jueves, 11 de octubre de 2012

Perfecta Cap: 10

–La primera vez lo haremos tal como está escrito. Después, si es necesario, improvisaremos. –Miró al elenco y al equipo técnico–.¿Alguna pregunta? –dijo en tono cortante. Esperó algunos instantes y al ver que nadie hablaba, le hizo una seña a Tommy.
–Adelante –dijo.
–Corten el aire acondicionado –ordenó Tommy. El sonidista se puso los auriculares, ambos camarógrafos se inclinaron hacia adelante y Nick se colocó entre la cámara y los monitores para poder ver al mismo tiempo los monitores y a los actores.
–Luz roja, por favor –pidió, para que las luces rojas se encendieran fuera de la caballeriza indicando que estaban filmando–. Cámara. –Esperó la confirmación de que las cámaras y el sonido estuvieran rodando a la velocidad indicada.
–¡Rodando! –exclamó el camarógrafo de la grúa.
–¡Rodando! –exclamó Sam Hudgins.
–¡Sonido! –dijo el sonidista.
–¡Márquenla! –ordenó Nick y la asistente de producción se adelantó con rapidez para colocar frente a la cámara de Sam la claqueta que marcaba el número de toma y de secuencia.
–Escena 126, toma 1 –anunció, repitiendo lo que estaba escrito en la claqueta. Golpeó ambas partes de la claqueta para que los editores de la película pudieran sincronizar el sonido con la acción y se hizo a un lado con rapidez.
–¡Acción! –ordenó Nick.
Rachel entró en la caballeriza desde un costado, moviéndose nerviosamente. Miró de un lado a otro, con el rostro convertido en una máscara de terror, aprensión y excitación.
–¿Rick? –preguntó con voz temblorosa, y cuando el amante oculto extendió una mano hacia ella, su grito ahogado fue perfecto.
Parado junto a la cámara, con los brazos cruzados sobre el pecho, Nick lo observaba todo con ojos entrecerrados y mirada impersonal, pero cuando Austin empezó a besar á Rachel y la arrastró hacia los fardos de pasto, todo empezó a andar mal. Austin estaba incómodo y su actuación era poco natural.
–¡Corten! –gritó Nick, furioso al comprender que a ese paso posiblemente se vería obligado a observar a Austin manoseando y besando repetidas veces a su mujer. Se adelantó a la luz y dirigió al actor una glacial mirada de desprecio–. En mi cuarto de hotel no la estabas besando como un chiquilín inepto, Austin. ¿Por qué no repites esa escena en lugar de esta actuación de aficionado que nos estás ofreciendo?
Austin se puso colorado como la grana.
–¡Dios, Nick! ¿Por qué no actúas como un adulto en este asunto...?
Ignorándolo, Nick se volvió hacia Rachel, quien lo miraba echando chispas por los ojos, y le habló con una crudeza poco común.
–Y en cuanto a ti, se supone que también estás caliente, y no soñando con arreglarte las uñas mientras él te manosea.

Las dos tomas siguientes fueron buenas, y todo el equipo lo supo, pero en ambas oportunidades Nick las detuvo antes de que Rachel pudiera tomar el arma, y los obligó a repetirla. En parte lo hizo porque de repente le producía una perversa satisfacción obligarlos a repetir en público los actos adúlteros que lo habían hecho quedar como un imb/écil, pero sobre todo porque sentía que la escena todavía no era perfecta.
–¡Corten! –gritó, interrumpiendo la cuarta toma y adelantándose.
Austin se levantó del fardo de pasto, furioso y dispuesto a pelear, abrazando a Rachel, en quien por fin había surgido la sensibilidad suficiente como para que también ella se sintiera avergonzada y furiosa.
–¡Mira, sádico hijo de pu/ta, en esas últimas dos tomas no hubo nada de malo! Fueron perfectas –gritó Austin, pero Nick lo ignoró y decidió probar la escena con los cambios que había considerado el día anterior.
–¡Cállense la boca y escuchen! –ordenó de mal modo–. Vamos a probar esto de otra manera. A pesar de lo que pensó el autor al escribir esta escena, la realidad es que cuando Johanna dispara contra su amante, aunque sea accidental, pierde toda nuestra simpatía. El hombre ha estado sexual y emocionalmente obsesionado con ella, y ella lo ha usado para colmar sus propias necesidades, pero nunca tuvo la menor intención de abandonar a su marido por él. Así que Johanna tiene que ser herida antes que él, porque si no Rick se convierte en la única víctima en esta película, y en el fondo lo que nos está diciendo el argumento es que todos somos víctimas.
Nick oyó el murmullo de sorpresa y aprobación que surgía de todos los presentes, pero no lo necesitaba para reforzar su decisión. Ahora sabía que tenía razón. 

