martes, 20 de agosto de 2013

Aferrate a la Noche - Cap: 14


Muchos de los clientes fijos conocían de vista a Miley.
—Hola, Vlad —dijo Miley a un hombre alto y demacrado, con la piel tan pálida que era translúcida.
Vestía una camisa blanca con volados, una chaqueta de smoking de terciopelo rojo sangre y pantalones negros. Su largo cabello negro colgaba alrededor de su rostro enjuto, y sus ojos estaban cubiertos por un par de anteojos de sol redondos.
—Buenas noches, Miley —dijo el hombre, antes de sonreír para mostrarle a Nicholas un par de colmillos.

Los saludó con un trago de brandy que parecía que contenía sangre. Sus sentidos de Dark Hunter le dijeron a Nicholas que era vodka rojo. Los largos y delgados dedos de Vlad estaban cubiertos por garras de plata.
Nicholas sintió la necesidad de reír y mostrarle al hombre su propio par de colmillos reales, pero se contuvo.
—Vlad es un vampiro del siglo XV —le dijo ella a Nicholas.
—Hijo de Vlad Tepes y nombrado por mi estimado padre —explicó Vlad en un simulado acento de Transilvania.
—¿De veras? —dijo Nicholas—. Eso me parece fascinante, ya que el único hijo varón de Vlad, Radu, fue asesinado por los Turcos cuando tenía dieciocho años. El único sobreviviente de Vlad fue una hija, Esperetta, que ahora vive en Miami.
“Vlad” puso los ojos en blanco.
—En serio, Miley, ¿dónde encuentras a esta gente?
Nicholas rió mientras el falso vampiro se alejaba.
Miley se unió a él.
—En serio —dijo, calmándose—. ¿Hay algo de verdad en toda esa porquería que acabas de largar?
Él asintió.
—Pregúntale a Ash. El esposo de Retta fue convertido en Dark Hunter por 1480, eso creo, y ella lo siguió. Su esposo es uno de los pocos Dark Hunters que me habla en un tono civilizado.
—¡Genial! —Miley se quedó atrás mientras otra princesa gótica pasaba entre ellos. Señaló una escalera con la cabeza—. Hay tres bares aquí, y un área llamada Library. Los Daimons generalmente se encuentran rondando el Library o el Sound BarÀ. Los otros dos son el Main Bary el Afrodita. Oh, y probablemente debería advertirte que Eros y Psyche tienden a frecuentar el bar Afrodita también, así que seguramente quieras dejarme ese a mí, en caso que aparezcan.
—¡Hey, Miley  —dijo una rubia regordeta mientras agarraba a Miley en un avasallador abrazo—. ¿Has visto algún vampiro esta noche?
—Hola, Carly —dijo ella, echando una mirada divertida a Nicholas—. Esta noche, no. ¿Por qué?
—Bueno, si encuentras uno, envíalo hacia mí. Estoy preparada para ser mordida y convertida en inmortal.

Miley puso los ojos en blanco.
—Ya te dije que no pueden hacer eso. Es un mito de Hollywood.
—Sí, bueno, quiero ser mitificada. Así que, si encuentras uno, dile que estoy en la Biblioteca, esperando.
—Está bien —dijo ella, asintiendo—. Lo haré.
—Gracias, muñeca.
Nicholas se frotó la ceja mientras la mujer rubia los abandonaba.
—Conoces a mucha gente interesante.
Miley se rió de él.
—Eso lo dice alguien que recibe órdenes de un hombre que ha estado en la tierra durante casi doce mil años, sin mencionar que en realidad conoces a la hija del Conde Drácula. No quiero escuchar eso de ti, compañero.
Tenía un punto por eso.
—¿Podrías relajarte? —ella le levantó el cuello del abrigo antes de desatar y comenzar a desordenar su cabello.
—¿Qué estás haciendo?
—Intentando hacer que te mezcles. Ciertamente ayudaría que no te vieras como si estuvieses estreñido ahora mismo.
—¿Perdón?
—Vamos —dijo ella, pasando la mano sobre su boca mientras intentaba suavizarla—. Deja de fruncir el labio y de verte como si tuvieses miedo de contagiarte algo. No es que puedas morir, o algo así.
—Eres tú quien debería estar preocupada.
Ella le hizo un sonido rudo.
—Esto lo dice un hombre cuya cultura en realidad inventó la bulimia. Dime, ¿cuántas veces visitaste el viejo vomitorium?
—No todos hacíamos eso, gracias.
—Sí, claro.
Se apartó.
Nicholas apresuró el paso para alcanzarla. Lo último que deseaba era quedarse solo con la rareza de la gente que estaba reunida en este sitio. Claro, no podía lastimarlo pero, sin embargo, eran perturbadores. No podía imaginar por qué Acheron prefería “pasar el tiempo” en un lugar como este. Era tan bullicioso que no podía escuchar sus propios pensamientos. Las luces causaban estragos a su vista, y la decoración de esqueletos y murciélagos…
Simplemente no era un sitio donde pasaría su tiempo libre, si tuviese alguna opción en ese aspecto.

