viernes, 9 de agosto de 2013

Aferrate a la Noche - Cap: 7



Él frunció el ceño.
—Ese es el número de Ash.
—Sí, así es.
Su palidez ahora igualaba a la de Miley, mientras caía en la cuenta del verdadero horror de su situación.
—No nuestro Ash, como “Parthenopaeus Ash”, ¿cierto? —ella asintió sombriamente.
Liam se puso de todos colores mientras lo comprendía.
—Oh, dios, Miley, ¿por qué no me lo dijiste?
—Pensé que la conocías. Ella te conoce.
—No, jamás la había visto antes de anoche.
Liam se pasó una mano por el rostro mientras salía maldiciendo.
Miley sacudió la cabeza.
—Ash va a matarte.
—¡No te atrevas a decirle! —dijo Liam bruscamente.
—No voy a hacerlo. Pero, ¿qué pasa si Simi…?
—Lo llamaré y le diré que necesito hablar con él. Le confesaré…
—Liam, va a matarte. Ama a Simi, y quiero decir que realmente ama a Simi. Jamás te perdonará por esto. Tendrás suerte si sales de esta con todas las extremidades unidas.

Liam no podía creer lo que estaba escuchando. Había habido varias ocasiones en los últimos años en que Ash había insinuado que tenía una novia, y Liam se había burlado de él por eso.
Lo último que hubiese esperado era conocer a la novia de Ash en el Barrio, sin él.

Oh, Dios, esto no podía estar sucediendo. ¿Cómo podía haberse acostado con la novia de su mejor amigo? ¿Por qué Simi no le había dicho? Si, como Miley decía, Simi sabía quién era él, ¿por qué habría hecho una cosa semejante?
—¿Está peleada con Ash? —preguntó, esperando, rogando que fuera una posibilidad.
—No, Liam. No eres tan afortunado.
Él maldijo nuevamente.
—Tengo que contarle —le dijo a Miley . No seré un cobarde. Se lo debo.
—Entonces será mejor que te asegures de pasar por la Catedral de St. Louis y confesarte antes de hacerlo.
Liam se enfadó, incapaz de creer en lo que se había metido. Debería haber sabido que Simi era demasiado buena para ser real. Había sido muy divertida y, a decir verdad, él realmente esperaba verla de nuevo.
Miley tenía razón. Era hombre muerto.
—Hey, Miley —dijo Marla mientras asomaba la cabeza en la tienda—. Nicholas está levantado y duchándose en el baño.
Liam se quedó boquiabierto y luego la miró con furia.
—¿Nicholas?
—Sh —le dijo ella bruscamente.
Él no se dio por aludido.
—¿Nicholas, el Nicholas”, el im/bécil? ¿Qué diablos hace aún aquí, Miley?
—No es asunto tuyo.
Su furia explotó al escucharla.
—Oh, sí, claro. Discúlpame, pero entre nosotros dos… —se detuvo mientras pensaba lo que iba a decir, entonces lo reconsideró—. Está bien, aún estoy más jod/ido que tú, pero tú estás seriamente jod/ida. Amanda te arrancará el corazón si se entera.
Miley se volvió hacia él con los ojos destellando ira.
—Entonces, ayúdame, Liam; dices una sola palabra de esto y marcaré el discado rápido de mi teléfono, directo con Ash.
Él levantó las manos, en señal de rendición.
—Trato. Pero será mejor que saques a ese idi/ota romano de aquí.
Miley señaló la puerta.
—Adiós, Señor Gautier.
Él se puso los anteojos de sol.
—Hasta luego, Señorita Devereaux.

