar todo lo imperturbable que quieras pero, al final del día, yo siento lo que tu sientes. Así que no actúes todo sigiloso y frío cuando yo lo sé. Me irrita.
Su mandíbula se aflojó ligeramente.
—¿Eres empática?
—Sí. Sé que la presencia de Ash en la cocina te lastimó, pero no sé por qué, y sentí tu furia estallar en el instante en que descubriste el rostro de Kyrian —ella se acercó y colocó una mano en la mejilla de Nicholas—. Mi madre siempre dice que las aguas quietas son las más profundas. El único momento en que tus acciones han combinado con tus emociones fue anoche, mientras estábamos haciendo el amor, y cuando viniste aquí y cerraste la puerta de un golpe —Él intentó apartarse, pero ella se rehusó a dejarlo—. Enfréntame, Nick, no te alejes.
Apagando el secador, salió del baño, para encontrar a Gilbert intentando sacar a empujones a Miley de su habitación.
—Perdóneme, mi señor —dijo Gilbert mientras soltaba a Miley . Venía a hacerle saber que tenía un visitante cuando ella me siguió a sus habitaciones.
Nicholas no podía respirar mientras veía lo imposible. Miley de regreso en su casa.

Una inesperada felicidad lo consumió, pero se rehusó a sonreír siquiera.
—Todo está bien, Gilbert —le dijo, asombrado de lo sereno que era su tono, cuando lo que en realidad quería hacer era sonreírle a Miley como un im/bécil—. Puede retirarse.
Gilbert inclinó su cabeza antes de obedecer.
Miley tragó con fuerza ante la maravillosa visión de Nicholas vistiendo nada más que una toalla borgoña ligeramente húmeda envuelta alrededor de sus delgadas caderas. Parecía completamente incongruente encontrarlo de ese modo. Con su aire majestuoso, hubiese pensado que tenía una colección de batas de seda, o algo así.

Su cabello oscuro estaba húmedo y suelto, enmarcando un rostro que estaba cincelado a la perfección.
Wow, se veía bien así. Probablemente se vería aún mejor desnudo, como había estado cuando había saltado de su cama…
Miley acalló ese pensamiento antes que la metiera en problemas.
—¿A qué debo este honor? —le preguntó él.
Ella sonrió. Oh, sí, él era perfecto para lo que necesitaba… y ni siquiera quería ponerse a pensar en ese doble sentido.
—Te necesito vestido.
Miley se detuvo ante ese pensamiento. Sí, claro, había algo realmente mal en una mujer que le decía eso a un hombre tan excelentemente construido.
—¿Discúlpame?
—Apúrate y vístete, nos encontramos abajo —ella lo empujó hacia la cama, donde yacía un traje—. ¡Fretta! ¡Fretta!
Nicholas no estaba seguro qué lo sorprendía más: que ella lo quisiera vestido o que hablase italiano.
—Miley…
—¡Vístete! —sin otra palabra, abandonó su habitación. Antes que él pudiera moverse, ella abrió la puerta y metió la cabeza dentro—. Sabes, podrías haber dejado caer esa toalla, tortuga… oh, no importa. Déjate el cabello suelto y asegúrate de llevar algo realmente caro y elegante. Preferiblemente Versace, si tienes algo, sino Arman...  también servirá. Y asegúrate de llevar corbata y tu abrigo.

Completamente desconcertado y sin embargo extrañamente curioso por su pedido, cambió el traje de su cama por uno de Versace, de una mezcla de seda y lana negra, con una camisa de seda negra y una corbata del mismo material a juego; luego abrió la puerta.
Miley giró mientras la puerta se abría, y sintió que se le secaba la boca. Se quedó boquiabierta.
No era como si no supiera que él era hermoso, pero…
¡Oh… dios!
 
