miércoles, 14 de agosto de 2013

Aferrate a la Noche - Cap: 12


—¡Miley! —Tia la siguió por la calle—. Tú no sueles ser sigilosa en nada. Me pones nerviosa.
Miley respiró hondo y enfrentó a su hermana mayor.
—Mira, él sólo era alguien que necesitaba ayuda, y se la presté. Ahora regresó a su vida y yo a la mía. No necesitamos una conferencia familiar por eso.
Tia hizo un sonido de desaprobación.
—Eres tan exasperante. ¿Por qué no puedes simplemente responder a mi pregunta?
—Buenas noches, Tia. Te quiero.

Miley continuó caminando y agradeció que su hermana se detuviera y regresara a su tienda.
Aliviada, se dirigió a la calle Bourbon sin un destino fijo. Buscaría algo de comida para los indigentes y luego haría sus rondas.
—¡Oh, es Miley!
Ella giró ante la distintiva voz cantarina que conocía extremadamente bien. Acercándose por detrás estaba la demonio de Ash, Simi, quien parecía una mujer de diecinueve o veinte años exteriormente. 

Esta noche Simi llevaba una minifalda negra, leggingsÀ púrpura, y un corset de un tono subido. Vestía un par de botas stiletto altas hasta los muslos y llevaba una cartera en forma de ataúd de PVC. Su largo cabello negro estaba suelto sobre sus hombros.
—Hola, Simi —dijo Miley  echando un vistazo a la calle detrás de la demonio—. ¿Dónde está Ash?
Ella puso los ojos en blanco y dejó escapar un sonido de irritación.
—Fue demorado por esa vieja vaca-diosa que dijo que tenía que hablar con él, y entonces le dije que estaba hambrienta y que quería comer algo. Entonces él dijo: “Simi, no comas gente. Ve al Santuario y espérame mientras hablo con Artemisa”. Así que aquí Simi está yendo al Santuario sola, para esperar que akri venga a buscarla. ¿Irás al Santuario, Miley?
Siempre la divertía que la demonio se refiriera a sí misma en tercera persona.
—En realidad, no. Pero si quieres que te acompañe, puedo hacerlo.
Un hombre silbó mientras pasaba a su lado y echaba un vistazo a Simi.
El demonio le regaló una mirada sensual y una pequeña sonrisa.
Él se dirigió hacia ellas.
—Hey, nena —dijo—. ¿Buscas compañía?
Simi resopló.
—¿Estás ciego, humano? —le preguntó. Hizo un dramático gesto hacia Miley . ¿No puedes ver que Simi tiene compañía? —sacudió la cabeza.
Él se rió.
—¿Tienes un número al que pueda llamarte y hablar alguna vez?
—Bueno, sí tengo un número pero, si llamas, akri responderá y se pondrá furioso contigo, y entonces tu cabeza explotará en fuego —Se golpeteó el mentón—. Hmmm, pensándolo mejor, barbacoa… Es 555…
—Simi… —dijo Miley en un tono de advertencia.
—Oh, bah —dijo Simi mientras soltaba otro suspiro irritado—. Tienes razón, Miley. Akri se enojará conmigo si Simi hace que este hombre se convierta en barbacoa. Puede ser tan exigente a veces. Lo juro.
—¿Akri? —preguntó el hombre—. ¿Es tu novio?
—Oh, no, eso es enfermo. Akri es mi papi y se enoja cada vez que un hombre mira a Simi.
—Bueno, papi no se sentirá mal por lo que no se entere.
—Sí —dijo Miley  parándose entre los dos—. Confía en mí, su “papi” no es alguien con quien desees meterte.
Tomó el brazo de Simi y la alejó.
El hombre las siguió.
—Vamos, sólo quiero su número.
—Es 1-800-date-una-idea —dijo Miley sobre su hombro.
—Bien, pe/rra, sigue tu camino.

Antes que Miley pudiera parpadear, Simi se soltó y arremetió contra el hombre. Lo tomó del cuello y lo arrojó contra el lado de un edificio, donde lo sostuvo sin esfuerzo mientras sus pies colgaban a más o menos treinta centímetros del suelo.
—No le hablas a los amigos de Simi de ese modo. ¿Me oyes?
Él no podía responder. Su rostro ya se estaba volviendo púrpura, sus ojos saltaban.
—Simi —dijo Miley  intentando apartar la mano de la demonio de la garganta del hombre—. Vas a matarlo. Suéltalo.

Los ojos marrones de la demonio destellaron en rojo un segundo antes que Simi lo soltara. Doblándose en dos, el hombre tosió y jadeó mientras luchaba por respirar otra vez.
—Será mejor que jamás insultes a otra dama, est/úpido humano —le dijo—. Simi también dice eso en serio.