Miley se frotó la cara con las manos mientras pensaba en lo horroroso que era este día, y que no estaba siquiera cerca de terminar.
Exasperada, fue hacia la puerta que conducía a su apartamento. Escuchó a Nicholas arriba, en la ducha.
Miley se adelantó y llamó para que llevaran una pizza, en caso que él tuviera hambre.
Para el momento en que estaba listo y vestido, llegó la pizza. Miley la pagó y la depositó sobre la mesa mientras esperaba que Nicholas bajara.
Aún tenía una sensación horrible en el estómago.
—Realmente tendría que haber un botón para rehacer los días que apestan tanto como este —murmuró mientras colocaba dos platos de papel.
Nicholas estaba prendiendo el último botón de su camisa mientras bajaba las escaleras, buscando a Miley  Ella estaba parada de espaldas a él.
Se detuvo en las escaleras para admirarla. Estaba reclinada sobre la mesa, regalándole una agradable visión de su trasero. Una pequeña sonrisa jugueteó en el borde de sus labios mientras recordaba cómo se había visto ese trasero la noche anterior, desnudo contra él mientras ella bailaba en la habitación.
Se puso duro instantáneamente.

Controlando un poco a su traicionero cuerpo, entró a la sala, y frunció el ceño al ver la enorme caja blanca sobre la mesa de la cocina. Olía bien, pero…
—¿Qué es eso? —le preguntó.
—Pizza —dijo ella, girando para enfrentarlo. Él frunció el ceño con asco—. Oh, vamos —dijo Miley irritablemente—. Es italiana.
—Es pizza.
—¿Alguna vez comiste pizza?
—No.
—Entonces siéntate y cállate mientras busco un poco de vino. Te gustará, lo prometo. Fue hecha a mano por un italiano llamado Bubba.
Nicholas arqueó una ceja, dudando de sus palabras.
—No hay italianos llamados Bubba.
—Claro que sí —dijo ella insolentemente—. Es más italiano que Nicholas. Al menos el nombre de Bubba realmente termina en una vocal.

Nicholas abrió la boca para contradecirla, y entonces se detuvo. No había modo de razonar con Miley cuando estaba con ese humor impertinente.
—¿Estás malhumorada porque no dormiste lo suficiente o porque deseas que me vaya?
—No dormí lo suficiente y, si sabes lo que es bueno para ti, te sentarás y comerás —fue hacia la cocina. Nicholas no la escuchó. La siguió, la levantó y se la echó sobre el hombro—. ¿Qué estás haciendo? —preguntó ella, en tono enojado.
Él la sentó en una silla y apoyó las manos en sus brazos para que quedara atrapada allí.
—Buenas noches, Miley  Estoy bien esta noche. ¿Cómo estás tú?
—Enojada contigo.
—Lamento oír eso —dijo él, levantando una mano para acariciarle la mejilla—. Desperté debido a tu olor en mi piel y debo decir que eso me puso de un humor bastante bueno, que no quiero que destruyas.

Miley se derritió ante esas palabras, y la tierna expresión en su rostro. Sin mencionar que el aroma fresco y limpio de la piel de Nicholas podía deshacer incluso el peor humor imaginable. Sus labios estaban tan cerca de los de ella que ya podía saborearlos.
Y esos ojos oscuros…
Eran seductores.
—Realmente sabes cómo ser exasperante, ¿verdad? —le preguntó. Se obligó a apartar su ira, y le ofreció una sonrisa—. Está bien, seré agradable.
Atrajo la cabeza de Nicholas a la suya para poder besarlo.
Apenas estaba metiéndose en el beso cuando sonó su teléfono. Maldiciendo ante la mala coordinación, se levantó a atender.
Era Amanda. Otra vez.
Miley no estaba prestando atención a su hermana realmente, mientras divagaba acerca de Marissa y Kyrian, y de otro sueño que había tenido.
Al menos no hasta que mencionó a Desiderius y a ella.
—¿Qué? —dijo, forzándose a no mirar a Nicholas, quien estaba pinchando la pizza como si fuese un ovni.
—Dije que estoy asustada, Miley  Realmente asustada. Durante la siesta soñé que Kyrian y yo éramos asesinados por Desiderius.