Lo único que podía hacer era respirar. Jamás había visto a un hombre vestir un traje totalmente negro antes, pero era alta costura de primera línea. Se veía elegante y majestuoso.
¡Marla iba a morirse!
Eso, si Miley no moría antes por una sobrecarga de veneno hormonal.
—Sabes, siempre he escuchado a la gente decir que debería ser ilegal verse tan bien pero, en tu caso, realmente es cierto —Él frunció el ceño. Miley lo tomó de la mano y lo hizo bajar las escaleras—. Vamos, no hay tiempo que perder.
—¿Dónde me estás llevando?
—Necesito un favor.
Nicholas estaba extrañamente halagado por su solicitud. Era extremadamente raro que alguien le pidiera un favor. Esas eran cosas que la gente se reservaba para la gente a la que consideraban amigos.
—¿Qué necesitas?
—Marla necesita una escolta para el desfile de Señorita Luz Roja.
Nicholas se detuvo inmediatamente.
—¿Ella qué?
Miley giró para enfrentarlo.
 
—Oh, vamos, por favor, no seas mojigato. Eres romano, por el amor de dios.
—Sí, pero eso no significa que tenga una condición innata para ser escolta de un transvestido. Miley  por favor.
Ella se veía tan decepcionada que en realidad lo hizo sentir culpable.
—Marla ha estado practicando para esto durante meses, y su chico canceló esta noche. Su competidora número uno lo sobornó para que la escoltara a ella. Si Marla pierde, esto la matará.
—No tengo deseos de ser exhibido entre un grupo de hombres homosexuales.
—No es una exhibición… precisamente. Lo único que tienes que hacer es acompañarla en el principio, cuando la presentan. Llevará sólo unos minutos y eso es todo. Vamos, Nick. Gastó el sueldo de un año en un hermoso vestido de Versace —Miley le lanzo la mirada más patéticamente sincera que había visto en su vida. Lo derritió por completo—. No hay nadie más a quien pueda llamar con tan poco tiempo. Ella necesita a un hombre realmente elegante. Alguien de primera clase, y no conozco a nadie más que satisfaga todos los requisitos. ¿Por favor? ¿Por mí? Juro que te recompensaré.
Personalmente, hubiese preferido ser golpeado o asesinado… otra vez. Y aún así, no podía decepcionarla.
—¿Qué sucede si uno de ellos me mete mano...?
—No lo harán. Lo prometo, protegeré todos tus… —arqueó una ceja mientras miraba su trasero— bienes.
—Y si alguien se entera alguna vez de esto…
—No lo harán. Lo llevaré conmigo a la tumba.
Nicholas dejó escapar un largo suspiro.
—Sabes, Miley  cada vez que he intentado ayudar a alguien en mi vida, sólo lo he hecho peor para ellos. Tengo una mala sensación acerca de esto. Algo irá mal. Espera y verás. Marla caerá del escenario y se quebrará el cuello o, peor, su enorme peluca se prenderá fuego.
Ella sacudió la mano descartándolo.
—Estás siendo paranoico.
 
No, no lo era. Mientras ella lo llevaba hacia la puerta principal, cada horrible recuerdo de su vida pasó por su mente… La vez que se había sentido mal por Zarek y había intentado tranquilizarlo luego de una golpiza. Su padre lo había forzado entonces a golpear aún más a Zarek. Él había dado sus golpes de lejos, esperando que no fueran tan dolorosos como los que su padre le había dado a Zarek. En cambio, había terminado cegando al pobre esclavo.
Otra vez, cuando intentó evitar que Zarek fuese atrapado fuera de los confines de su villa, había causado que su padre le pagara a un negrero para que apartara a Zarek de todo lo que conocía.
En su primera época como General, había tenido a un joven soldado bajo su mando, que era el último hijo sobreviviente de su familia. Con la esperanza de mantener a los jóvenes lejos del campo de batalla, lo había enviado como mensajero a otro campamento romano.
El chico había muerto dos días más tarde, luego del ataque de unos canallas celtas que se habían encontrado con él.
Y Agrippina…
—No puedo hacer esto, Miley.
Miley se detuvo en los escalones de la entrada para mirarlo. Había algo en su voz que le decía que no estaba siendo ridículo.
En realidad, sintió una ola de miedo atravesándolo.
—Todo estará bien. Cinco minutos. Eso es todo.
—¿Y si ocasiono que Marla salga lastimada?
—Estaré allí mismo. Nada malo va a suceder. Confía en mí.
Él asintió, pero ella sintió su reticencia mientras lo empujaba hacia el taxi que los estaba esperando. Subiendo, le dio las indicaciones al conductor para ir al Club Cha Cha en Canal Street.