Sin otra palabra o pensamiento ante el asunto, Simi se colgó la cartera sobre el hombro y se pavoneó por la calle como si no hubiese estado a punto de matar a alguien.
El corazón de Miley aún martilleaba. ¿Qué hubiese sucedido si ella no hubiera estado para detener a Simi?
—Entonces, Miley  ¿tienes más de esas deliciosas mentas que le diste a Simi cuando fuimos al cine?
—Lo siento, Simi —le dijo, intentando recuperar la compostura mientras veía al pobre tipo tropezar por la calle. No cabían dudas que pasaría algún tiempo antes que intentara coquetear con una mujer que no conociera—. No las traigo conmigo.
—Oh, bah, realmente me gustaban. Especialmente me gustó esa lata verde. Era muy agradable. Simi necesita hacer que akri le compre algunas.

Sí, y Miley necesitaba asegurarse que Ash no dejara suelta a su demonio sola otra vez. Simi no era mala, simplemente no comprendía el bien y el mal. En el mundo de los demonios, no existía tal concepto.
 
Simi sólo comprendía las órdenes de Ash, y las cumplía al pie de la letra.
Pero al menos se encaminaban a un sitio donde la mayoría de la gente conocía y comprendía a Simi. El Santuario era un bar de motociclistas en el 688 de la avenida Ursulines, que pertenecía a una familia de Were Hunters. A diferencia de los Dark Hunters, los Were Hunters eran primos de los Apolitas malditos y los Daimons, con una profunda diferencia: ellos también eran mitad animales.
Eones atrás, los Were Hunters habían sido originalmente mitad Apolitas, mitad humanos. En un esfuerzo por salvar a sus hijos de morir a los veintisiete años como sucedía con los Apolitas, su creador había empalmado mágicamente una esencia animal en el cuerpo de sus hijos.

El resultado había creado a dos hijos varones que poseían corazones humanos, y dos que tenían corazones animales. Aquellos que eran humanos fueron llamados Arcadianos, y los que eran animales fueron llamados Katagaria. Los Arcadianos pasaban la mayor parte de sus vidas como humanos que podían cobrar forma animal, mientras que los Katagaria eran animales que podían cobrar forma humana.

Aunque estaban emparentados, los dos grupos guerreaban entre sí, porque los Arcadianos pensaban que sus primos animales eran mucho menos humanos, y los animales luchaban porque esa era su naturaleza.
Los dueños del bar eran un clan de osos Katagaria. Dentro de las paredes del Santuario, cualquiera era bienvenido. Humano, Apolita, Daimon, Dios, Arcadiano, o Katagaria. Sólo había una regla: “No me muerdas y no te morderé”. El Santuario era una de las pocas áreas sagradas en este planeta donde ningún ser paranormal podía atacar a otro. Y los osos mantendrían alegremente ocupada a Simi hasta que Ash pudiese reunirse con ella.
Simi parloteó interminablemente, hasta que llegaron a las puertas estilo taberna del bar.
—¿Entrarás? —le preguntó a Miley.
Antes que pudiera responder, Miley vio a Liam Gautier yendo hacia ellas. Como la madre de Liam trabajaba en el bar, era un visitante casi constante allí.
—Damas —dijo con una encantadora sonrisa mientras se unía a ellas.
—Liam—dijo Miley, saludándolo.
Simi sonrió cariñosamente.
—Hola, Liam —dijo, enroscándose un mechón de cabello con los dedos—. ¿También irás a El Santuario?
—Eso planeaba hacer. ¿Y ustedes dos?
El teléfono de Miley sonó.
—Esperen —le dijo a Liam y a Simi antes de atender. Era Marla, con un ataque de histeria—. ¿Qué? —preguntó Miley  intentando comprender las palabras de Marla, que salían entrecortadas entre sus sollozos. Miró a Liam, quien la observaba con el ceño fruncido—. ¿Qué hay de Liam Gautier…? —La pregunta fue cortada por un grito de terror de Marla—. Está bien, está bien —dijo Miley  dándose cuenta inmediatamente de porqué Marla estaba molesta. Liam vestía una de sus atroces camisas Hawaianas, junto con unos andrajosos jeans azules y un par de zapatillas que se veían como si hubiesen sido alimento de un triturador de basura—. Deja de llorar y vístete. Conseguiré a alguien, te lo prometo.
Marla aspiró por la nariz.
—¿Lo juras?
—Por mi alma.
—Gracias, Miley. ¡Eres una diosa!

