miércoles, 7 de agosto de 2013

Aferrate a la Noche - Cap: 6


Nicholas sonrió, con una extraña sensación de satisfacción por eso.
Miley se deslizó entre él y la puerta para ir hacia la radio que tenía debajo de un montón de ropa en la esquina más alejada.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó él. De pronto Elvis llenó el aire con “Can't Help Falling in Love”. Bajó el volumen antes de regresar a él y abrazarlo—. ¿Miley?
—Baila conmigo, Nick. Todo el mundo debería tener al menos una noche de bailar desnudos en la vida.
—Yo no bailo.
—Todos bailan con Elvis.
Antes que él pudiera continuar protestando, ella envolvió sus brazos alrededor del cuello y apoyó la cabeza contra su pecho, y entonces comenzó a bailar lento con él.
Nicholas jamás había estado más inseguro. Sin embargo, mientras ella lo conducía en la canción, sintió la calma más surrealista de su vida. Era mágica. Especial.

Con el corazón ligero, pasó su mano por el cabello de Miley mientras la abrazaba en silencio y se balanceaban con la música.
La voz suave y melódica de Miley cantó levemente con Elvis.
—Tienes una voz hermosa —susurró él.
Ella lo besó en medio del pecho.
—Gracias. Fui la cantante principal de una banda de heavy metal de chicas en la universidad.
Él sonrió ante ese pensamiento, mientras la respiración de ella le hacía cosquillas en el pecho. Podía verla sobre el escenario, cantándole a una multitud enloquecida.
—¿En serio?
—Mmmm —ella levantó la mirada y lo observó con la expresión más dulce que hubiese visto en el rostro de una mujer—. Pensábamos que seríamos las próximas Vixen. No lo fuimos. Shelly quedó embarazada y Jessie decidió que quería ir a Las Vegas y ser gerente de un hotel.
—Y tú te convertiste en cazadora de vampiros.
Ella giró, apartándose de sus brazos, y luego regresó a pegarse a su pecho.
—Sí, y soy condenadamente buena en eso.
Él observó la diminuta cicatriz en su pecho, donde ella lo había apuñalado.
—Estoy de acuerdo.
La canción terminó, pero fue seguida por “Sweet Emotion”, de Aerosmith.

Miley lo soltó, para balancearse seductoramente con la música. Nicholas no podía respirar mientras la observaba, especialmente cuando el ritmo se aceleró y ella levantó una pierna por encima de la cabeza.
Y cuando usó el poste de la cama como la barra de una bailarina de striptease, él estuvo peligrosamente cerca de gemir.
No había nada más erótico en el planeta que ver a esta mujer bailando. Ella se acercó, se puso de espaldas a él y se levantó el cabello para dejarlo caer encima de ella mientras meneaba la cadera suavemente contra la entrepierna de Nicholas.
Nicholas no podía soportarlo más. Descendiendo la cabeza, le rozó el hombro con los labios, mientras envolvía sus brazos alrededor de ella. Pasó sus manos sobre sus senos, luego por su estómago, sobre su aro en el ombligo, hasta que pudo tocar el triángulo de rizos castaños entre sus piernas. Aún estaba húmeda por su sesión amorosa.

En el instante en que la tocó, ella siseó y se frotó contra su mano. Para su asombro, ella pasó la mano por su antebrazo y le cubrió la mano con la suya, mientras lo incitaba a continuar.
Era completamente descarada para hacerle saber exactamente lo que necesitaba, y a él le encantó. No necesitaba adivinar si a ella le agradaba su contacto. Reaccionaba a cada caricia, y cuando él hundió dos dedos en su interior, Miley gritó.
Giró en sus brazos y se aferró a él. Antes que se diera cuenta de lo que Miley estaba haciendo, ella lo arrojó, literalmente, sobre la cama, y se colocó encima de él, a horcajadas de sus caderas.
Nicholas rió.
—Sabes, si fuera menos hombre realmente estaría asustado.
Riendo, ella se echó el cabello sobre los hombros, para que le cayera sobre la espalda.
—¿Me tienes miedo, Nick?
—No —dijo él con sinceridad—. Me agrada que sepas lo que quieras y que no tengas temor de tomarlo.
La sonrisa que Miley le regaló derritió su corazón.
 