Les tomó apenas quince minutos llegar allí. Miley pagó el taxi mientras Nicholas estaba parado en la vereda, como si estuviera preparado para largarse, especialmente porque algunos clientes del club ya lo habían visto.
—No te preocupes —le dijo Miley mientras se unía a él—. En verdad no te molestarán.
Nicholas no podía creer que estuviera haciendo esto. Debía haber perdido la cabeza.
Miley tomó su mano y lo condujo a través de las brillantes puertas rosa dobles.
—Hey, Miley —la llamó un guardia de la puerta.
Era enorme y musculoso, y vestía una camiseta sin mangas. Su cabello castaño oscuro era corto, y tenía una banda celta tatuada alrededor de su bíceps descubierto. A primera vista parecía intimidante, pero su sonrisa abierta y honesta le quitaba ferocidad.

Miley sacó su billetera para pagar la entrada.
—Hola, Sam. Estamos aquí para ayudar a Marla. ¿Está en la parte de atrás?
—Aparta eso —dijo Sam, haciéndole guardar la billetera—. Sabes que tu dinero no sirve de nada aquí. Sí, Marla está atrás, y por favor ve a ayudarla. Mi novio está a punto de perder la cabeza porque no deja de llorar.
Miley le guiñó el ojo.
—No te preocupes. Ha llegado la caballería.
Nicholas respiró hondo mientras seguía a Miley entro de lo que tenía que ser el sitio más terrorífico en el que había estado jamás. Personalmente, hubiese preferido meterse directo en un nido de Daimons armados con motosierras y guillotinas.

Pero para el momento en que llegaron a la puerta amarillo brillante detrás del escenario, se sentía un poquito mejor. Aunque muchos de los hombres en el club se detenían para mirarlo embobados, ninguno de ellos se le había insinuado.
—No te preocupes —le dijo Miley mientras él pasaba junto a ella—. Tengo tu flanco cubierto.
Nicholas dio un salto cuando ella le pellizcó el trasero juguetonamente.
—Por favor, no les des ideas.
Ella se rió.

Caminaron a través de una multitud de gente que estaba en el proceso de maquillarse, ponerse pelucas y elaborados vestidos. Marla estaba sentada en una esquina del fondo, gimiendo mientras otro hombre revoloteaba a su alrededor, quejándose. Su cabeza pelada estaba cubierta por un turbante de red rosado, y su maquillaje estaba completamente destrozado.
—Estás arruinando todo mi trabajo, cariño. Tienes que parar de llorar, o jamás lo arreglaremos a tiempo.
—¿Qué importa? Voy a perder. ¡Maldito seas, Anthony! Todos los hombres son cer/dos. ¡Cer/dos! No puedo creer que me haya traicionado.
Nicholas se sentía mal por Marla. Era evidente que este concurso significaba mucho para ella.
—Hola, nena —dijo Miley . Anímate. Tenemos algo mucho mejor que el viejo Tone. De hecho, tanto él como Mink morirán cuando salgas con esto a tu lado —agregó, empujando a Nicholas hacia adelante.
—Hola, Marla —dijo sencillamente, sintiéndose como un total y completo idi/ota.
Marla se quedó boquiabierta.
—¿Harás esto por mí?