Pero Miley se mezclaba con un extraño tipo de conformidad. Este era su ambiente. Su gente y su cultura.
No había nada rígido en nadie aquí.
Ella lo condujo hacia la pista de baile, donde fue saludada por una mujer con un mohawk extremadamente alto y azul eléctrico.
Nicholas observó con horror cómo Miley corría a través de la pista para bailar con la mujer, y lo que parecía ser un hombre vestido en plástico brillante, que estaba sostenido a su cuerpo por enormes hebillas plateadas. Los ojos y labios del hombre estaban pintados de negro y su cabello se veía como si jamás hubiese sido cepillado.

Miley no parecía notarlo, mientras se balanceaba con la bulliciosa y aplastante música. Era tan adorable.
No le importaba quién la observara. No había cosas tales como el decoro o reglas que la reprimieran.
Simplemente era ella.
Y él la amaba por eso.
Riendo por algo que el hombre había dicho, descendió rápidamente hacia el suelo, y luego ascendió con un flexible ritmo que encendió más fantasías de las que Nicholas hubiera creído posible. Cada parte masculina en él estaba consciente de ella. Consciente de la suavidad de su rostro, del modo en que las luces volvían su piel luminiscente.
El modo en que su cuerpo se movía como líquido ante el martilleante sonido.
Entonces Miley lo miró. En el instante en que sus ojos azules se encontraron con los de él, su entrepierna dio un tirón, con una necesaria anticipación.
Sonriendo, ella dobló el dedo, indicándole que se acercara.
Nicholas en realidad dio un paso adelante antes de poder detenerse. Bailar no era algo que hiciera en público. Como romano, su padre había pensado que era burdo y bajo, y le había prohibido a todos tomar parte de eso. Como Dark Hunter, jamás había pensado en aprender.
Renuente a avergonzarla frente a sus amigos, dio un paso atrás.
Miley se detuvo, y luego dijo algo al hombre y a la mujer. Besó al hombre en la mejilla y abrazó a la mujer, entonces se unió a él.
—Déjame adivinar, ¿los romanos no tienen ritmo?
—Ninguno que desee compartir.
La sonrisa de Miley se amplió aún más.
—Pondría eso a prueba, pero habiéndote visto bailar, yo… —su voz se fue desvaneciendo mientras su mirada pasaba por encima del hombro de él.
Nicholas giró la cabeza para ver lo que la había paralizado. Divisó a los Daimons instantáneamente.
Había cinco de ellos.
Y se encaminaban hacia la salida con un pequeño grupo de mujeres.

