viernes, 30 de agosto de 2013

Aferrate a la Noche - Cap: 16


No, no, no.
Ellos estaban muertos. Kyrian los había matado a todos.
Su pánico se triplicó mientras luchaba por incorporarse.
Estaba mareada, y su visión era borrosa mientras se obligaba a ponerse de pie.
Nicholas estaba al otro lado del callejón en microsegundos, mientras veía caer a la mujer.
El Daimon más alto, que medía lo mismo que Nicholas, rió.
—Qué agradable de parte de Acheron habernos enviado a un compañero de juegos.
Nicholas extrajo sus dos espadas retráctiles de su abrigo y extendió las cuchillas.
—Los juegos son para los niños y para los perros. Ahora que has identificado en qué categoría entras, te enseñaré lo que los romanos le hacen a los perros rabiosos.
Uno de los Daimons sonrió.
—¿Romanos? Mi padre siempre me dijo que todos los romanos mueren chillando como cerdos.
El Daimon atacó.
Nicholas lo esquivó y descendió su espada. El Daimon sacó una espada de la nada y evadió su ataque con una habilidad que revelaba a un hombre con años de entrenamiento.
Los demás Daimons atacaron a la vez.
Nicholas dejó caer sus espadas y estiró los brazos, soltando los garfios y las cuerdas que estaban atadas a sus muñecas. Los garfios fueron directos al pecho del Daimon más alto y del que estaba peleando contra él.