Él echó una mira sobre su hombro para ver a Miley observándolo. Había miedo en sus ojos por que él se retractara.
Dios sabía que verdaderamente lo deseaba.
Él en serio, realmente, no quería seguir adelante con esto. Pero Nicholas Magnus era más duro. Jamás en su vida había escapado, y le haría este favor a Miley sin importar lo desagradable que fuera para él.

Enderezándose, giró hacia Marla.
—Sería un honor ser tu escolta.
Marla dejó escapar un grito perforador de tímpanos mientras saltaba y lo abrazaba tan fuerte que él temió que sus costillas fueran a quebrarse. Gritó aún más fuerte mientras lo dejaba y abrazaba a Miley de tal modo que la levantó del suelo.
—¡Oh, amiga, eres la mejor amiga que nadie ha tenido jamás! Imagina a Marla Divine saliendo allí afuera del brazo del único hombre heterosexual de todo el club. Chica, morirán de envidia —soltó a Miley . Carey, ven aquí y arregla mi maquillaje, pronto. ¡Necesito estar fabulosa! ¡Fabulosa!
Carey sonreía ante el histrionismo de Marla.
—Siéntate, querida, y lo estarás.
Mientras Carey trabajaba con Marla, Nicholas y Miley se quedaron de pie a un lado, fuera del camino.
—Gracias —le dijo Miley—. En serio.
—Está bien.

Miley observó a Nicholas. Antes de poder detenerse, envolvió sus brazos alrededor de él, le sonrió y apoyó la cabeza contra su pecho.
Nicholas no podía respirar ante la sensación de su abrazo. Su corazón latía con fuerza al ver la cabeza de Miley recostada contra él, ante la calidez del cuerpo presionado contra el suyo. Una inesperada ternura creció dentro de él.
Levantó la mano y acarició ligeramente su cabello mientras esperaba que nada saliera mal con Marla porque él estaba ayudándola.
La última vez que había intentado ayudar a alguien había sido más de un año atrás, cuando Acheron le pidió que ayudara a apartar a los Daimons de una manada de lobos Katagaria. Él había ido voluntariamente pero, durante la pelea, Vane y Fang, los dos lobos a los que estaba ayudando, habían perdido a su hermana, ante el golpe mal dirigido de un Daimon. Ella había muerto en los brazos de sus hermanos.

Esa visión lo rondaba hasta el día de hoy.
Nicholas le había dicho a Vane que, en cualquier momento que lo necesitara, prestaría alegremente su espada al lobo. Afortunadamente, Vane jamás lo había necesitado.
Estás siendo ridículo.
Tal vez, pero no le molestaría tanto si él fuese quien llevara el peso de eso. El desastre siempre parecía caer sobre aquellos a los que intentaba ayudar.
Apartó ese pensamiento y se concentró en la mujer que estaba con él. Una mujer como ninguna otra que hubiese conocido antes.
Ella era verdaderamente especial. Única.

El tiempo pareció detenerse mientras estaba allí, permitiendo simplemente que la calidez de Miley se filtrara en su interior.
En realidad se sobresaltó cuando Marla se puso de pie y le hizo señas para que la siguiera.
—Dum-da-dum-dum… dum… —Miley canturreó el tema de “DragnetÀ” como presagiando su condena mientras seguían a Marla a través del vestuario, hacia un pasillo lleno de transvestidos.
Miley besó a Nicholas en la mejilla, luego se apartó, para dejarle espacio a los demás.
Fue hacia el club y se encontró con el mejor amigo de Marla, Yves, sentado en una mesa frente a la pasarela con un grupo de compañeros.
—Hola, cazadora de vampiros —dijo Yves mientras ella llevaba una silla hacia la mesa—. ¿Estás aquí para alentar a Marla?
—Por supuesto. ¿En qué otro sitio podría estar?