Miley dudaba seriamente de eso mientras cortaba la comunicación.
—Liam, ¿puedes entretener a Simi un ratito? Tengo que ir a impedir un desastre.
Liam sonrió.
—Seguro, cher. Estaré más que feliz de acompañar a Simi, si a ella no le importa.
Simi sacudió la cabeza.
—Sabes, realmente me gusta la gente de ojos azules —le dijo a Miley—. Son de buena calidad.
—Pásenla bien —dijo Miley mientras los dejaba y corría hacia la calle Chartres.

Nicholas estaba secándose el cabello con un secador cuando escuchó una conmoción en su dormitorio. Sonaba como Gilbert y…
—Lobo —lo saludó… siempre era cortés referirse a los Arcadianos y Katagaria por su parte animal—. Me alegra verte otra vez —miró a Bride—. Y usted, señora mía, siempre es un honor.
Bride le sonrió y luego miró a Miley.
—¿Qué están haciendo ustedes dos aquí? ¿Juntos?
—Nick me estaba haciendo un favor —dijo 
Miley mientras aparecía detrás de él. Se volvió hacia uno de los hombres detrás del mostrador, que estaba secándose las manos luego de desbullar un plato de ostras—. Hey, Luther, dos cervezas y un tenedor.
El alto afroamericano se rió de ella.
—Miley, esta es… ¿qué? ¿La cuarta vez en la semana que vienes? ¿No tienes una casa?
—Sí, pero no tenemos ostras allí. Al menos no de las buenas. Y tengo que venir aquí sólo a acosarte. Imagina un día entero sin Miley… ¿Qué harías?
Luther rió.
Nicholas no se perdió de la extraña mirada entre Vane y Bride antes que Luther le alcanzara a Bride el plato de ostras y fuese a buscar las cervezas para Miley.
—¿Hay algo que debería saber? —les preguntó Nicholas.

En el instante en que Vane abrió la boca para hablar, Miley lo pateó en la espinilla. Fuerte.
Vane gritó y luego la miró con el ceño fruncido.
—¿Qué fue eso? —preguntó Nicholas—. ¿Por qué lo pateaste?
—Por ninguna razón —dijo Miley, estirándose sobre la barra para tomar una ostra de la pila.
Se veía angelical, lo que significaba que algo verdaderamente malvado estaba sucediendo.
Nicholas miró a Vane.
—¿Qué ibas a decir?
—Absolutamente nada —dijo Vane antes de dar un trago a su botella de cerveza.
Nicholas tenía una mala sensación acerca de esto.
Luther regresó con dos botellas de cerveza y se las alcanzó a Miley, quien pasó una de ellas a Nicholas.

Él la miró perplejo.
—¿No tienes sed? —le preguntó Miley.
—¿No nos dan vasos?
—Es cerveza, Nick, no champagne. Tómala. En serio, no muerde.
—Miley, no seas mala —la reprendió Bride—. Nicholas probablemente no está acostumbrado a la cerveza.
—Sí la bebo —dijo Nicholas, tomando la botella renuentemente—, pero no de este modo.
—¿Quieres ostras? —le preguntó Miley.
—No estoy seguro, luego de tu recordatorio bastante brusco de lo que son.
Miley se rió de él.
—Ubícanos, Luther, y que sigan viniendo hasta que me caiga.
Luther le sonrió.
—Creo que no tienes límite, Miley  Es una maravilla que nos quede algo para servir cuando te vas.
Miley se sentó en la banqueta junto a Bride y le indicó a Nicholas que tomara la que estaba frente a ella. Nicholas dejó su cerveza sobre el mostrador antes de obedecerla.
—Te ves tan incómodo aquí, Nicholas —dijo Bride dulcemente—. ¿Cómo diablos te convenció Miley de esto?
—Aún no estoy seguro.
—¿Han estado saliendo durante mucho tiempo? —preguntó Vane.
—No estamos saliendo, Vane —respondió Miley rápidamente—. Te lo dije, Nick sólo está haciéndome un favor.
—Como digas, Miley. Sólo espero que tu her…
Sus palabras fueron cortadas por Bride aclarándose la garganta.
—Miley sabe lo que está haciendo, Vane. ¿Verdad, Miley?
—Generalmente no, pero esto está bien. En serio.
Nicholas vendería su alma otra vez por una oportunidad de leer la mente de Vane.
—Vane, ¿puedo hablar contigo en privado?
Bride echó salsa Tabasco sobre una ostra.
—Abandona ese asiento, señor. Kattalakis, y estarás literalmente en la caseta del perro por el resto de la semana. De hecho, haré que tu hermano Fury te ataque y cambiaré la cerradura.
Vane se acobardó.
—Por mucho que me gustaría ayudarte, Nicholas, debes recordar que su padre vive de castrar perros, y entrenó bien a su hija. Creo que tendré que pasar.
Nicholas miró a Miley  quien estaba muy ocupada tomando una ostra de Luther. Se rehusaba a encontrar su mirada.
¿Qué sabía Vane que él ignoraba?