Lo sabía con el mismo instinto visceral que le había permitido ganar la Nominación de la Academia por una película que parecía de segunda clase hasta que él se encargó de dirigirla. Se volvió hacia Rachel y Tony, que, a pesar de sí mismos, parecían impresionados por el cambio, y les habló con tono cortante.
–Una vez más y creo que lo tendremos. Lo único que tienen que hacer es invertir el final de la lucha por el arma, para que la primera en resultar herida sea Johanna.
–¿Y después qué? –preguntó Tony–. ¿Qué hago al darme cuenta de que la he herido?
Nick se detuvo un instante a pensar y enseguida contestó con decisión:
–Entonces deja que ella se apodere del arma. No fue tu intención herirla, pero ella no lo sabe. Retrocedes, pero ella tiene el arma y te apunta, llorando... por sí misma y por ti. Sigues retrocediendo. Rachel –dijo, volviéndose hacia ella, enfrascado en sus pensamientos–, quiero verte sollozar, después cierra los ojos y aprieta el gatillo. –Enseguida Nick volvió a su posición inicial–. Márquenla...
La asistente se colocó frente a la cámara con la claqueta.
–¡Escena 126, toma 5!
–¡Acción!
Ésa sería la última toma, una toma perfecta...
Nick lo supo al ver a Austin aferrando a Rachel y obligándola a recostarse contra los fardos de pasto, devorándola con las manos y los labios. En ese momento no había diálogo, pero después se grabaría el sonido, de modo que cuando Rachel tomó el arma y la esgrimió entre ambos, Nick la urgió a luchar con más fuerza.
–¡Lucha! –ladró. Y en un arranque de ironía agregó–: ¡Imagina que soy yo!
La frase dio resultado, porque Rachel se retorció y golpeó con furia los hombros de Tony, hasta apoderarse del arma.
Más tarde se incluiría un verdadero disparo en la banda de sonido, en lugar del suave pop de la bala de fogueo que había en el arma, y Nick observó a Tony que se la quitaba de las manos y esperó el momento ideal de la lucha para ordenar el disparo. En ese instante Tony apretaría el gatillo, y Rachel caería hacia atrás y apretaría el paquete de sangre falsa que llevaba oculto en el hombro. ¡Ése era el momento!
–¡Disparo! –gritó Nick y el cuerpo de Rachel se estremeció con violencia cuando el tiro explotó con fuerza en la caballeriza, resonando contra el techo de chapas metálicas.

Todo el mundo quedó petrificado, momentáneamente inmovilizados por el sonido inesperado del tiro cuando sólo debió haberse oído el pop del disparo de fogueo. Rachel se deslizó lentamente de los brazos de Tony y se desplomó al piso, pero la falsa mancha de sangre no se extendió por su hombro.
–¿Qué mie/rda...? –empezó a decir Nick, adelantándose velozmente. Tony ya se inclinaba sobre ella, pero Nick lo alejó de un empujón–. ¿Rachel? –dijo, volviéndola.

Tenía un pequeño orificio en el pecho del que apenas comenzaba a manar un hilo de sangre. El primer pensamiento coherente de Nick, mientras pedía a gritos que alguien fuera en busca de la ambulancia y de los médicos, mientras le buscaba el pulso inexistente, fue que esa herida no podía ser fatal. Rachel apenas sangraba, la herida estaba más cerca de la clavícula que del corazón, y además había médicos a pocos pasos de distancia, como lo requería la ley. Se había desatado un pandemónium; se oían aullidos de mujeres, gritos de hombres, y el equipo se acercaba formando una sofocante multitud.
–¡Atrás! –gritó Nick, y como no podía encontrarle el pulso a Rachel, empezó a hacerle respiración boca a boca.
Transcurrió una hora mientras Nick permanecía junto a las puertas de la caballeriza, algo alejado de los demás, esperando noticias de la horda de médicos y policías que rodeaban a Rachel. Había autos patrulleros y ambulancias estacionados por todo el parque, y sus atemorizantes luces rojas y azules giraban en la noche silenciosa y húmeda.
Rachel estaba muerta. Lo presentía, lo sabía. Ya se había enfrentado una vez con la muerte, conocía su rostro. Pero a pesar de todo, no podía creerlo.
La policía ya había interrogado a Tony y a los camarógrafos. Ahora empezaban a interrogar a todos los que se hallaban presentes cuando sucedió. Pero no le preguntaban a Nick lo que él había visto. Y, con la escasa capacidad que le quedaba para pensar, a Nick le resultó muy extraño que no quisieran hablar con él.

Entonces vio algo que le heló la sangre. Los policías que habían acordonado toda la zona, se abrían para dar paso a un auto oscuro. Nick alcanzó a leer el emblema que tenía inscripto en la puerta: “Investigador del Condado”.
Todos los demás también lo vieron. Emily empezó a sollozar en brazos de su padre y Nick oyó la salvaje maldición que lanzó Austin, seguida por un reconfortante murmullo de palabras pronunciadas por Tommy. Diana miraba fijo el auto del investigador, con el rostro pálido y tenso, y todos los demás simplemente... se miraban unos a otros.
Pero nadie lo miraba a él ni trataba de acercársele. A pesar de que lo prefería, y pese a su estado de confusión total, a Nick eso le resultó un poco extraño.

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