Una ovación partió de la mesa mientras bromeaban y hacían apuestas sobre quién ganaría, hasta que el espectáculo finalmente comenzó.
Miley era un atado de nervios, hasta que Marla y Nicholas aparecieron. La multitud se volvió loca en el instante en que vieron a Nicholas, quien caminaba como si estuviese completamente cómodo en su papel de acompañante. Sólo Miley  odía sentir su incomodidad, y tenía la sensación que se debía más a su temor a que Marla saliera lastimada que a otra cosa.
Cuando llegaron a los escalones que los llevarían fuera del escenario, donde estaban reunidos el resto de las participantes, Nicholas descendió primero y, como un verdadero caballero, estiró su mano para ayudar a Marla a bajar.

Miley quería llorar por la generosidad de lo que estaba haciendo por alguien a quien ni siquiera conocía.
No podía pensar en ningún otro hombre heterosexual que hiciese algo tan ridículo como esto para ayudar a una mujer a la que recién conocía. Una mujer que lo había apuñalado, nada menos.
En cuanto los acompañantes tuvieron permiso para retirarse, ella se abrió paso a través de la multitud para encontrarlo. En el instante en que llegó a él, se arrojó en sus brazos y lo abrazó con fuerza.
Nicholas estaba completamente asombrado por la exuberante reacción de Miley  Se sentía tan bien en sus brazos que apenas podía evitar no aplastarla contra sí y besarla hasta que hicieran un espectáculo.
Ella lo apretó y luego le dio un suave beso en los labios.
—¡Eres el mejor! —conmocionado, él no supo qué decir—. Si quieres, podemos irnos ahora.
Nicholas miró alrededor.
—No —dijo, sinceramente—. He llegado hasta aquí y no maté a Marla, así que creo que deberíamos quedarnos y ver cómo le va.
La expresión en el rostro de Miley hizo que su cuerpo entero ardiera.
—¿Ash tiene alguna idea de lo adorable que eres?
—Tiemblo ante la mera perspectiva.
Ella rió, luego lo tomó de la mano y lo condujo a una mesa cerca del escenario.
Un grupo enorme de hombres lo saludó.
—¡Estuviste genial! —dijo el que estaba más cerca.
Nicholas inclinó la cabeza mientras Miley los presentaba. Se quedaron allí sentados poco más de una hora, mientras las participantes mantenían una competencia de talento y una en trajes de baño. Esta última incomodó a Nicholas aún más que estar sobre el escenario.
—¿Estás bien? —le preguntó Miley, inclinándose hacia él—. Te ves un poquito pálido.
—Estoy bien —dijo, aunque estaba encogiéndose al pensar cómo un hombre podía restringirse tanto dentro de un traje de baño, como para no dejar rastro de su género.
No valía la pena pensar algunas cosas.

Luego de una hora, los jueces finalmente lo habían reducido a tres participantes.
Miley se echó hacia adelante. Envolvió su brazo alrededor de Nicholas y posó su mentón sobre el hombro de él, mientras aguantaba la respiración y rezaba por Marla.
Nicholas no se movió, pero la sensación de su mano sobre la de ella la alegró considerablemente. Sin importar el resultado, estaba muy agradecida con él por haberla sacado del apuro.
Ni Kyrian ni Ash estarían aquí, ni muertos.
Miley vio la mirada nerviosa de Marla mientras llegaban al nombre de la ganadora.
No podía respirar. No hasta que anunciaron a…
—¡Marla Divine!
Marla gritó y agarró a la participante que tenía más cerca. Saltaban y lloraban mientras otras participantes pasaban a abrazarla y felicitarla.
Miley se puso de pie de un salto, gritando y silbando para apoyarla.
—¡Vamos, Marla, vamos! —Bajó la mirada, para encontrar a Nicholas mirándola con horror. Resoplando, lo hizo poner de pie—. Escuchémoslo, General —le dijo—. Grita.
—Sólo grito cuando doy órdenes a las tropas, y eso fue hace mucho tiempo.
Bueno, sólo se podía aflojar a una persona en una sola noche hasta cierto punto.
Ella lo abucheó y continuó gritando por su compañera de apartamento.