A diferencia de la mayoría de los Daimons, ellos no se desintegraron instantáneamente. Lo miraron fijamente, con los ojos vacíos, antes de estallar.
Pero mientras él estaba distraído con ellos, otro Daimon recuperó su espada y le cortó la espalda a través. Nicholas siseó de dolor antes de girar y darle un codazo en la cara al Daimon.
La mujer estaba de pie. Mató a dos más.
Nicholas no estaba seguro de lo que le había sucedido a los otros; a decir verdad, estaba teniendo un poco de problemas para moverse, por el violento dolor en su espalda.
—¡Muere, asqueroso Daimon! —le gruñó la mujer al instante de apuñalarlo en medio del pecho.
Extrajo la daga instantáneamente.
Nicholas siseó y se tambaleó hacia atrás mientras el dolor atravesaba su corazón. Se agarró el pecho, incapaz de pensar en otra cosa que en su agonía.
Miley se mordió el labio con terror mientras veía al hombre retroceder, y no convertirse en polvo.
—Oh, *beep* —susurró, apresurándose a ir a su lado—. Por favor, dime que eres algún jodido Dark Hunter y que no acabo de matar a un contador o a un abogado.
El hombre cayó con fuerza sobre la calle.
Miley lo hizo girar sobre su espalda y chequeó su respiración. Sus ojos estaban parcialmente abiertos, pero no hablaba. Mantenía la mandíbula firmemente cerrada mientras gruñía gravemente.
Aterrada, aún no estaba segura de a quién había apuñalado erróneamente. Con el corazón martilleando, subió el suéter de él para ver la desagradable puñalada en el centro de su pecho.
Y entonces vio lo que esperaba ver…
Tenía una marca de arco y flecha sobre su cadera derecha.
—Oh, gracias a dios —susurró mientras el alivio la inundaba.
De hecho era un Dark Hunter, y no un desafortunado humano.
Miley tomó su teléfono y llamó a Acheron para hacerle saber que uno de sus hombres había sido lastimado, pero él no contestaba.
Así que comenzó a marcar el número de su hermana Amanda, hasta que su sentido común regresó. Había sólo cuatro Dark Hunters en esta ciudad. Ash, quien los mandaba. Janice, a quien había conocido más temprano. El antiguo capitán pirata, Jean-Luc. Y…
Nicholas Magnus.
Él era el único Dark Hunter en Nueva Orleáns al que no conocía personalmente. Y era el enemigo mortal de su cuñado.
Apretó el botón de cancelar de su teléfono. Kyrian mataría a este hombre en un segundo y haría caer la furia de Artemisa sobre su cabeza. A cambio, la diosa mataría a Kyrian por eso, y era lo último que Miley quería. Su hermana moriría si algo le sucediera a su esposo.
Pensándolo mejor, si la mitad de lo que Kyrian había dicho acerca de este hombre y su familia fuese verdad, ella simplemente debería dejarlo allí para que muriera.
Pero Ash jamás le perdonaría que le hiciera eso a uno de sus hombres. Además, no podía dejarlo allí, ni siquiera ella era tan despiadada. Le gustara o no, él había salvado su vida y ella estaba obligada por honor a devolverle el favor.
Dando un respingo, se dio cuenta que tendría que ponerlo a salvo. Y él era un poco demasiado grande como para poder manejarlo sola. Marcó su teléfono de nuevo y esperó una respuesta que llegó en un lento y suave acento Cajun.
—Hey, Liam, soy Miley Devereaux. Estoy en el viejo patio de la calle Royal con un hombre herido y necesito ayuda. ¿Hay alguna posibilidad de que quieras ser mi caballero de brillante armadura esta noche, y le des una mano a una damisela en apuros?
La melosa risa de Liam Gautier resonó en su oído.
—Bueno, cher, sabes que vivo por esos momentos. Estaré allí enseguida.
—Gracias —dijo ella antes de darle la dirección precisa y colgar.
Siendo un nativo de Nueva Orleáns al igual que ella, Liam había sido un conocido suyo, ya que los dos frecuentaban muchos de los mismos restaurantes y clubes. Sin mencionar que Liam había llevado a algunas de sus novias a comprar algunos de los disfraces más picantes que Miley vendía en su boutique para adultos, La caja de Pandora.
Liam era un pícaro encantador, y tan apuesto como ningún otro hombre que hubiese visto. Tenía un cabello castaño oscuro que tendía a caer sobre un par de ojos que eran tan marrones y seductores que deberían ser ilegales.
Y cuando se trataba de su sonrisa…
Ni siquiera ella era totalmente inmune.
Se había sorprendido al enterarse en la boda de su hermana, tres años atrás, que Liam en realidad trabajaba para los no-muertos. Los rumores siempre habían abundado acerca de lo que Liam hacía para ganarse la vida. Cada nativo que rondaba el Barrio sabía que el hombre tenía toneladas de dinero y ningún trabajo real que alguien pudiese percibir. 

Cuando había aparecido como padrino de Kyrian, Miley había quedado completamente conmocionada.
Pero desde esa noche, Liam y ella habían forjado una extraña alianza como compañeros de tragos y cómplices de aventuras, que vivían para irritar a los Dark Hunters. Era realmente agradable tener a alguien con quien poder hablar, que sabía que los vampiros eran reales y que comprendía los peligros a los que ella se enfrentaba cada noche.
Miley se sentó en el camino empedrado esperando a Liam. Nicholas aún no se movía. Ella inclinó la cabeza para estudiar al gran Satanás de Kyrian. De acuerdo a su cuñado, Nicholas y su familia Romana habían sido la peor clase de bastardos.
Habían asesinado y violado a cualquiera que se atravesara en su camino mientras conducían sangrientas campañas a través del mundo antiguo. Ella hubiese tomado las difamaciones de Kyrian con reservas si no fuese por el hecho que los demás Dark Hunters estaban de acuerdo.
Por lo que ella sabía, a nadie le agradaba Nicholas.
A nadie.
Pero mientras lo observaba respirar ligeramente, no le parecía tan siniestro.
Probablemente porque estaba prácticamente muerto.

