jueves, 1 de mayo de 2014

Paraíso Robado - Epilogo


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Epílogo
–Te dije que llegaríamos a tiempo –comentó Spencer O’Hara cuando la limusina se detuvo frente a Bancroft con un chirriar de neumáticos. Por una vez, Nick apreció su audacia y pericia, pues Miley llegaba tarde a una reunión muy importante del consejo. El avión que los había traído de Italia, donde después de esquiar en Suiza se habían detenido para visitar a los padres de Miley, había sufrido un retraso.

–Toma –dijo Nick, tendiéndole a O’Hara el maletín de Miley–. Tú te encargas de eso y yo me encargo de ella.

–¿Tú qué? –preguntó su mujer por encima del hombro mientras sacaba del coche la muleta en la que se apoyaba para andar. Se había torcido un tobillo esquiando.

–No tienes tiempo para ir cojeando hasta los ascensores –señaló Nick al tiempo que la alzaba.

–Esto es indigno –protestó ella, sonriendo–. ¡No puedes llevarme así!

–Ya lo verás –aseguró su marido.

Y así fue. Los clientes se volvían ante el insólito espectáculo. Al pasar frente al departamento de cosmética, una mujer le pregunté a su amiga:

–¿No es Miley Bancroft? ¿Y él Nicholas Farrell?

–No pueden ser ellos –negó otra clienta. Avergonzada, Miley hundió la cara en el pecho de Nick, cuando oyó decir a la misma mujer–: ¡He leído en el Tattler que van a divorciarse! Él está en Grecia con una estrella de cine y ella se casa con Kevin Costner.

Al llegar a los ascensores, Miley levantó la mirada hasta encontrarse con la de su marido.

–¡Qué vergüenza! –bromeó–. ¿Otra estrella de cine?

–¿Kevin Costner? –replicó él, arqueando las cejas–. Ni siquiera sabía que te gustara Kevin Costner.

En el despacho de Miley, Nick se desprendió de su carga y la dejó marchar cojeando a la sala de conferencias.

–Lisa y Parker se reunirán aquí con nosotros y nos traerán a la pequeña para después almorzar todos juntos –comentó Miley, mirando con inquietud la desierta zona de recepción.

–Yo los hospedaré –prometió Nick.

Al cabo de unos minutos apareció Lisa en el umbral, con un bebé en brazos.

–Parker me ha dejado en la puerta –explicó–. Llegará dentro de un momento.

Nick sonrió.

–Parece usted muy embarazada, señora Reynolds –bromeó mirando a la niña de seis meses que Lisa llevaba en brazos y que le ofrecía para que la cogiera.

–Voy a buscar a Parker –dijo Lisa. Cuando se alejó, Nick se quedó mirando a la pequeña que Miley le había dado aun a riesgo de su propia vida.

De pronto, Marissa abrió los ojos y se echó a llorar. Con una tierna sonrisa, Nick le acarició la mejilla con un dedo.

–Chiss, querida –susurró–. La futura presidenta de una gran empresa no llora. Es una mala imagen corporativa. Pregúntaselo a tu madre –sugirió.

Marissa se calló y poco después sonrió y barboteó algo que parecía tener sentido.

–Lo sabía –dijo su padre, devolviéndole la sonrisa–. La tía Lisa y el tío Parker te han estado enseñando italiano.

Puesto que tenía tiempo, Nick se llevó a su hija a la planta once, para mostrarle su sección favorita. Era un departamento nuevo creado por Miley para la central y las sucursales de Bancroft; en él había mercancías de todo el mundo, desde joyas a vestidos y juguetes de fabricación artesanal. Tenían una cosa en común: a petición de Miley, todo artículo debía ser exclusivo para poder llevar el famoso logotipo ideado por ella como símbolo de perfección.

Con Marissa en brazos, Nick miró el logotipo que coronaba la pared y sintió un nudo en la garganta, como siempre que subía allí. Dos manos, una de hombre y otra de mujer, se extendían y se rozaban con la punta de los dedos.

Miley le había puesto un nombre muy especial a aquel departamento: Paraíso.



Fin

3 comentarios:

  1. :3 sube otra porfavor :3 se que este termino pero me encantan las adaptaciones que haces :3

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  2. aawwwww hermoso final me hiciste llorar como una condenada!
    la puta madre ame esta novela
    que bueno q apesar de todo lo bueno y lo malo por fin esten juntos y felices con su beba
    muy tierno me encanto!
    besos

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