Ella paseó un dedo por el puente de su nariz, dejando que la uña raspara ligeramente su piel mientras trazaba un camino sobre sus labios, hacia su garganta.
Miley agachó la cabeza y lo chupó. Gruñó ante el sabor de la tetilla dura bajo su lengua. Él sabía aún mejor de lo que había imaginado. No había nada mejor que la sensación de la exquisita y bronceada piel debajo de ella.
Lo que más le gustaba era que no se sintiese amenazado por ella. Nicholas no tenía problemas con su voraz apetito por su suculento cuerpo.
Era un buen cambio.
Descendió los labios por su pecho, hacia ese delgado y duro abdomen, hacia el hueso de su cadera. Sintió los estremecimientos que recorrían el cuerpo de Nicholas. Riendo, pasó los dedos por el rizado vello que cubría el centro de su cuerpo. Ya estaba duro, de nuevo.

Apartándose, lo examinó bajo la débil luz del dormitorio. Era hermoso. Provocó la punta de su pene con los dedos, dejando que su humedad la cubriera.
Él la miró, sin hacer comentarios, mientras exploraba su longitud, hasta su suave saco, Nicholas arqueó la espalda.
Deleitándose con su poder sobre él, Miley inclinó la cabeza y tomó su punta en la boca. El cuerpo entero de Nicholas tuvo un espasmo en respuesta, incitándola a complacerlo aún más.
Ella se enorgulleció mucho de sus profundos gemidos.
Nicholas se quedó allí recostado, acunando la cabeza de Miley en sus manos mientras ella lo lamía entero. En toda la eternidad, jamás había conocido este sentimiento tan profundo dentro de sí. ¿Qué tenía Miley,  que era capaz de ver más allá de su fachada?
"Supongo que siento que todos nosotros, los inadaptados, debemos mantenernos unidos. Al menos de ese modo no estamos solos". Las palabras de Miley a Otto flotaron en su mente.
Pero ella no era una inadaptada. Era vivaz y maravillosa.
 
Miley inhaló el rico y masculino aroma mientras se tomaba su tiempo saboreando el cuerpo de Nicholas. Levantó la mirada para encontrarlo observándola, con los ojos brillantes de deseo.
Sonriendo, lamió lentamente todo el camino hacia arriba por su cuerpo, hasta poder reclamar esa decadente boca que rogaba por sus besos. Él gruñó y la abrazó con fuerza mientras ella pasaba las manos por sus hombros. Miley se apartó, para poder mordisquearle el mentón. Su barba le pinchó la lengua y los labios, su respiración le acariciaba la mejilla.

Se echó atrás y entonces se deslizó lentamente sobre él, tomando cada largo y exquisito centímetro.
Nicholas acunó su rostro mientras ella lo montaba con un ritmo suave y tranquilo, que lo dejó aún más jadeante que su agitada ronda anterior.
Miley era como un susurro mientras le hacía el amor. Y era hacer el amor. Era suave, tierno. Cubrió la mano de Nicholas con las suyas y abrió los labios para saborear sus dedos.
Nicholas siseó mientras su lengua hacía magia en la punta de sus dedos. Sonriendo aún más, ella lo mordisqueó, juguetonamente.
Él la atrajo para capturar sus labios mientras levantaba la cadera, hundiéndose aún más profundo dentro de ella.
Esta vez, cuando llegaron al orgasmo, lo hicieron juntos.
Ella colapsó contra su pecho mientras los dos quedaban transpirados y jadeando.
Nicholas la acunó suavemente. No quería dejarla ir jamás. Si pudiese, pasaría el resto de su inmortalidad perdido en este momento perfecto, acurrucados uno en brazos del otro, con el cuerpo agotado y saciado.
Cerrando los ojos, sintió cómo se sumergía hacia el primer sueño sereno que tenía en más de dos mil años.