Se sentaron en la barra, con Miley y Bride conversando acerca de ropa, viejos amigos, y nada importante mientras ambos hombres estaban inquietos. El restaurante cerró a las diez, pero Luther les sirvió ostras otros quince minutos más.
—Gracias, Luther —dijo Miley . Realmente aprecio que no me hayas sacado corriendo.
—Siempre es un placer, Miley  Me agrada el modo en que aprecias mi servicio y mi comida, y debo decir que esto es mucho más fácil que alimentar que tu amiga Simi. Esa pequeña come como un demonio.
—Oh, no tienes idea.
Nicholas fue a pagar mientras Vane se quedaba con las mujeres. Una vez que pagaron la cuenta, Vane y Bride partieron hacia Royal mientras que él y Miley se dirigían a Bourbon.
—¿Listo para patrullar? —preguntó Miley.
—Te dejaré en tu…
—No voy a casa —dijo, interrumpiéndolo.
—¿Adónde vas?
—A cazar Daimons. Como tú.
—Eso no es seguro.
Ella se detuvo y lo miró furiosa.
—Sé lo que estoy haciendo.
—Lo sé —dijo él, con calma—. Tienes el espíritu y la fuerza de una Amazona. Pero realmente preferiría que no te mates a ti misma por algo que es mejor dejarnos a los que ya hemos muerto. A diferencia de ti, no tenemos a nadie que nos llore si perecemos.
Miley quedó desconcertada ante sus inesperadas palabras. Más que eso, estaba desconcertada por la preocupación que sentía de su parte. El dolor.
—¿Quién lloró por ti cuando falleciste? —preguntó, sin estar segura de por qué quería saberlo.
Él se detuvo, luego apartó la mirada.
—Oh, sí.
Tenía una espada larga y retráctil en la mano.
—El único problema es que si no tengo mangas largas, no puedo usar esto.
Miley contuvo la respiración ante la calidad de su arma.
—Muy buena pieza. ¿Es de Kell? —le preguntó.
Kell era un Dark Hunter apostado en Dallas, que construía muchas de las armas pesadas que usaban los Dark Hunters.
—No —dijo él, respirando profundamente—. Kell no trata con nadie de Roma.
—¿Perdón?
Él le quitó la espada.
—Él es de Dacia, y su gente guerreó contra la mía. Él y sus hermanos fueron capturados y llevados a Roma para ser gladiadores. Dos mil años más tarde, sigue bastante molesto con todos nosotros.
—Está bien, ya es suficiente. ¿Por qué Ash no hace que dejen de tratarlos como basura?
—¿Cómo puede detenerlos?
—¿Golpeándolos hasta que entiendan?
—No funcionaría. Mis hermanos y yo hemos aprendido a dejar a los demás en paz. Somos pocos y ni siquiera hay necesidad de discutir.
Miley gruñó.
—Bien, que se pudran todos, entonces.
Nicholas depositó su espada en el tocador y la dejó allí antes de salir.

Miley lo apartó rápidamente de las aceras, para que nadie más pudiese arrojarle un balde encima, y mantuvo su brazo enlazado con el de él.
—Sabes, no veo cómo puedes realizar tus tareas con Zarek disparándote al azar desde el Olimpo, y el resto de los perdedores en la calle buscándote para matarte.
—Aprendí rápidamente a evitar la calle Bourbon y dejar que la patrullen Talon, o ahora Jean-Luc, mientras que yo me ocupo de las áreas en que nadie conoce a Liam.
—¿Y Zarek?
Él no hizo ningún comentario.
Doblaron en la calle Dumaine. Ninguno de los dos hablaba. No habían ido muy lejos cuando Miley sintió una extraña sensación atravesándola.
—Daimons —susurró, inconsciente de haber hablado hasta que Nicholas la soltó.
Extrajo una daga de su bolsillo mientras giraba en la calle, como intentando atrapar un aroma.
No había nada.