Miley fue hacia los Daimons sin pensarlo, hasta que Nicholas la hizo detener.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó, indignada.
—Es una trampa.
Ella lo miró con el ceño fruncido.
—¿Qué?
Había una expresión extraña en el rostro de Nicholas, mientras apretaba con más fuerza su brazo.
—¿No puedes sentirlo? Incluso sin poderes, puedo sentir esto.
—No, y si no salimos, matarán a esas personas.
Ella intentó zafar su brazo, pero él la sostuvo con fuerza.
—Miley, escúchame. Esto no está bien. Los Daimons jamás son tan atrevidos, y tenían que saber que yo estaba aquí.
Él tenía razón. Era demasiado obvio. Nicholas resaltaba en esta multitud como la luz del sol en la oscuridad.
—Entonces, ¿qué sugieres que hagamos? ¿Permitir que alguien inocente muera?
—No. Quédate aquí y yo iré.
—Mier…
—Miley —le dijo él con brusquedad, con sus ojos negros quemándola—. Soy inmortal. Tú no. A menos que uno de ellos esgrima un hacha, no pueden lastimarme demasiado. Sin importar qué me hagan, sobreviviré. Tú podrías no hacerlo.
Miley quería discutir con él, pero sabía que tenía razón. Sin mencionar que podía sentir en su interior que estaba siendo sincero. No era un acto de “macho” para probar que era superior a ella.
Estaba preocupado por su seguridad, y si estaba preocupado por ella, no podría luchar con la mente clara.
—Está bien —dijo ella—. Ve, e intentaré no seguirte.
La mandíbula de Nicholas tembló.
—Por mi bien, por favor, haz más que intentar. Lógralo.
La soltó y antes que ella pudiera parpadear, había desaparecido de su vista.
Nicholas corrió a través de la multitud, detrás de los Daimons. Se detuvo en la entrada lo suficiente como para pedirle a Ty que mantuviera a Miley en el bar, por su seguridad. No estaba seguro si el hombre lo ayudaría con eso o no, pero si al menos Ty podía retenerla un poco, quizás le daría el tiempo suficiente como para matar a los Daimons antes de que ella llegase y se pusiera en peligro.
Luego de abandonar el bar, vaciló en la calle. La bulliciosa música aún sonaba en sus oídos. Pero aún así, podía sentir a los Daimons…
Al final de la calle, dobló por Royal y fue en la dirección por la que estaba seguro que habían desaparecido. Los Daimons estaban moviéndose rápido, llevándolo hacia la oscuridad.
A menos que estuviera equivocado, lo cual era muy poco probable, había un gran grupo de ellos.
Comenzó a caminar más despacio mientras se acercaba a la calle St. Louis y doblaba allí. No había ido muy lejos cuando se encontró con un portón apenas entreabierto.
Estaban dentro. Tranquilos y quietos.
Esperando.
¿Ya habían matado a los humanos?
Extrayendo una daga, y sosteniéndola de tal modo que la hoja estuviese en línea con su antebrazo mientras el puño descansaba letalmente en su palma, abrió más la puerta, cuidando de no hacer ni un solo sonido mientras entraba al patio negro como boca de lobo.
Era una noche sin luna, y a diferencia de la mayor parte de Nueva Orleáns, no había luces allí. Anduvo por el costado del edificio, sabiendo exactamente qué esperar.

Los Daimons estaban al acecho.
Podía escuchar a alguien chasqueando la lengua.
—Ha pasado mucho tiempo desde que me enfrenté a un Dark Hunter verdaderamente inteligente. Este ya sabe que estamos aquí.
Nicholas dio la vuelta a los matorrales para encontrar a un grupo de nueve Daimons esperando en el patio. Las mujeres que había pensado eran humanas, no lo eran.
Tenían colmillos.
Demonios.
Nicholas se enderezó hasta su completa e imperiosa estatura, y arqueó una ceja al grupo.
—Bueno, cuando uno envía una llamada cósmica, asumo que desea que la respondan.
Una lenta sonrisa se extendió por los labios del Daimon que había hablado, mientras se movía lentamente en medio del grupo, para poder pararse frente a Nicholas. Apenas más bajo, el Daimon tenía una esbelta estructura y, como todos los de su especie, era perfecto en su forma masculina.
—La llamada no era para ti —el Daimon suspiró con fastidio. Evidentemente irritado, miró al grupo detrás de él—. Creí haberles dicho que sacaran a la mujer, no al Dark Hunter.
—Lo intentamos, Desiderius —dijo una de las mujeres—. Ella se quedó atrás.
Nicholas se puso furioso ante el nombre del Daimon que había marcado el rostro de Miley  Quería hacerlo pedazos, pero sabía que no le convenía delatar a Miley o a sí mismo actuando como si ella fuese especial para él.
Si hubiera mantenido la compostura la noche en que sus hermanos lo habían matado, hubiesen dejado a Agrippina en paz. No iba a sacrificar a Miley innecesariamente.
Desiderius frunció el ceño.
—¿Miley Devereaux se quedó atrás?
—El Dark Hunter le dijo que lo hiciera —agregó otro Daimon—. Los escuché.
—Interesante —Desiderius giró para enfrentarlo—. Me resulta difícil imaginar que Miley le hiciera caso a alguien. Debes ser especial, en efecto.
—Ella no pensó que fuesen una amenaza —dijo Nicholas impasiblemente—. No valían su tiempo —bostezó mientras los miraba—. No más de lo que valen el mío —el Daimon se movió para golpearlo. Nicholas atrapó su brazo, giró, y le dio un codazo en la garganta. Desiderius se tambaleó hacia atrás, maldiciendo—. Sé todo sobre los griegos y sus trucos —refunfuñó mientras aferraba el cuello de Desiderius con un puño y lo arrojaba a la calle—. Más que nada, sé matarlos.
Antes que pudiera mover su daga y matar a Desiderius, los otros se treparon a él. Uno lo tomó de atrás mientras que una de las mujeres se acercaba a apuñalarlo con una larga daga de aspecto cruel.

