jueves, 11 de octubre de 2012

Perfecta Cap: 5

El invierno siguiente Miley fue citada al living, donde, ante la sonrisa fascinada de su nueva familia, abrió sus primeros regalos de cumpleaños. Cuando terminó de abrir el último paquete y de levantar el último trozo de papel desgarrado, James y Mary Mathison y Carl y Ted le hicieron el regalo más exquisito de todos.

Estaba dentro de un gran sobre color marrón, de aspecto poco auspicioso. El sobre contenía una larga hoja de papel impreso en letras elaboradas, cuyo encabezamiento rezaba: “Solicitud de adopción”. Miley los miró con los ojos llenos de lágrimas y apretó el papel contra su pecho.
–¿Yo? –preguntó.
Ted y Carl malinterpretaron el motivo de sus lágrimas y empezaron a hablar al mismo tiempo, con tono ansioso.
–Queríamos que fuera oficial, Miley, no es más que eso, para que te puedas llamar Mathison igual que nosotros –explicó Carl.
–Es decir –agregó Ted–, si no estás segura, no hay ninguna necesidad de seguir adelante con el asunto... –Se detuvo cuando Miley se arrojó en sus brazos con tanta fuerza que estuvo a punto de hacerlo caer.
–¡Claro que estoy segura! –chilló ella, fascinada–. ¡Estoy segura, estoy segura, estoy segura!
Nada podía empañar su alegría. Esa noche, cuando sus hermanos la invitaron a ir al cine con un grupo de amigos para ver una película protagonizada por el héroe de todos ellos, Nick Jonas, Miley aceptó enseguida, aunque no comprendía por qué ese actor les gustaba tanto. Envuelta en júbilo, se instaló en la tercera fila del cine Bijou con uno de sus hermanos a cada lado y miró distraídamente la película protagonizada por un tipo alto, de pelo oscuro, que no sabía hacer mucho de nada, aparte de correr carreras de motocicleta, pelear a golpes de puño y poner cara de aburrido y ser bastante... frío.
–¿Qué te pareció la película? ¿No piensas que Nick Jonas es fantástico? –le preguntó Ted al salir del cine en medio de una multitud de adolescentes que comentaban más o menos lo mismo.
La dedicación de Miley a una honestidad total ganó por escaso margen a sus deseos de mostrarse en todo de acuerdo con sus maravillosos hermanos.
–Jonas es... bueno... me parece un poco viejo –contestó, mirando en busca de apoyo a otras tres chicas que los habían acompañado al cine.
Ted no salía de su asombro.
–¡Viejo! ¡No tiene más que veintiún años, pero ha vivido en serio! Leí en una revista de cine que desde los seis años se gana la vida él solo, que ha vivido en el Oeste y ha trabajado en ranchos. Es domador de caballos. Después, trabajó en rodeos. Durante un tiempo formó parte de una pandilla de motociclistas... que viajaron por todo el país. Nick Jonas –terminó diciendo Ted con admiración–, es un verdadero hombre.
–Pero tiene aspecto de... frío –insistió Miley–. Frío y además un poco ruin.
Las mujeres del grupo rieron a gritos de lo que Miley consideraba una crítica sensata.
–Miley –dijo Laury Paulson, todavía riendo–, Nicholas Jonas es maravilloso y completamente sexy. Todo el mundo lo considera así.
Miley, que sabía que Carl estaba secretamente enamorado de Laurie Paulson, enseguida reaccionó con lealtad hacia su hermano.
–Bueno, a mí no me parece. No me gustan sus ojos. Son marrones y de expresión ruin.
–¡No tiene ojos marrones, sino dorados! Tiene ojos increíblemente atractivos, ¡pregúntaselo a cualquiera!
–Miley no es buen juez para esa clase de cosas –intervino Carl, alejándose de su amor secreto para emprender el regreso hacia su casa–. Es demasiado chica.
–¡Debo decirte que no soy demasiado chica para saber –contestó Miley, tomando del brazo a sus dos hermanos– que Nick Jonas no es tan buen mozo como cualquiera de ustedes dos!
Ante ese halago. Carl dirigió una mirada sobre el hombro a Laurie Paulson y enmendó su juicio anterior.
–Sin embargo, Miley es muy madura para su edad.
Ted seguía enfrascado en la vida maravillosa de su héroe cinematográfico.
–Imaginen lo que debe de ser depender de uno mismo desde tan chico, trabajar en un rancho, andar a caballo, enlazar novillos...

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