Miley podía sentir la presencia maligna, pero tampoco podía localizarla con precisión.
Algo silbó antes de que un inesperado viento bailara en la calle. Traía el sonido de una risa débil y maníaca.
—Miley… —su sangre se heló ante el sonido de su nombre susurrado en la oscuridad—.Venimos por ti, pequeñita.
La risa hizo eco fuertemente, y entonces se desvaneció en la nada.
Aterrada, Miley no podía respirar.
—¿Dónde estás? —gritó Nicholas.
Nadie respondió.

Nicholas envolvió a Miley en sus brazos mientras se extendía con cada sentido que poseía, pero no pudo encontrar rastros de qué o quién había hablado.
—¿Miley?
Nicholas giró abruptamente ante el sonido de una voz directamente detrás de él.
No era un humano. Tampoco era un Daimon. Era un espíritu. Un fantasma.

Abrió su boca como para gritar, y luego se evaporó en una espeluznante bruma que pasó a través de ella, dejando su cuerpo completamente frío.
Era como si algo hubiese rozado su alma.
Nicholas podía sentir a Miley temblando, pero había que reconocer que no gritó ni perdió el control de sí misma.
—¿Se ha ido? —preguntó ella.
—Eso creo.
Al menos él ya no lo sentía.
—¿Qué era esa cosa? —preguntó, con un diminuto rastro de histeria en la voz.
—No estoy seguro. ¿Lo reconociste, o a la voz?
Ella sacudió la cabeza.
Un grito humano resonó.
Nicholas la soltó para poder correr hacia el sonido. Sabía que Miley estaba justo detrás de él, y se aseguró de mantenerla allí. Lo último que quería era dejarla atrás para que esa cosa la atacara.
No les tomó mucho tiempo llegar a la pequeña y oscura glorieta donde el grito se había originado.
Desgraciadamente, habían llegado demasiado tarde. Un cuerpo yacía en la calle, hecho un montón.
—Quédate atrás —le dijo a Miley mientras él avanzaba poco a poco.
Miley comenzó a discutir, pero realmente no quería ver lo que era evidente. Para ser sincera, había visto más cuerpos muertos de lo necesario.
Nicholas se arrodilló y buscó el pulso.
—Está muerto —dijo.
Miley se persignó y luego apartó la mirada. Mientras su vista recaía en el edificio, frunció el ceño. Allí, sobre el viejo y gastado ladrillo, había una anotación en griego hecha con sangre. Miley podía hablar el idioma, pero no podía leer las palabras en griego.
—¿Sabes lo que dice?
Nicholas levantó la vista. Su rostro se convirtió en piedra.
—Dice “Muerte a quienes se entrometen”.
En cuanto lo leyó, las palabras desaparecieron. Ella tragó con fuerza mientras una nueva ola de pánico la inundaba.
—¿Qué está sucediendo, Nick?
—No lo sé —dijo, antes de extraer su teléfono y llamar a Tate, el médico forense que era un viejo amigo de los Dark Hunters.
—Me sorprende que Tate hable contigo —dijo ella luego de que Nicholas colgó.
—No le agrado, pero luego que Ash tuvo una conversación con él, ha aprendido a tolerarme —Nicholas se unió a ella—. Será mejor que nos vayamos antes de que Tate llegue con la policía.
—Sí —dijo ella, sintiéndose descompuesta—. ¿Crees que deberíamos llamar a Ash y contarle lo que pasó?
—En realidad no sabemos lo que sucedió. No hubo tiempo suficiente como para que un Daimon lo matara y robara su alma.
—¿Y eso qué significa?
—¿Tú o tus hermanas han conjurado algo?
—¡No! —dijo ella indignada—. Sabemos lo que tenemos que hacer.
—Bueno, alguien parece tener tu número, Miley  y hasta que descubramos qué es, no creo que deba permitir que te apartes de mi vista.
Miley no podía estar más de acuerdo. Con toda sinceridad, no quería estar fuera de su vista. No si esa… cosa iba a regresar.
—Dime algo, Nick. ¿Los Dark Hunters son buenos contra los fantasmas?
—¿Sinceramente? —ella asintió—. Ni siquiera un poquito. De hecho, si no tenemos cuidado, podemos ser poseídos por ellos.
Ella quedó helada ante sus palabras.
—¿Me estás diciendo que si ese espectro regresa, podría apoderarse de ti?
Nicholas asintió.
—Y que dios te ayude a ti y al resto de esta ciudad si eso sucede.
________________________________________
GRACIAS POR COMENTAR DSKJFLDSJF

3 comentarios:

  1. ahh! me desmayo! jajaja :D es un placer comentar.... a pero yo quiero leer mas! jajaja.
    espero el proximo, no tardes :D

    ResponderEliminar
  2. wooow me encantaron los capitulo
    sube ya porfis el siguiente
    besos

    ResponderEliminar