La pateó y luego giró para hacer frente a los que estaban detrás de él. Uno de los Daimons le pegó en la cara. Nicholas hizo rechinar sus dientes mientras el dolor explotaba en su mejilla, hacia su nariz, y sentía la sangre.
Pero el dolor no era nada nuevo para él. Como mortal, había estado familiarizado con las palizas y el sufrimiento.
Nicholas devolvió el golpe y puso al Daimon de rodillas.
De la nada, un rayo divino lo golpeó con fuerza en el centro del pecho. Lo levantó del suelo y lo arrojó contra la pared de ladrillos que tenía detrás. Nicholas no podía respirar. Intentó mantenerse en pie, pero la total agonía se impuso a su deseo, y cayó al piso.
—Duele, ¿verdad? —dijo Desiderius—. Fue un don que heredé de mi padre —Desiderius se inclinó y aferró la mano derecha de Nicholas para estudiar su anillo de sello romano—. Esto es algo que también encuentro interesante. Un romano en Nueva Orleáns. Kyrian de Tracia debe amarte realmente.
Nicholas lo miró con furia mientras se forzaba a darse vuelta.
Apenas se había movido cuando Desiderius lo golpeó con otro horroroso relámpago.
—¿Qué haremos con él? —preguntó una de las mujeres.
Desiderius rió una vez más, luego lo sujetó.
Pero fue Nicholas quien rió con más fuerza mientras pateaba al Daimon y se quitaba de encima el dolor.
Atrapó a Desiderius y lo arrojó contra la pared, donde rebotó con un golpe seco.
—La pregunta no es qué harán conmigo. Es que haré yo con ustedes.
Miley ya no soportaba esperar más. Pero tampoco era completamente est/úpida. Extrayendo su teléfono celular, llamó a Acheron, quien respondió al primer timbre.
—Hola, Miley —dijo riendo—, el número de Nicholas es 204-555-6239.
—Realmente odio cuando haces eso, Ash.
—¿Sabes qué odiarás aún más?
—No puedo imaginarlo.
—Date vuelta.
Lo hizo, y lo encontró de pie al otro lado del bar. Con más de dos metros de altura, y vistiendo un par de altas botas góticas que le agregaban unos buenos siete centímetros y medio, era imposible de pasar por alto.

A pesar de lo que él había dicho, Miley sintió una ola de alivio al verlo allí. Colgando el teléfono, cruzó el salón para unírsele.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Sabía que saldrías a buscar a Nicholas y estoy aquí para ir contigo.
—Entonces tú también piensas que está en problemas.
—Sé que lo está. Vamos.
Miley no le pidió que se explicara. Sabía que no le convenía. Acheron Parthenopaeus raramente respondía algo. Vivía la vida en sus propios términos y era espeluznantemente callado acerca de todo.
Ash encabezó el camino fuera del club y hacia la calle. Miley no sabía adónde se dirigían, pero él parecía saberlo instintivamente.
—Tengo una sensación muy mala —le dijo a Ash mientras prácticamente corrían por la calle.
—También yo —dijo él, agachándose para pasar por un portón abierto.
Miley lo siguió dentro, luego se detuvo mientras observaba la cosa más increíble que había visto en su vida.
Nicholas luchando. Sostenía una espada en cada mano mientras mantenía alejados a cuatro Daimons que arremetían contra él y esquivaban sus ataques con una consumada habilidad propia. Era fluido, violento, y morbosamente hermoso.