En realidad, ya estaba muerto. Pero aún respiraba. La luz de la luna proyectaba sombras sobre los apuestos planos de su rostro y mostraba las gotas en su ropa, en donde estaba sangrando. Si pudiese desangrarse hasta la muerte, ella sostendría una compresa contra su herida en el pecho, pero como no era así, se quedó quieta.
—¿Cómo moriste? —susurró.
—Gente, dejen a Miley en paz. Fui yo quien la unió a Nicholas.
—¿Por qué? —preguntaron Kyrian, Julian, y Amanda al unísono.
Ash se detuvo en el primer escalón para mirar agudamente a Miley.
—Miley, ¿cómo es tu hombre ideal?
—¿Sinceramente? —Ash asintió—. Tú —dijo, sin dudarlo—. Alguien alto, hermoso, excéntrico y gótico.
—¿Y qué piensas de Nicholas?
Miró vacilantemente a su hermana.
—Es insoportable, pero realmente me gusta.
Kyrian y Julian maldijeron.
—Miley… —dijo Amanda en tono de advertencia.
—No me digas así. Jesús, estoy cansada que todos salten sobre mí.
Miley descendió las escaleras y se dirigió hacia la puerta, para irse.
En cuanto la abrió, se encontró con Liam en los escalones, quien le sonrió antes de ingresar al vestíbulo. Pasó junto a ella antes que pudiera advertirle que Ash estaba en la casa…
Con Simi.
En blanco, Mileyse dio vuelta.
—¡Hey, Liam! —dijo Simi, con el rostro radiante mientras finalmente se alejaba bailando de Ash para saludar a Liam.
Miley se quedó helada de pavor.
Ella supo en el instante en que Ash se dio cuenta que Simi “conocía” a Liam. Su rostro se manchó de rojo por la furia.
Liam se quedó petrificado, y luego boquiabierto.
Simi parecía inconsciente del estrago que había causado.
—Liam —dijo, poniendo sus manos en la cadera mientras hacía pucheros—. ¿Por qué no te encontraste conmigo anoche, como dijiste que harías?

La boca de Liam se abrió y se cerró mientras Ash dejaba escapar un rugido de rabia. Tomó a Liam de la garganta y lo colgó contra la pared. Liam se golpeó tan fuerte que en realidad atravesó el yeso.
Miley se encogió en compasivo dolor mientras Liam luchaba por levantarse del polvo del yeso.
—No sabía que era tu novia, Ash —jadeó Liam—. Lo juro.
Los ojos plateados de Ash cambiaron a un brillante tono de rojo.
—Ella no es mi novia, im/bécil. Es mi hija.
Miley no hubiese pensado que fuera posible, pero Liam se puso aún más pálido.
—Pero ella es tan… tan joven… tú eres tan joven… —Liam tragó audiblemente—. Estoy tan jod/ido.
Los ojos de Ash parecían explotar en rojo y amarillo mientras golpeaba a Liam con tanta fuerza, que lo envió a más de cinco metros, hasta Kyrian.
Marissa comenzó a llorar, escaleras arriba.
—Amanda, atiende a tu bebé —gruñó Acheron en una voz que no era humana.
Era profunda y cavernosa. Espantosa.
Mientras estaba distraído, Miley corrió hacia Ash, pero él estiró la mano y ella se detuvo de repente como si una fuerza invisible la sostuviera.
—¡Akri! —chilló Simi—. ¡No!
Ash se movió hacia Liam, pero antes que pudiera dar más de dos pasos, Simi estaba de pie entre ellos.
Miley se encogió mientras Ash soltaba un grito angustiado.
—¡Jamás debías tener conocimiento carnal! —le dijo a su demonio.
Mientras el resto de ellos temía por sus vidas, Simi no estaba para nada perturbada por su furia.
—¿Por qué no? —preguntó Simi—. Todos los demás lo tienen.
Ash se pasó las manos por su cabello negro.
—Porque, maldita sea, Simi, ahora serás como todos los demás. Jamás tendré paz contigo.
Simi apretó el rostro como si eso fuese lo más desagradable que había oído jamás.
—Pooor favor, akri. Tienes una gran opinión de ti mismo. Eso es simplemente enfermo. Has estado pasando demasiado tiempo con esa vaca. ¡Blah! Quiero decir que, eres una persona bien parecida y todo eso, pero no eres ningún Travis Fimmel. Ahora, él sí está bien. Pero, sinceramente, a Simi no le agradó mucho todo ese empujar y sudar. Parece demasiado trabajo para una cantidad tan pequeña de placer. Personalmente, preferiría ir de compras. Es mucho más divertido y no tienes que bañarte después de hacerlo. Bueno, al menos no hasta que vas a algún sitio sucio, pero la mayoría de los centros comerciales son limpios en la actualidad.
Liam abrió la boca como para refutar sus palabras, pero Talon lo interrumpió, sacudiendo la cabeza.
—Niño —dijo Talon severamente—. Sé condenadamente feliz por apestar en la cama, y toma la salida que ella te está ofreciendo antes de perder tu vida.
—Sí, Liam —agregó Kyrian—. Mantén tu maldita boca cerrada.
Ignorándolos, Ash atrajo a Simi hacia sí y la sostuvo con fuerza, como si tuviera miedo de dejarla ir.
Cualquier fuerza invisible que estuviera sosteniendo a Miley la soltó. Respiró hondo mientras el mismo aire alrededor de ellos parecía asentarse.
Pero cuando Ash miró a Liam, sus ojos aún eran rojo resplandecientes.
—Estás muerto para mí, Gautier. Si fuera tú me suicidaría para salvarme del problema de hacerlo más tarde.
—¡Hey! —dijo Miley bruscamente mientras Ash se dirigía a la puerta—. Eso fue cruel.
—Apártate, Miley —gruñó Ash en advertencia—. Simi, regresa a mí.