El maestro de ceremonias le puso la corona y la faja a Marla, luego le dio una docena de rosas y la llevó hacia la pasarela.
Marla caminó por la misma, llorando y riendo mientras tiraba besos a la audiencia.
Cuando todo había terminado, Miley y Nicholas lucharon para llegar a su lado. Marla abrazó primero a Miley, luego se aferró a Nicholas.
—¡Gracias!
Nicholas asintió.
—Fue un placer. Felicitaciones por tu victoria, Marla.
Marla sonrió.
—Les debo a ambos. No crean que voy a olvidarlo. Adelántense, y nos encontraremos más tarde.
—Muy bien —dijo Miley—. Te veré en casa.
Salieron del club, hacia la transitada calle Canal que bordeaba el Barrio Francés.

Miley chequeó su reloj. Eran casi las diez.
—No sé tú, pero estoy famélica. ¿Te apetece mordisquear algo?
Nicholas la miró divertidamente.
—Tienes que ser la única mujer viva que puede hacerle esa pregunta a un hombre con colmillos.
Ella rió.
—Probablemente tengas razón. Entonces, ¿te gustaría acompañarme?
—No tenemos reservaciones en ningún sitio.
Ella puso los ojos en blanco.
—Cariño, al sitio a donde voy no necesitamos esas apestosas reservaciones.
—¿Adónde vamos?
Ella se condujo hacia la calle Royal, que conectaba a Canal con Iberville.
—El Antoine de los mariscos. La casa de ostras Acme.
—¿Acme? Jamás he comido allí.
Y en cuanto Miley llegó a la puerta del lugar, Nicholas supo porqué. Tenía manteles a cuadros blanco y negro de plástico.
Vaciló en el umbral, mientras escudriñaba el pequeño restaurante. El sitio era diminuto, y la clientela reducida. A la derecha tenía una barra que se extendía por la pared, y las mesas estaban ubicadas a su izquierda. Las paredes eran una mezcla de mal gusto de espejos, cuadros, y señales de neón. Era llamativo y desagradable.
Sin mencionar que Nicholas había tenido que concentrarse rápidamente y forzar mentalmente su imagen en los espejos antes de que alguien se diera cuenta de que no tenía reflejo.

Miley se dio vuelta para mirarlo. Se puso las manos en la cadera.
—¿Podrías dejar de parecer alguien a quien acaban de estropear los zapatos nuevos? Aquí tienen las mejores ostras de la tierra.
—Es tan… neón.
—Ponte los anteojos de sol.
—No se ve sanitario —dijo en voz baja.
—Oh, por favor, estás por comer algo que es la aspiradora del océano. Sabes cómo se forman las perlas, ¿verdad? Lo único que hacen las ostras es ingerir basura. Además, eres inmortal, ¿qué te preocupa?
—¿Nicholas?
Él miró más allá de Miley  para encontrarse con Vane y Bride Kattalakis sentados en la barra, donde dos hombres detrás del mostrador desbullaban ostras para las personas que estaban allí sentadas. Nicholas respiró con alivio. Finalmente, alguien con quien podía relacionarse. Al menos un poco, ya que Vane era un lobo Arcadiano, y Bride su pareja humana.
Vestido con jeans y una camiseta mangas largas, Vane era de la altura de Nicholas, y tenía un largo cabello castaño oscuro que llevaba suelto sobre los hombros. Bride era una hermosa mujer rellenita, cuyo largo cabello castaño estaba recogido en un desordenado moño. Tenía un suéter color tostado, sobre un vestido marrón con pequeñas flores blancas.
Nicholas se acercó a estrechar la mano de Vane.



1 comentario:

  1. wooow me encanto
    muy tierno nick por ayudar a marla
    y miley me encanta cuando es tan cariñosa con nick
    bueno me encanto siguela

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