Girando sobre sí mismo, Nicholas atrapó a uno de los rubios Daimons con un gancho que desgarró su pecho, perforando el punto negro sobre su corazón, donde estaban reunidas las almas humanas. Hizo que el Daimon explotara en un polvo dorado.
Ash se unió a la pelea atrapando a dos de los Daimons con un palo. Los apartó de Nicholas, permitiendo que el romano se concentrara en el otro Daimon.
Miley dio un paso atrás, sólo para sentir algo frío y maligno rozándola.
—Predecible —dijo la siniestra e inolvidable voz otra vez.
Un destello de algo chisporroteó junto a ella, dirigido a Acheron.

En un momento Ash estaba perforando a un Daimon con su palo, y en el siguiente estaba de rodillas, mientras Nicholas mataba a su propio Daimon.
El segundo Daimon con el que Ash había estado peleando se acercó para apuñalarlo, sólo para que su golpe fuese interceptado por Nicholas, quien pateó al Daimon y luego lo mató.
Miley corrió hacia Ash, que estaba en el suelo, siseando mientras sostenía su brazo como si estuviera quebrado.
—Simi —jadeó—. Forma humana. ¡Ahora!
El enorme tatuaje de dragón en el antebrazo de Ash se despegó de la piel y formó una sombra rojo oscura que rápidamente se transformó en la demonio que Miley tan bien conocía.
—¿Akri? —preguntó Simi mientras atrapaba la cabeza de Ash—. Akri, ¿qué te duele?
Miley se arrodilló junto a ellos e intentó ver el brazo de Ash. Se estaba convirtiendo en piedra, literalmente, sólo que no se endurecía. Su piel se estaba volviendo de un color blanco-grisáceo, y se extendía por su brazo, hacia el hombro.
Con el rostro golpeado por la pelea, Nicholas cayó de rodillas al otro lado de Ash.
—¿Qué es eso?
Ash se retorció como si estuviera en llamas.
—Simi… Akra… Thea Kalosis. Biazomai, biazomai.
Miley vio la expresión aterrorizada en el rostro de Simi antes de que la demonio se desvaneciera.
—¿Ash? —preguntó, entrando en pánico—. ¿Qué está sucediendo?
—Nada —jadeó. Tomó la camisa de Nicholas—. Lleva a Miley a casa. ¡Ahora!
—No podemos dejarte —dijeron, al unísono.
—¡Vayan! —dijo Ash bruscamente un instante antes de que la piel gris pedregosa se arrastrara aún más por su cuerpo.
No lo hicieron.

Ash luchó y gritó mientras el color grisáceo se extendía por todo su cuerpo. Miley lo hizo recostar sobre el piso. Ash jadeó, como si estuviese intentando apartar lo que sea que tenía.
Era una batalla perdida.
Sus cambiantes ojos plateados se hincharon antes de volverse grises, y él quedó tan inmóvil como un cadáver. Ash no respiraba. No se movía. Era como si algo lo tuviese completamente paralizado.
—¿Qué hacemos? —le preguntó a Nicholas.
—Tú mueres.
Miley giró ante la malévola voz detrás de ella, para encontrarse otra vez con el fantasma. Estaba rodeado por más Daimons.
—Dios mío, ¿quién esparció el fertilizante de Daimons? Están apareciendo inesperadamente, como en una mala película de terror —dijo Miley.
Nicholas se puso de pie.
Antes que ella pudiese moverse, Nicholas se trabó en combate con ellos.