El demonio se convirtió en una fina y negra bruma antes de apoyarse sobre el brazo de Ash y convertirse en un tatuaje en forma de dragón.
Ash salió inmediatamente de la casa de Kyrian. Sin dudarlo, Miley corrió detrás de él.
—¡Ash! —le gritó, haciéndolo detener en el camino de entrada—. ¿Qué estás haciendo?
—Yéndome antes de matar a Liam.
—No puedes culparlo exclusivamente a él.
—Y un demonio que puedo. Él se acostó con mi Simi.
—Bueno, si quieres odiar a alguien, ódiame a mí. Fui yo quien los dejó juntos, solos.
Los ojos de Ash le lanzaron fuego. Literalmente.
—Déjame, Miley. Ahora.
—No —dijo ella, resueltamente—. Si quieres lastimar a alguien por esto, entonces lastima a quien es verdaderamente responsable. Tú y Liam son mejores amigos. No pienses que no lo sé. Él te ama como a un hermano y acabas de aplastarlo.
—Él se acostó…
—Te escuché la primera vez. Y también sé lo mal que se sintió Liam cuando se enteró que Simi te pertenecía. Dime algo, Ash. ¿Por qué Liam no sabía acerca de ella?
Su mandíbula se endureció, furiosamente.
—No quería que ningún hombre supiera sobre ella. Sabía que llegaría el día en que ella… —dio un respingo, como si el pensamiento lo lastimara—. No comprendes.
—Tienes razón, no comprendo. No sé lo que te sucedió esta noche. No sé que está detrás de mí. No entiendo en qué diablos te convertiste hace unos minutos o porqué tus ojos están haciendo el aterrador baile de fuego ahora. ¿Qué eres? Porque ahora mismo, me pregunto si alguna vez fuiste humano.
Sus ojos destellaron del rojo al plateado.
—Fui humano, una vez —susurró.
—¿Y ahora?
—Ahora es momento de que los dos mueran.
Las espeluznantes y amenazantes palabras apenas sonaron antes de que algo caliente perforara el estómago de Miley.

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