Miley colgó el teléfono, aterrada. Jamás había escuchado tanto temor en la voz de Amanda. Peor aún, conocía los poderes de su hermana… si Amanda había anticipado su propia muerte…
Sin vacilar, Miley llamó a Acheron.
—Hola, Ash —dijo, notando el modo en que la atención de Nicholas pasaba de la pizza a ella—. Tengo un problema. Amanda acaba de llamarme, y dijo que había soñado con su propia muerte, y anoche me crucé con algo verdaderamente horripilante. Era…
Ash apareció ante ella.
—¿Qué? —preguntó.
Miley se quedó helada un segundo, al darse cuenta de lo que Ash había hecho. Era realmente terrorífico a veces.
Colgó el teléfono y repitió todo otra vez, incluyendo detalles acerca del fantasma que habían visto la noche anterior.

Ash tenía una mirada remota en los ojos, inclinando la cabeza como si estuviera escuchando a alguien.
—¿Puedes ver su muerte? —le preguntó ella.
Ash se quedó allí de pie, con el corazón latiendo salvajemente mientras intentaba aclarar la bruma que rodeaba el futuro de Amanda y de Kyrian.
No veía nada.
No escuchaba nada.

Demonios. Por eso es que siempre hacía lo posible por no dejar que nadie se acercara demasiado a él. Cada vez que se permitía que alguien le importara o formara parte de su propio futuro, no podía ver sus destinos.
No había nada excepto oscuridad en lo que concernía a Kyrian y Amanda, y odiaba eso más que nada.
—Háblame, Ash.
Miró a Miley  escuchó y sintió el miedo y el pánico en su mente. Los pensamientos que divagaban, mientras buscaba un consuelo que él no podía darle.
Incluso el futuro de ella estaba prohibido para él ahora.
—Su destino era ser feliz —dijo con calma.
Pero la palabra clave de esa frase era “era”. El libre albedrío podía, y con frecuencia lo hacía, alterar el destino.
¿Qué había cambiado?
Algo era, y Amanda debía haberlo vislumbrado en su sueño.
Confiaba lo suficiente en los poderes de Amanda como para no dudar de ella. Si había anticipado sus muertes, entonces era una consecuencia probable, a menos que él pudiera encontrar la causa y cambiarla antes que fuera demasiado tarde.
Ash cerró los ojos y se permitió sentir las mentes de los humanos. Buscó lo que posiblemente podría cambiar el destino de Amanda, pero no encontró nada.
Nada.
¡Maldita fuera!

Nicholas estaba detrás de él ahora. Ash dio un paso al costado para no darle la espalda al romano.
—Dime exactamente qué sucedió anoche —le dijo Ash a Miley.
Miley relató toda la escena con el fantasma mientras Nicholas agregaba algunos detalles.
—¡Urian! —llamó Ash, convocando a su contacto Spathi.
Miley frunció el ceño. Ash estaba actuando de un modo muy extraño, y podía sentir su preocupación.
—¿Quién es Urian?
Antes que completara la pregunta, otro hombre alto e increíblemente apuesto apareció en su cocina. 