Miley se apresuró a unirse a la lucha.
—¡No maten a la mujer! —le gruñó el fantasma a los Daimons—. La necesito con vida.
Otro Daimon rubio rió.
—Sí, pero siéntanse libres de darle una paliza, todo lo que quieran.
Miley se dio vuelta para encontrar a otro Daimon más detrás de ella. Lo golpeó con el brazo, sólo para que él esquivara su ataque y se enderezara para enviar un asombroso golpe a sus costillas.
El dolor la hizo caer de rodillas.
Nicholas maldijo y comenzó a dirigirse hacia ella. Dos Daimons lo detuvieron.
Sin nada más que la pura fuerza de voluntad, Miley se levantó.
El Daimon se veía impresionado.
Miley fue a golpearlo, pero él se apartó, rápido como un rayo. Esta vez, cuando intentó golpearla, fue arrojado contra el edificio junto a ella.
—Déjala en paz —gruñó Nicholas.
Se colocó entre ella y el resto de los Daimons.
Miley se apartó la manga y disparó un tiro de ballesta hacia el Daimon más cercano. Se desintegró.
De repente, algo rebotó entre los Daimons, matando a dos de ellos instantáneamente antes de desaparecer.
Miley miró más allá de la horda de Daimons para ver a la caballería. Julian, Talon, y Kyrian estaban entrando, con las armas desenfundadas. Jamás había estado más feliz de verlos. Solo, cada uno de los hombres rubios era peligroso. Juntos, eran invencibles.
Junto a Nicholas, luchó contra los Daimons mientras que Kyrian, Julian, y Talon se unían a la pelea. A los cinco no les llevó nada de tiempo terminar con todos ellos. A decir verdad, era una colorida muestra mientras los Daimons se desintegraban uno por uno.
Excepto el que la había golpeado. El fantasma se envolvió alrededor de ese Daimon en particular, y los dos parecieron evaporarse. Miley frunció el ceño ante la peculiar imagen. Hasta que escuchó la resonante maldición de Kyrian. En un momento Nicholas estaba a su lado, y al siguiente estaba siendo arrojado de cara a la pared.
—¡Bastardo! —gruñó Kyrian mientras lo aporreaba.
Nicholas esquivó los golpes y giró hacia el costado. Lanzó a Kyrian contra la pared, y lo hubiese sostenido allí si Julian no lo hubiese agarrado por detrás.

Lo próximo que supo fue que Julian también estaba golpeando a Nicholas. Sin pensarlo, Miley fue hacia Julian, pateándolo. Se paró entre el romano y los dos griegos.
—Sal de mi camino, Miley —dijo Kyrian mientras observaba con odio a Nicholas—. No quiero que Amanda se moleste conmigo por lastimarte por ser est/úpida.
—Y yo no quiero que Amanda se moleste conmigo por lisiarte permanentemente por ser un idi/ota.
—Esto no es un juego, Miley —dijo Julian sombríamente.
En su vida humana, Julian había sido el General griego que había comandado a Kyrian. Desgraciadamente, se había metido en líos con los dioses, que lo habían maldecido encerrándolo en un libro, para ser esclavo sexual de cualquier mujer que lo convocara.
La mejor amiga de Selena, Grace Alexander, había liberado al semidiós.
Desde entonces, Julian se había unido frecuentemente a los Dark Hunters para luchar contra los Daimons, y ahora se estaba uniendo a Kyrian para matar a Nicholas.
Era algo que ella jamás permitiría.
Extendió los brazos para mantenerlos alejados.
—No, no lo es.
—Está bien, Miley —dijo Nicholas detrás de ella—. Esta es una confrontación que ha esperado mucho tiempo.
—Talon —dijo Miley  mirando al alto celta rubio que estaba de pie detrás de sus amigos griegos. Como siempre, Talon vestía como un motociclista, con una chaqueta de motociclista negra, camiseta, y pantalones de cuero. Su cabello estaba corto, excepto por dos finas trenzas que colgaban de su sien izquierda—. ¿Vas a ayudarme?
Talon hizo una mueca.
—Desdichadamente, sí.
Fue a pararse junto a ella.
—Celta… —refunfuñó Kyrian.
Con una expresión decidida, Talon cruzó los brazos sobre el pecho.
—Miren —dijo Miley con los dientes apretados—. Ahora mismo tenemos problemas más grandes que ustedes dos odiando a Nicholas y su familia.
—¿Como qué? —preguntó Kyrian. Miley señaló el suelo, donde Ash estaba recostado, inmóvil. El rostro de Kyrian se puso pálido mientras su mirada se enfocaba en el cuerpo de Ash—. ¿Qué sucedió?
—No lo sé —dijo Miley . Uno de los Daimons le hizo eso, y necesitamos ponerlo a salvo.
Kyrian miró rencorosa y furiosamente a Nicholas.
—No hemos terminado.
Nicholas no dijo nada mientras se dirigía hacia Ash.
Cuando comenzó a levantarlo, Kyrian lo apartó de un empujón.
—Quita tus sucias manos de él, romano. No necesitamos tu ayuda. Nos ocupamos de los nuestros.
—Resulta que Nicholas es el único Dark Hunter aquí —le dijo Miley bruscamente a su cuñado—. Él tiene más derecho a ayudar a Ash…
—Los griegos no desean ni necesitan ayuda Romana —dijo Julian mientras pasaba bruscamente junto a Nicholas.