Luego de asegurarse que ni un rayo de sol lo amenazaría, Miley se quedó recostada silenciosamente en los brazos de Nicholas, y lo escuchó dormir.
Aún se sentía inquieta por el fantasma que habían visto. Por la sensación dentro de ella que no cedía. Una parte de ella quería llamar a Acheron, pero no quería molestarlo con algo est/úpido. Él necesitaba descansar.
En el momento en que despertaran, por la tarde, le preguntaría.
Por ahora, tenía a Nicholas, y él le otorgaba una extraña sensación de paz.
No debería sentirse de este modo, no por un hombre que su gemela jamás aceptaría en su hogar. Una parte suya sentía como si fuera una traidora con Amanda y Kyrian, y la otra parte no podía resistir el atormentado destello en los ojos de Nicholas.
Él era un ancla de tranquilidad para su caótica vida y, sinceramente, le gustaba su seco sentido del humor. Su capacidad de tomar las cosas con calma sin hacer un escándalo. Era extraño en su mundo encontrar semejante hombre.
Él no es un hombre.
No, no lo era. Ella lo sabía, así como sabía que no había ningún tipo de esperanza para una futura relación. Los Dark Hunters no tenían relaciones significantes de ningún tipo. Jamás podrían estar juntos. Nunca.
Una vez que ella y Nicholas abandonaran esa cama, tendrían que separarse. Él sólo sería otro amigo pasajero.
Y sin embargo, no quería dejarlo ir.
—Basta —se susurró a sí misma.
Necesitaba descansar.

Cerrando los ojos, se forzó a dormir. Pero sus sueños estaban lejos de ser reconfortantes. Toda la mañana la persiguieron imágenes vívidas y aterrorizantes de su hermana y Kyrian. De la pequeña Marissa gritando por alguien que la ayudara.
Más que nada, la rondaron los rostros de sus amigos que habían muerto, y escenas de Nicholas siendo torturado. Podía verlo estirado, y escuchaba una risa burlona mientras se esforzaba por no morir.
Podía sentir su dolor, su traición.
Escuchar su grito de venganza resonando a través del tiempo.
Miley despertó justo después del mediodía con el cuerpo entero temblando por sus sueños. Sólo había dormido unas pocas horas, pero estaba tan alterada que no pudo volver a dormir.
—¿Miley? —miró a Nicholas, que la observaba con los ojos entrecerrados—. ¿Estás bien? —le preguntó con la voz ronca.
Ella besó su hombro desnudo y le ofreció una sonrisa.
—No puedo dormir. Sigue descansando.
—Pero…
Le puso un dedo sobre los labios.
—Duerme, bebé. Estoy bien. En serio.
Él mordisqueó su dedo antes de girar, darle un fuerte abrazo y volver a dormirse.
Miley se quedó recostada en el refugio de sus brazos mientras sus pensamientos volaban. Sinceramente, no quería levantarse. Pero luego de algunos minutos, cuando escuchó a Marla y Debbie conversando sobre el inventario en algún sitio, escaleras abajo, finalmente decidió levantarse.
Se duchó y vistió rápidamente, cuidando de no despertar al delicioso tipo que estaba en su cama. En cuanto bajó las escaleras, llamó a Otto y le pidió que llevara ropa para Nicholas.
—¿Por qué no vino a casa anoche? —preguntó Otto.
—Era demasiado cerca del amanecer.
—Ahá —dijo Otto, como si no lo creyera—. Iré dentro de una hora con algo para él.
—Otto —dijo ella con un toque de advertencia en la voz—. Será mejor que sea algo que él quiera usar, y no uno de esos atuendos a lo Joe-quiere-hacer-enojar-a-Kyrian.
—Le quitas toda la diversión a esto.
Miley sacudió la cabeza mientras colgaba el teléfono. Sin nada mejor que hacer, fue hacia su tienda, donde Debbie estaba llamando a un cliente.
Otto llegó más o menos una hora más tarde, y dejó la ropa sin hacer mucho más que una mueca. Pero Miley notó que vestía un elegante suéter negro y un lindo par de tejanos en lugar de su vestimenta habitual. Probablemente se veía de ese modo cuando Nicholas no estaba cerca.
Luego que Otto se marchó, llevó la ropa arriba y la depositó en un sitio en que Nicholas pudiera verla cuando despertara, luego regresó a su tienda, donde limpió y revisó una muestra de cubrepezones decorativos.