Estaba vestido con pantalones de cuero negro y una camisa negra, y tenía el cabello rubio muy claro y ojos azules.
No parecía nada complacido mientras entrecerraba esos ojos celestes mirando a Ash.
—No uses ese tono conmigo, Ash. No me importa quién eres, no me agrada.
—Te guste o no, necesito saber qué están haciendo los Spathis. Más precisamente, necesito saber si Desiderius ha regresado al campo de juego.
El horror inundó a Miley.
Urian frunció el labio.
—¿Por qué estás preocupado por él? Des es un joven sin experiencia.
—Desiderius está muerto —dijo Miley enfáticamente—. Kyrian lo mató.
Urian se burló.
—Sí, y yo soy el Conejo de Pascuas… ¿no ves mi cola esponjosa? Uno no mata tan simplemente a los Spathi, pequeña. Lo único que haces es ponerlo fuera de combate por un tiempo.
—¡Mie/rda! —dijo Miley bruscamente.
—No, Miley —dijo Ash, suavizando su voz—. La esencia de Desiderius ha sido liberada. Pero si uno de sus hermanos o hijos decide traerlo de regreso, podrían. No es fácil de hacer, pero es posible.
Estaba espantada que Ash les hubiera ocultado algo tan importante.
—¿Por qué nunca nos dijiste eso?
—Porque tenía la esperanza que no sucediera.
—¿Tenías la esperanza? —chilló Miley . Por favor, dime que no estabas depositando la vida de mi hermana y la de Kyrian en una esperanza —Ash no respondió. Mientras tanto, el verdadero significado de los últimos días cayó completamente sobre ella—. Entonces realmente eran Spathis con los que luché la noche que conocí a Nicholas.
Urian se mofó.
—Confía en mí, pequeña, debes haberte enfrentado a los neófitos. Si hubiesen sido verdaderos Spathis, ambos estarían muertos ahora.
Su arrogancia estaba comenzando a irritarla seriamente. De cualquier modo, ¿quién era este idi/ota?
—¿Cómo sabes tanto sobre ellos, Doctor Intelecto?
—Solía ser uno.

Con su furia saltando, Miley fue hacia él.
Ash la atrapó y la sostuvo. La levantó del piso. Miley pateó y maldijo mientras luchaba por alcanzar a Urian, que la miraba con una sonrisa afectada.
—Basta, Miley —le dijo Ash al oído—. Urian está de nuestro lado ahora. Créeme, ha pagado por su alianza con el otro lado más de lo que podrás saber en toda tu vida.
Sí, claro.
—¿Cómo pudiste traer a un Daimon a mi casa luego de lo que me hicieron? ¿De lo que le hicieron a mi familia? —exigió saber.
—Oh, ya no soy un Daimon, pequeña —dijo Urian, con los ojos brillando peligrosamente—. Si lo fuera…
—Estarías muerto —dijo Nicholas, interrumpiéndolo con un tono siniestro—. Por mi mano.
Urian rió.
—Sí, claro —miró a Ash—. La arrogancia de tus Hunters en verdad no tiene límites. Deberías pasar más tiempo educándolos acerca de nosotros, Ash.
Ash soltó a Miley, y luego le habló a Urian.
—Necesito que vayas y averigües qué está pasando. ¿Queda alguno que aún pueda serte leal?
El Daimon se encogió de hombros.
—Probablemente pueda desenterrar uno o dos lacayos. Pero… —la mirada de Urian fue hacia Miley . Si Des realmente regresó, querrá terminar lo que comenzó. Que los dioses los ayuden si ha sido reencarnado. Las cosas se pondrán sangrientas en Nueva Orleáns.
—¿Quién querría traer de regreso a ese monstruo? —preguntó Miley.
—Sus hijos —dijeron Urian y Ash simultáneamente.
Miley aún no podía creer lo que estaba escuchando. Pero mientras hervía de cólera, el rostro de Urian finalmente pareció compasivo.
Perseguido.
Cuando habló, la arrogancia había desaparecido de su voz.
—Confía en mí, es difícil olvidar la lealtad que sientes hacia un padre que te salvó de morir una muerte horrible a los veintisiete años.
Algo en su tono decía que hablaba por experiencia propia.
—¿Tu lealtad está con tu padre? —le preguntó ella.
El rostro de Urian se convirtió en piedra.
—Hubiese hecho cualquier cosa por mi padre, hasta el día que me mató y me quitó lo único que significaba más para mí que mi vida. Cualquier vínculo que sintiera con ese hombre fue destruido instantáneamente —miró a Ash—. Veré qué puedo descubrir.
Una bruma anaranjada brillante tragó a Urian un instante antes que desapareciera de su cocina. Aún entonces, su malevolencia se aferraba al aire alrededor de ellos.
—Diablos —murmuró Ash—. Urian y su histrionismo. Tengo que recordarle que deje la pirotecnia cuando va y viene.
—Ese es un hombre enojado —dijo Miley.

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