Miley sintió la furia de Nicholas, su dolor, pero más que nada sintió su vergüenza.
¿Por qué?
—¿Nick?
En cuanto salió de su boca, Miley se dio cuenta de que acababa de cometer un error estratégico. Kyrian soltó una vulgar palabrota.
—Oh, no me digas que te has asociado con él. Mie/rda, Miley  pensé que incluso tú tenías más sentido que para hacerlo.
¡Era suficiente! Miley fue a pararse frente a él.
—Libérate de esa cruz, Kyrian. Literalmente —hizo un gesto hacia Nicholas—. Él no te lastimó.
Kyrian frunció el labio.
—¿Cómo lo sabes? ¿Estabas allí?
—Uuuh, qué infantil. No, no estaba allí. Pero puedo sacar cuentas, y sé cuántos años tenía cuando te mataron. ¿Qué? ¿Dejaste que un niño de cinco años te clavara?
Alguien la tomó por detrás. Miley comenzó a atacar hasta que se dio cuenta de que era Nicholas quien la sostenía.
—No lo hagas, Miley. Sólo déjalo.
—¿Por qué debería hacerlo? Estoy cansada del modo en que te tratan. ¿Tú no?
El rostro de Nicholas era completamente estoico, pero su corazón no. Ella sentía su dolor.
—Sinceramente, no me importa lo que piensan de mí. Realmente. Y no necesitas alienar a toda tu familia. Deja este asunto en paz.
—¿Por qué?
Nicholas miró más allá de ella, a Kyrian, y luego volvió a mirarla fijamente. Con dureza.
—Esto esperará. Ahora mismo, Acheron y tú necesitan estar a salvo. Ve con Kyrian.
Miley quería discutir, pero él tenía razón y ella no era tan terca como para no reconocer ese hecho básico. Mientras más tiempo se quedaran allí discutiendo, más peligro corría Ash, especialmente porque Simi no estaba allí para protegerlo.
Su primera prioridad era poner a salvo a Ash.
—Ten cuidado.
Nicholas hizo un saludo romano extrañamente tierno, giró sobre sus talones y los abandonó.
—Eres increíble —gruñó Kyrian mientras él y Julian levantaban el cuerpo de Acheron del suelo—. No puedo creer que le gritaste a Amanda acerca de mí, y ahora te acurrucas con ese bastardo.
—Cállate, Kyrian —dijo Miley . A diferencia de Amanda, no me importaría clavarte una estaca en el medio del corazón.
—¿Adónde llevamos a T-Rex? —preguntó Talon mientras tomaba los pies de Ash y ayudaba a cargarlo.
—De regreso a mi casa —respondió Kyrian—. Luego del ataque de ese demonio a Bride Kattalakis cuando estaba visitándonos, Ash puso una especie de hechizo mágico para hacerla segura. Supongo que lo que sea que le hizo esto no podrá regresar y lastimarlo aún más si está allí.
Talon asintió.
—¿Qué le hizo esto, exactamente?
Miley se encogió de hombros.
—No lo sé. Algo lo golpeó y puf, cayó. Sucedió tan rápido que ni siquiera vi con qué lo golpearon.
Talon suspiró lentamente.
—Hombre, no hubiese pensado que algo podía derribar a Ash. No de este modo.
—Sí —concordó Miley , pero al menos aún está vivo. O algo así… de un modo extraño.
No quería admitir lo asustada que estaba por el hecho que los Daimons habían derribado al poderoso Atlante sin ningún problema. Si podían hacer esto, entonces no había dudas de lo que podían hacerle al resto de ellos.

Lo que quedaba por probar era porqué los Daimons los habían dejado en paz cuando también podrían haberlos matado.
No tenía sentido.

2 comentarios:

  1. O diosss esta novela cada vez esta mejorrrr no la dejes ahí sube que hay gente como yo que todos los días mira tu blog para saber si subes ha jajaja♡ por faaa subeeeee

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  2. Sabes cuanto amo esta novela? Esta genial, amo como nicholas se comporta con miley, amo este tipo de novelas y gracias a ti las leo versión niley ♡♡ espero subas pronto♥

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