Había terminado de combinarlos con las tangas, cuando Liam Gautier entró a la tienda con una brillante sonrisa en el rostro, mientras se quitaba los anteojos de sol.
—Buenas tardes, cher —dijo, acercándose a ella.
La besó suavemente en la mejilla.
Miley frunció el ceño. Había pasado mucho tiempo desde que Liam había hecho algo así.
—¿Qué te tiene de tan buen humor? —le preguntó.
Él le mostró esa traviesa y encantadora sonrisa.
—¿Qué piensas? Hombre, te debo una salida a cenar, en verdad.
Ella estaba aún más confundida que antes.
—¿Por qué?
—Esa amiga tuya… Simi. Es especial —Miley se quedó helada ante el sonido de reverencia en su voz—. No puedo esperar a verla de nuevo —continuó Liam  aumentando su sensación de pavor—. Por una casualidad, no tienes su teléfono a mano, ¿cierto? Se suponía que me encontrara con ella a las seis, esta noche, pero llegaré un poquito tarde y no quiero dejarla esperándome.

Miley luchó por respirar mientras el pánico y el miedo la consumían. Esto no podía estar sucediendo. Liam no había hecho lo que ella pensaba que había hecho, ¿verdad?
Seguramente, ni siquiera Liam Gautier era tan est/úpido.
—¿Simi? ¿Quieres el número de Simi?
—Sí. Se fue tan rápido anoche que no tuve la posibilidad de pedírselo.
—¿Por qué se largó tan rápido?
—Dijo que debía encontrarse con alguien —frunció el ceño—. ¿Qué sucede? ¿Hay algo que deba saber? No está casada, ¿cierto?
Miley sintió que el color abandonaba su rostro.
—Dime que no hiciste nada con Simi anoche. Sólo la llevaste al Santuario y…
—La llevé a comer barbacoa. Dijo que era su favorita, y esos osos no saben una Mie/rda sobre el mezquiteÀ.

Miley se frotó la cabeza para ayudar a aliviar algo del terrible dolor que estaba comenzando a aparecer entre sus ojos. Esto estaba tan mal…
—Y después de comer, ¿qué hicieron?
La sonrisa de Liam se volvió traviesa.
—Sabes que un hombre jamás cuenta esas cosas —Miley se cubrió la boca mientras sentía el urgente impulso de vomitar. Liam se calmó instantáneamente—. ¿Qué?
—Por casualidad, ¿no le preguntaste con quién iba a encontrarse?
—No, asumí que era un amigo.
—Oh, Liam —dijo ella, deseando llorar por él y por su ignorancia—, era más que un amigo. Permite que te lo diga de este modo: su número telefónico es 555-562-1919.

2 comentarios:

  1. pobre de liam :c
    me siento extraña leer esta en forma de niley :D jajaja pero esta bien con tal que subas mas soy feliz...
    espero el proximo besos!

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  2. wooow increible el capis la nove esta cada vez mejor ser niley o jemi lo mismo me encanta
    siguelaaa

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